En el correo enviado por el periodista Ramón Emilio Colombo a Este diario, el pasado 17 de noviembre, nos anunciaba lo siguiente:
Me permito comunicarles que estaré publicando el Fogaraté hasta el próximo viernes, pues he decidido retirarme del columnismo diario.
Gracias por su comprensión.
El anexo que vino acompañado a ese mensaje lleva por título “Perder la libertad”, que se refiere a su condición de periodista, señador, pensador y creador de historias cortas, fantásticas, que revuelven el pensamiento y que colocan al lector en otras dimensiones. Fue este texto.
Perder la libertad
Para un político, estar preso es simplemente un ligero cambio de circunstancia. Eso debe ser así, pienso. Pero no soy político y nunca he estado en la cárcel… Bueno, de lo que sí estoy seguro es de que nunca dejaré de ser periodista, aunque caiga preso… La cárcel es una habitación, grande o pequeña, pero con barrotes. La libertad es otra cosa. Esa la llevamos dentro y es nuestra primera y esencial propiedad humana… Por eso duele mucho perder uno su libertad. Solo hay una forma de perder la libertad: rendirse… (No me hagan mucho caso y créanme que es incómodo ponerse el traje de filósofo, sobre todo en una mañana demasiado cargada de sol).
Ramón Colombo es el periodista dominicano que mejor cultivó la crónica descriptiva y filosa de la política, la cultura, la economía y la literatura dominicanas. Una crónica de Colombo fue siempre una exquisita degustación, hilvanada con historias, descripciones, verdades, deseos, aspiraciones. Una entrevista contada por Ramón Colombo era un disfrute distinto, exquisito y apasionado, que ahonda en la personalidad y en el alma de sus personajes.
Hay varios tomos publicados que reúnen las crónicas de Ramón Colombo, y que son material didáctico y periodístico para cualquier tiempo, en nuestra precaria historia comunicacional y escrita. También están recopilados los Un Minuto de Ramón Colombo, que fue siempre una columna breve, ágil, disque apresurada para contar la historia, describir la injusticia, motivar los sueños de libertad de sus lectores. Y luego ha seguido con el picante del Fogaraté, que es la columna a la que está renunciando en este momento, a partir del viernes próximo.
Nuestro abrazo y nuestro calor fraterno a Ramón, a Bobochy, y muy especialmente nuestra gratitud por su presencia y solidaridad siempre con Acento. Larga vida para Ramón Colombo, uno de los grandes del mejor periodismo dominicano.
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