Desde hoy, y hasta el viernes 27 de junio, se reune en Antigua y Barbuda la asamblea número 55 de la Organización de Estados Americanos (OEA), con la participación de los cancilleres y representantes de los países de América Latina y el Caribe.
El tema central de la Asamblea será la crisis haitiana, lo cual es una buena noticia para la República Dominicana. Roberto Alvarez, el ministro de Relaciones Exteriores, es el representante de nuestro país. Alvarez Conoce la OEA, pues fue embajador durante varios años, y asumió por un período de un año la presidencia de ese organismo. Aunque es una posición prácticamente simbólica, es la principal autoridad, junto al secretario general.
En esta ocasión, encabeza por primera vez la asamblea el nuevo secretario general, original de Suriname, señor Albert Ramdin, quien sucedió en mayo al uruguayo Luis Almagro. Por cierto, vale decir que Ramdin es un hombre de larga trayectoria en la OEA, y que es el primer diplomático de el Caribe que lidera la OEA, pese a que los votos de la región se asumen en bloque y son una parte decisiva en las adopciones políticas de la organización.
Desde que se hizo la convocatoria de la Asamblea estaba claro que la cuestión haitiana pretagonizaría la atención del organismo de coordinación internacional en materia de políticas regionales en materia de seguridad, soberanía, atención a los conflictos y el reforzamiento de la democracia.
Ramdin ha señalado como su máxima prioridad atender la crisis institucional y política de Haití. A diferencia de años recientes, no está previsto que se discutan resoluciones sobre Venezuela o Nicaragua, que son países que se han ausentado de la membresía de la OEA, pero que siguen generando preocupación por las limitaciones en materia electoral o la persecución política contra opositores o contra los medios de comunicación.
Previamente se informó que una de las resoluciones que se someterán a votación exhorta a los Estados miembros a "incrementar con urgencia sus esfuerzos para la aplicación de soluciones concretas" ante la grave situación en Haití.
En este sentido la República Dominicana se ha quedado en solitario haciendo esos reclamos, y la Cancillería Dominicana entiende la Asamblea de la OEA como una oportunidad para vincular a los demás países en sus esfuerzos para conseguir atención internacional y búsqueda de la normalización de la política haitiana.
En Haití las bandas terroristas siguen siendo las que controlan una gran parte del territorio, y en particular la capital, Puerto Príncipe. Las carreteras en Haití no se pueden transitar. Los servicios públicos, como atención en salud, educación, electricidad, mercados abiertos para la adquisición de alimentos están en la práctica cerrados.
El tráfico de drogas y el tráfico de órganos humanos son actividades cotidianas. No hay aeropuertos abiertos, y la Policía Nacional de Haití carece de recursos y de hombres para hacer frente a las bandas terroristas. Los países que han enviado tropas a Haití en la práctica no hacen nada, porque limitan a un pequeño espacio sus operaciones. El gobierno provisional no gobierna, y actúa de forma simbólica, pues es débil por carecer de control del territorio y porque los 9 miembros de Consejo Presidencial Provisional tienen acusaciones de corrupción y están en la marginalidad.
Estados Unidos, que es miembro de la OEA, cuya sede está en Washington, hace poco solicitó a la organización dar un paso al frente ante la realidad de Haití. ¿Hasta dónde será eso posible? No lo sabemos, pero en los próximos dos días deberán asumirse decisiones que coloquen a la OEA en el mismo camino que ha asumido la República Dominicana para empujar la normalización de las actividades en Haití y que las bandas sean definitivamente erradicadas, y se instale un gobierno que sea estable y reintalen las instituciones estatales, como la Policía, el Poder Judicial, los servicios educativos y sociales, el parlamento, los gobiernos locales y otras instancias que aseguren el desarrollo y pacificación de los haitianos.
Noticias relacionadas
Compartir esta nota