El presidente ruso, Vladimir Putin, no se ha desviado de su objetivo principal de someter a Ucrania, instalar un gobierno más dócil en Kiev y hacer que vuelva a estar firmemente dentro de la esfera de influencia de Rusia. Presenta la invasión como una guerra defensiva, pero, sus detractores apuntan a que en realidad busca el dominio de Europa central.
En febrero de 2007, el presidente ruso, Vladimir Putin, rodeado de jefes de Estado y de Gobierno, tomó la palabra para pronunciar un discurso en Múnich en el que expondría su visión de una estructura de poder “multipolar” que reemplazaría al orden mundial liderado por Occidente. Un año después, forzado por los límites que marca la Constitución rusa, dejó el Kremlin en manos de Dimitri Medvedev durante cuatro años
A su regreso a la Presidencia, emprendió un giro conservador, abrazando a la Iglesia ortodoxa y poniendo a los gais en el disparadero. En 2014 tomó Crimea, recuperando la popularidad que había perdido con las manifestaciones contra su regreso a la jefatura de Estado. El orden multipolar estaba de vuelta, esta vez con el uso de la fuerza.
En 2022, la apuesta rusa por la guerra se tradujo en la invasión a gran escala de Ucrania, pero ni la ocupación fue tan fácil como pensaban en Moscú ni la popularidad se disparó como antes.
La economía rusa ha resistido el golpe de las sanciones, pero la inflación ya es de dos dígitos y algunos informes apuntan que la recesión asoma a la vuelta de la esquina. Las encuestas muestran claramente que los rusos quieren que la guerra termine.
Reclutar soldados por contrato es cada vez más caro. Sin embargo, han sido unas elecciones las que han salvado al ‘putinismo’ en un momento de estancamiento: la victoria de Donald Trump.
La visión de Putin en Ucrania se expande a Europa
En Múnich los europeos sufrieron otro shock, esta vez por la voz de Washington: mientras EE. UU. escenificaba en la ciudad alemana cómo se desentiende de Europa, Putin asumía que nunca ha estado tan cerca de ganar su guerra contra Ucrania,
Sin embargo, los objetivos de esa guerra han sido dispersos: tomar Kiev y echar a Volodímir Zelenski de la Presidencia de Ucrania, forzar un acuerdo de paz que excluya a Ucrania de la OTAN para siempre, negar el acceso al mar o simplemente ocupar más territorios.
Putin no se ha desviado de su objetivo principal de someter a Ucrania, instalar un gobierno más dócil en Kiev y hacer que vuelva a estar firmemente dentro de la esfera de influencia de Rusia. Presenta la invasión como una guerra defensiva, pero en realidad es una guerra para conservar el dominio de Europa central.
“Cree que está ganando y que el tiempo está de su lado. Hasta cierto punto, tiene razón”, apunta Ian Hill, profesor adjunto del Centro de Estudios de Defensa y Seguridad de la Universidad Massey.
La mayoría de los avances rusos se produjeron en las primeras semanas de la guerra. Hasta ahora, Putin no ha mostrado ningún interés real en una solución negociada, salvo en sus propios términos, que equivaldrían en la práctica a una capitulación por parte de Kiev y menoscabar los intereses de Occidente.
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Las intenciones de Putin no han cambiado. El plan es: primero dominar una Ucrania derrotada militarmente; alcanzar un acuerdo con EE. UU. que incluya no solo desproteger a Ucrania, sino también que la OTAN abandone a parte de Europa Central; y, después, dominar o coaccionar a una Europa central abandonada por la OTAN.
"Para Trump, Ucrania es una molestia; para Putin lo es todo"
En la negociación, Putin tiene frente a él a un presidente de ego voluble llamado Donald Trump, que quiere acabar la guerra cuanto antes y hacer negocios para demostrar que su cambio de enfoque tiene sentido.
Putin sabe que Trump es impaciente y está suministrándole recompensas instantáneas. Ha liberado a Marc Fogel, un ciudadano estadounidense que Rusia arrestó en 2021. Trump obtuvo así una de las cosas que más le gustan: lograr algo que Joe Biden no pudo. Esto por sí solo multiplica el valor de la concesión rusa. También se muestra abierto a jugosos acuerdos comerciales.
“A pesar de que Trump tiene algunas cartas para jugar frente a Putin, entre ellas el difícil estado de la economía rusa y el enorme coste de las bajas en Ucrania, lo más probable es que Putin manipule a Trump”, explica el escritor Argemino Barro, autor de ‘El candidato y la furia: Crónica de la victoria de Donald Trump’, y que acaba de publicar un libro sobre Ucrania: ‘Mariúpol, última batalla’.
Barro considera que “el ruso tiene más experiencia, es menos mercurial y además hay una asimetría en las prioridades. Para Trump, Ucrania es una molestia que cerrar cuanto antes. Para Putin, Ucrania lo es todo”. El autor añade otro indicio en contra del republicano:
“Por el historial de su primer mandato, Trump tiene tendencia a intentar resolver las cosas de forma rápida y efectista, muchas veces sin arrojar resultados”. Sobre ello pone dos ejemplos: 'Aunque fue Biden el que la completó desastrosamente, la preparación de la salida de Afganistán se debe a Trump, y Trump también lanzó una iniciativa, que no dio ningún fruto, con Corea del Norte'.
Las expectativas de Putin no han bajado. No le basta con una Ucrania no alineada. Quiere una Ucrania cuyas fuerzas sean limitadas en tamaño y en términos de equipamiento. Diversos autores, como Timothy Snyder, han apuntado que el plan es destruir la OTAN como alternativa de seguridad. Y devaluar la Unión Europea como alternativa al imperio.
Todo lo que quería hacer lo dejó ver en 2022. Por eso Putin antes de atacar dijo que la OTAN debía volver a posiciones 1997. Y después, atacó. Por eso intentó tomar Kiev para sustituir al gobierno. El objetivo es eliminar la soberanía de sus vecinos, no solo robar territorios.
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Europa y el legado de Putin, en juego dentro de Ucrania
Pero la pregunta es si puede Rusia ceder algo en esa negociación con Trump. Pocos exponentes del régimen ruso han hablado de ello.
El redactor jefe de ‘Nezavisimaya Gazeta’, Konstantin Remchukov, gestiona una de las voces más o menos próximas al gobierno y ha apuntado varias ideas sobre lo que Rusia puede soltar como parte del compromiso en las negociaciones sobre Ucrania:
“No hay duda de la determinación de Putin de llegar hasta las fronteras administrativas de las cuatro regiones incluidas en la Constitución. Sin embargo, lograr estos objetivos requerirá grandes sacrificios humanos y costos materiales para ambas partes."
"Se trata de pérdidas especialmente graves en el período previo al final del conflicto”. La idea que sugiere Remchukov es que Rusia podría hacer renuncias mínimas para lograr una sensación de victoria más rápida. Pero con precaución ante el futuro:
“Es importante entender que cualquier acuerdo con Trump probablemente será táctico y limitado en el tiempo, ya que la mayoría de los europeos y la mitad de los estadounidenses están convencidos de que el 'trumpismo' desaparecerá con Trump en cuatro años”.
Varios observadores coinciden en que gran parte de la negociación se centrará en cuán sólidas serán las garantías de seguridad dadas a Ucrania. Pero sobre la mesa está el gran cambio histórico, que no pasa desapercibido en Moscú. EE. UU. no quiere participar en la tranquilidad de Europa, solo en sus negocios. Así quedó claro, de nuevo, en Múnich,
Putin concibió la guerra en 2022 como una manera de prolongar su régimen. Una victoria negociada en 2025 reforzará su dominio sobre los rusos. Pero un revés debilitará su anquilosado régimen y dará una ventana de oportunidad a la política.
“Creo que si preguntas a cualquier historiador serio, te dirá que ese atolladero en el que se convirtió Afganistán para la URSS en los ochenta terminó siendo uno de los factores más importantes que condujeron al colapso de la Unión Soviética como régimen”, explica Vladimir Kara-Murza, líder opositor ruso e historiador.
Está convencido de que “los historiadores del futuro dirán lo mismo sobre esta guerra en Ucrania, porque sea lo que sea lo que la propaganda de Putin trate de afirmar, tratarán de explicar esto —al menos en casa— como una especie de victoria”. La esperanza en Europa y en la disidencia rusa es que la victoria rusa no sea posible ni siquiera en el ámbito de la propaganda.
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