La crisis haitiana es algo muy particular, y tal vez para entenderla haya que conocer la idiosincrasia de los haitianos, y meterse a estudiar su estructura e historia política.
Luego del asesinato del presidente Jovenel Moise, el 7 de julio del 2021, ha habido pocas manifestaciones políticas o protestas por parte de las comunidades haitianas o las organizaciones políticas.
La crisis haitiana ha ido profundizándose, las bandas han continuado conquistando poder, y las comunidades, los partidos, pobladores, han sido pasivos. Incluso ha habido matanzas de comunidades, secuestros masivos, ataques a hospitales y asesinatos de ancianos y niños y son pocos los que entienden que la indignación popular no se haga presente contra las bandas.
Peor aún: la impresión que se tiene es que hay comunidades, barrios, sectores, que colaboran con las bandas, se sienten tranquilas y hasta ofrecen protección a los pandilleros, con la única excepción de Petionville, el barrio de los sectores más pudientes, los bancos y las embajadas que tiene elementos de resistencia y control, y que ha armado fuerzas de autodefensa. Es el único lugar donde las bandas no han podido tomar el control, pese a que lo han intentado, y uno de los poquísimos lugares donde se han eliminado numerosos miembros de bandas.
Cuando se dialoga con haitianos conscientes, estudiantes universitarios, académicos y profesionales de diversas áreas, el reclamo suyo para solucionar la crisis haitiana es que se marchen de Haití los embajadores, los representantes de Naciones Unidas y los miembros del grupo de protección encabezados por Kenia. Eso, para nosotros los dominicanos, y para la comunidad internacional, carece de sentido.
El sentimiento que los dominicanos que han analizado y quieren aproximar una solución a la crisis tienen, es que las organizaciones políticas, las iglesias, las organizaciones populares, académicas, profesionales, deben unirse a los agentes policiales y extranjeros, para atacar a las bandas, y cerrarles el paso.
Pero el nacionalismo haitiano es muy radical. Quieren que salgan los extranjeros pero nadie sabe, ni conoce un plan, de cómo ellos van a desarmar a las bandas y a los criminales y narcotraficantes que gobiernan una gran parte del territorio haitiano, después de que salgan de Haití los mecanismos de pacificación que existen, y que forman parte de un esfuerzo precario de la comunidad internacional para apoyar a Haití.
Este domingo hubo una manifestación popular en Puerto Príncipe. Una protesta contra las bandas armadas y delincuenciales, que intentan tomar el control total de Puerto Príncipe.
El problema es que los manifestantes también pedían la renuncia del Consejo Presidencial Provisional y del primer ministro provisional. En Haití todo es provisional, mientras se espera la normalización de las actividades económicas, culturales, académicas, gubernamentales del país.
Los que protestaron este domingo saben que su mayor desgracia son las bandas. Que las autoridades hacen poco contra las bandas, por las razones que sean, y por eso piden el final de la violencia y el final de las autoridades.
Una de las grandes debilidades de Haití es la ausencia de liderazgos. Luce que los líderes de las bandas son mas poderosos o más populares que los líderes del gobierno. Y eso no es bueno, es una muy mala señal. Una señal ominosa, lamentablemente.
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