El país ha pasado por procesos importantes de transformación en la administración pública. Las fusiones de ministerios como Economía y Hacienda, Educación Superior y Educación, son solo ejemplos, que han recibido mucha atención.
Sin embargo, el director de Bienes Nacionales, Rafael Burgos Gómez, fue juramentado como administrador honorífico del Consejo Estatal del Azúcar, y los datos que resaltan de su gestión al frente del consorcio azucarero no son necesariamente satisfactorios.
El CEA es la entidad propietaria de mucha tierra en todo el territorio nacional, tiene acuerdos con empresas que han utilizado y utilizan terrenos estatales que tardaron muchos meses y hasta años en firmarse, y le queda solo el ingenio Porvenir como unidad productiva de azúcar, melaza y furfural.
Hemos observado que los ingenios en manos del sector privado están produciendo y prosperando, pero en el caso del único ingenio en manos del CEA es un verdadero desastre, a partir de los datos que se tienen del Instituto Nacional del Azúcar, comparando su productividad con la de otros ingenios en manos de empresas privadas.
En el tercer boletín de cierre de la zafra azucarera 2024-2025, aparecen las informaciones a las que nos referimos.
Ingenio Porvenir inició la zafra el 3 de febrero de 2025, laboró durante 188 días. En ese período molió 44,483 toneladas métricas propias y 53,700 toneladas de colonos, para un total de 98,183 toneladas de caña, que dieron como resultados 926 toneladas de azúcar crudo. Nada de azúcar refinada.
El CEA colocó en el mercado local 18 toneladas de azúcar, de acuerdo con los datos del INAZUCAR. No exportó absolutamente nada. Esas 18 toneladas representan 288 sacos de azúcar de 125 libras cada uno. Esos 288 sacos se pueden cargar en un tercio de lo que puede contener una patana normal, de las que transportan azúcar.
La pregunta es cómo se sustenta el Ingenio Porvenir, con empleados, burocracia, equipos y producción de azúcar, que no puede pagar con la venta de esos 288 sacos de azúcar.
La situación del CEA, y en particular del Ingenio Porvenir, es muy grave. El CEA dice poseer en reserva 1,091 toneladas, y esto representa que ha guardado azúcar de zafras pasadas, que al almacenarse puede dañarse, convertirse en un producto de mala calidad o desechable. Y es este producto el que aparentemente será colocada en los mercados populares de INESPRE, como si la gente de menos ingresos que recibe el servicio de ventas subsidiadas se mereciera lo peor.
El CEA tiene tierra arrendada a Leche Rica, que desarrolla un proyecto en Villa Altagracia. También arrienda tierra a Mercasid con las palmas africanas, para producción de aceite. Y tiene un acuerdo con la familia Campollos de Guatemala, que ha hecho gran inversión en el campo, en ferrovías y en factorías. Ellos tienen arrendado el Ingenio Barahona.
Esos acuerdos fueron negociados municiosamente, y al CEA le corresponde mantenerlos y cumplirlos.
Si analizamos los datos del sector privado, veremos que son muy diferentes, y que tienen operaciones, gran productividad y ganancias. La productividad, o rendimiento fabril del Ingenio Porvenir es negativa en 0.94%. En cambio, la productividad de Central Romana es de 9.47%, del Cirstóbal Colón, de Vicini, es de 9.48%, y del ingenio Barahona, de 11.46%.
Central Romana tuvo 239 días de zafra, Cristóbal Colón 240 días, Barahona 227, y Porvenir 188.
Central Romana produjo 278,042 toneladas métricas, Cristóbal Colón 152,837, Barahona 89,026, mientras que el estatal Ingenio Porvenir, y único del CEA, produjo 926 toneladas métricas.
Algo está pasando. Central Romana vendió en el mercado local 184,348 toneladas métricas, Cristóbal Colón vendió 28,810, Barahona vendió 24,090, mientras que Ingenio Porvenir solo vendió 18 toneladas. Algo anda mal, y parece que no está siendo observado con atención por las autoridades.
¿Hay algo que agregar a estos datos? Creemos que no, que se requiere de inmediato una investigación que ponga atención en lo que está ocurriendo en el CEA, y se apliquen las correcciones de lugar, para la buena marcha del Estado y el beneficio de la ciudadanía, la que termina pagando los platos rotos.
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