La frontera con Haití a través de la provincia Dajabón es el principal pulmón del comercio formal e informal entre la República Dominicana y Haití.
También esa frontera es uno de los puntos clave de la entrada de nacionales haitianos a territorio dominicano.
El mercado informal entre nacionales dominicanos y haitianos, los días lunes y viernes, es un verdadero fenómeno comercial, que ha permitido el crecimiento económico de Dajabón y posibilitado un intercambio comercial, cultural y social entre dominicanos y haitianos, ajenos a la histeria discursiva que se conoce especialmente en ciudades como Santo Domingo y Santiago, donde los nacionalistas de hojalata hacen galas de sus excentricidades y odios.
Quien visita Dajabón y conoce la frontera y su dinamismo, quien a la vez conoce la labor de los jesuitas a través del Instituto Politécnico Loyola, Solidaridad Fronteriza y otras obras educativas y comunicacionales, podría entender una realidad de a puño: Es posible la convivencia en la frontera, es posible que dominicanos y haitianos, cada uno en sus respectivas perspectivas culturales y políticas, encuentren puntos de encuentro para el desarrollo.
Dajabón es un ejemplo, y tiene gran interés en mostrar que su actual prosperidad es el resultado del intercambio comercial con Haití. Sin embargo, hay una obra económica y social de dimensiones gigantescas que estratégicamente los dominicanos no podemos perder de vista. Se trata de CODEVI, el emporio empresarial desarrollado por dominicanos en territorio haitiano, y que ha empleado mano de obra haitiana durante 11 años, y que sirve para mostrar otra dimensión de la realidad económica de dominicanos y haitianos.
CODEVI surgió como resultado de iniciativas coincidentes entre los gobiernos dominicano y haitiano, que favorecieron inversiones en la frontera, y a su vez firmaron acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, Unión Europea y Canadá. Fernando Capellán y Limberg Cruz aprovecharon la oportunidad, casi al mismo tiempo que el gobierno dominicana decretaba la muerte de las zonas francas en República Dominicana.
CODEVI es el resultado de la combinación de una zona franca industrial, en Santiago, que fue el mayor complejo textil del Caribe, con una zona industrial textil más simple, en la frontera de la República Dominicana y Haití, utilizando mano de obra haitiana.
El 95% de la mano de obra es haitiana. La empresa se encarga de entrenar a los operarios. Se proporciona trabajo digno a más de 7 mil personas residentes en la comunidad de Juana Méndez (Ouanaminthe), una de las más pobres de Haití, pero que ha comenzado a recibir una migración interna de otras ciudades haitianas. De ser una comunidad de algo más de 50 mil haitianas, hace 10 años, Ouanaminthe ha pasado a tener en la actualidad más de 130 mil habitantes.
Cuando se recorre la comunidad se nota la pujanza, el impulso que está teniendo, en especial con la industria de la construcción. Los haitianos están cambiando las casas de tierra y madera por casas de concreto armado, de blocs y cemento. Las instituciones del gobierno haitiano estaban antes ausentes de esa comunidad, pero ahora, como resultado de su explosión económica, tienen presencia allí.
Lo mismo ocurre con Dajabón, que antes no tenía habitaciones hoteleras y ahora tiene cerca de 400 habitaciones, con más de 20 hoteles, y tiene por lo menos 15 delegaciones de instituciones bancarias. Pocas ciudades tienen la presencia de bancos y la migración que recibe Dajabón.
Aunque la gente tiende a olvidar o a no hacer caso a este tipo de proyectos, hay que decir que es el modelo de desarrollo de la frontera. Codevi tiene un desarrollo y seguirá expandiendo sus actividades, porque las condiciones de la economía internacional dan las señales de que será posible crecer.
Esa es la verdadera muralla que detendrá la migración de haitianos hacia la República Dominicana. El gobierno dominicana debería estimular a empresas como CODEVI para seguir sembrando fuentes de trabajo en la frontera. Y el gobierno haitiano ha reconocido y deberá seguir reconociendo la importancia de proyectos industriales como este, que además de crear empleos para su gente, desarrolla el potencial técnico y el desarrollo de conocimiento y destrezas de sus ciudadanos, que de otro modo nunca recibirían los haitianos que viven en Juana Méndez.
Frente a la estridencia de los nacionalistas de hojalata, que incentivan el odio de los dominicanos a los haitianos, hay que poner como modelo la racionalidad y el trabajo de industrias como CODEVI, que representan un muro positivo para evitar la migración desordenada e ilegal de ciudadanos entre un país y otro.
Ante la histeria de grupos irrespoonsables, que tratan de boicotear el comercio entre la República Dominicana y Haití, hay que poner el ejemplo de la provincia de Dajabón, con todas sus autoridades, que reconocen el comercio binacional como una fuente de desarrollo, y que mientras más formalidad, respeto, higiene, trato, habrá mejores condiciones para los dos países, porque evitarían la corrupción, la ilegalidad y los atentados contra las respectivas industrias nacionales.
Que las demás ciudades y provincias fronterizas aprendan de CODEVI y de Dajabón.