En una acción de ignorancia cultural e irrespeto a la autoridad del Ministerio de Interior y Policía, oficiales policiales decidieron de manera arbitraria prohibir en varias comunidades las tradicionales celebraciones de gagá.

La Asociación Dominicana de Gagá (Adoga) denunció este viernes la prohibición impuesta por varios generales y coronoles a las celebraciones de gagá, pese a la autorización del Ministerio de Interior y Policía.

En declaraciones a este medio, el gestor cultural y asesor de Adoga, cantautor Roldán Mármol, explicó que la clebración tradicional del gagá pautada para realizarse en Semana Santa, fue pospuesta para el viernes 2 de mayo, debido al luto nacional decretado por la tragedia de la discoteca Jet Set.

En Boca Chica, San Luis, Manoguayabo, Guaymate y La Romana, oficiales de la Policía Nacional desobedecieron la autorización oficial del Ministerio de Interior y Policía y por cuenta propia prohibieron la celebración de las fiestas de gagá imponiendo su propia regla con total arbitrariedad.

Todo esto ocurre pese a que el Ministerio de Interior y Policía emitió el 28 de marzo una resolución de NO OBJECIÓN al uso de la vía pública para la celebración de las fiestas de gagá, conforme a la solicitud hecha por los directivos de la Asociación Dominicana de Gagá (Adoga). Pero, al parecer, nos le ha quedado claro los oficiales policiales que no deben "prohibir" ni impedir  la celebración del gagá.

El comportamiento de esos oficiales policiales no es un hecho aislado. Ya se denunció que también la celebración de la Cofradía de los Congos del Espíritu Santo de Villa Mella, pese a que se trata de una manifestación declarada en 2001 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por la Unesco, fue rechazada y condicionada por un oficial policial.

Es el resultado del auge del discurso de odio, del rechazo y de la exclusión hacia todo lo procedente de raíces africanas, sobre todo cuando y se trata de expresiones culturales que puedan tener algún vínculo con el pueblo de Haití.

Estamos asistiendo al peor de los absurdos. Los derechos culturales son inherentes a los derechos humanos y cívicos, y por vía de consecuencia no pueden ser violados o negados.