El gobierno del presidente Luis Abinader ha inaugurado este fin de semana el comienzo de la construcción de un muro en la frontera con Haití, que en su primera etapa tendrá un costo de 1,750 millones de pesos.
Comienza la primera parte en la provincia de Dajabón y tendrá 54 kilómetros de hormigón armado y estructura metálica, 19 torres de vigilancia y control, 10 puertas de acceso para patrullaje y 54 kilómetros para vigilancia y mantenimiento a ambos lados de la frontera. Además, contará con tecnología moderna para la vigilancia y el reconocimiento de las personas.
El presidente Luis Abinader presidió el acto de inicio de la construcción del muro inteligente, así le llamaron, y le acompañaron los presidentes de las cámaras legislativas, ministros, y dirigentes políticos nacionalistas, que siempre abogaron por la construcción de un muro en la frontera.
Como el gobierno dialogó con las autoridades de Haití, y fue posible un entendimiento para que el muro comenzara a levantarse con la anuencia del gobierno haitiano, el argumento de las autoridades dominicanas podría pasar como aceptable, a los ojos de la comunidad internacional.
Los datos que se han ofrecido intentan justificar el levantamiento del muro en que permitirá controlar los flujos migratorios, comerciales, enfrentar el contrabando de estupefacientes y el tráfico de personas, lo que garantizaría seguridad para los dos países.
Acento se ha pronunciado varias veces contra el lavamiento de un muro fronterizo. Los muros dividen, los puentes comunican. Simpatizamos con las palabras del papa Francisco sobre los muros que separan países, y su significado, y los fracasos que representan para obtener lo que se proponen. La violencia, la diatriba, la incomunicación son características de los lugares donde se han levantado muros. Varios dirigentes del Partido Revolucionario Moderno, que ahora gobierna en República Dominicana, igualmente se pronunciaron contra la idea de levantar un muro en la frontera dominicohaitiana. Era una cosa risible, cuando se proponía.
Los promotores del muro con Haití lo planteaban como una forma de detener la migración haitiana a la República Dominicana. Pero de ese muro se hablaba mucho antes, cuando se acusaba al doctor José Francisco Peña Gómez de ser haitiano, de practicar el voudu y de ser un agente del supuesto proyecto la fusión de Haití y la República Dominicana.
Esos mismos que planteaban el muro fueron los que encabezaron las más asquerosas campañas de odio contra Peña Gómez y contra el PRD, y contra todo lo que representaba el viejo Partido Revolucionario Dominicano, de cuyas entrañas nació el hoy Partido Revolucionario Moderno.
No somos partidarios del muro que el gobierno ha empezado con tanto entusiasmo. No se trata sólo de los costos de esa obra, que tiene varias etapas y que supuestamente será levantada en los 383 kilómetros de frontera. No importa que se incluya tecnología inteligente para detectar huellas e identidades.
La naturaleza de la frontera dominicohaitiana es muy variada. Son muchos los puntos en que convergen ambos pueblos en actividades económicos, religiosas, empresariales, culturales. Quien conoce Elías Piña, las lomas de Calimete, por ejemplo, sabe que hay proyectos agrícolas importantes, de exportación, que requieren mano de obra haitiana, y que es fluido el intercambio que se da entre procesos productivos, atención en salud, educación y otras formas de convivencia.
Dajabón mismo, que tiene a Codevi en la misma frontera es un ejemplo del tipo de "muro" que habría que levantar. Contrario a la incidencia optimista y positiva que hacen dominicanos como el empresario Fernando Capellán, y otros inversionistas, los autoproclamados nacionalistas solo quieren alentar el odio entre los dos pueblos. Lo triste es que, hasta cierto punto han tenido éxito, y hasta han convencido a los más altos funcionarios del gobierno de hacer una inversión que bien pudo ser dirigida a otras necesidades de la población dominicana.
Queremos señalar que el mayor error del gobierno dominicano, sin embargo, ha sido invitar al acto inaugural a los dirigentes de la Fuerza Nacional Progresista, que son políticos que sustentan su nacionalismo en la promoción del odio; son agentes de la diatriba, promotores de los peores sentimientos de la sociedad dominicana contra los haitianos, ahora que no está vivo el doctor José Francisco Peña Gómez, a quien difamaron e injuriaron.
La presencia de los dirigentes de la FNP en el acto de primer picazo de la muralla inteligente fronteriza destruye los argumentos del gobierno de que esta obra beneficiará a Haití lo mismo que a la República Dominicana.
Vistas las cosas desde el costado político, es muy posible, como afirman algunos, que los de FNP estén ahora contentos con ver materializada en la administración del presidente Luis Abinader una meta que no pudieron obtener con los gobiernos peledeístas de Danilo Medina ni Leonel Fernández, pero electoralmente no representan un apoyo político decisivo para nada.
Tampoco la FNP es un grupo a confiar, si de lealtad se trata. Sólo sus intereses cuentan, y su líder principal no está en el PRM. Con este acto, y la invitación a los de FNP, se pierde mucho más de lo que se gana. Y es más que probable que la comunidad internacional a la que hemos recurrido para que apoye a Haití, nos saque en cara esta iniciativa, y los convidados a ella.
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