La primera convención internacional para proteger a los trabajadores de todas las ramas de la actividad económica expuestos a amenazas biológicas, y que puedan sufrir lesiones o enfermar por esta causa, quedó aprobado este viernes en el día de cierre de la conferencia anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En un hecho inédito, este nuevo instrumento legal sólo requerirá que dos países lo ratifiquen para que entre en vigor.
“Es un momento histórico para los trabajadores de todo el mundo”, sostuvo la subdirectora general para Empleos y Protección Social de la OIT, Mia Seppo, al anunciar la noticia a la prensa.
En la nueva norma se consideran potenciales amenazas a todos los microorganismos, células y cultivos celulares, pero también a alérgenos, tóxinas y substancias irritantes, incluyendo las que tienen origen vegetal o animal, lo que expande a los beneficiarios de la protección que hasta ahora estaba sobre todo pensada para personal de laboratorios o de entornos muy específicos.
En un texto anexo a la convención, pero que no tiene el peso de la anterior porque legalmente es una recomendación no vinculante, se mencionan que los sectores incluidos son la salud, la producción de alimentos, agropecuario, de la gestión de agua y desechos, la limpieza y mantenimiento y el trabajo humanitario.
También abarca a las industrias de la biotecnología y farmacéutica, los servicios funerarios, la construcción, la silvicultura y el transporte.
No obstante, durante el proceso de ratificación -trámite por el cual un Estado asume como propia la normativa internacional- un país podrá excluir sectores que considere de alto riesgo o de importancia crítica, aunque deberá mostrar que ofrece mecanismos alternativos de protección.
De manera general, la nueva convención obligará a los empleadores a realizar evaluaciones de riesgo, implementar controles de peligros, ofrecer vigilancia médica y compensaciones por lo que vendría a ser enfermedades ocupacionales, sean de carácter infeccioso o no infeccioso (síndromes o inflamaciones).
Los sindicatos -que tienen voz y voto en la OIT al mismo nivel que los empleadores- llevaban cerca de tres décadas reclamando una normativa de obligatorio cumplimiento sobre esta cuestión, pero fue la pandemia de la covid-19 la que hizo que el tema tomara relevancia y se lanzara una negociación formal sobre las amenazas biológicas.
Las discusiones se prolongaron durante los dos últimos años.
La convención establece que los gobiernos pondrán en marcha sistemas de inspección para hacer cumplir las directivas, y brindará información técnica y asesoramiento a los trabajadores y empleadores.
Asimismo, los trabajadores ganaran el derecho de interrumpir su trabajo sin sufrir consecuencias injustificadas cuando tengan motivos razonables para creer que existe un peligro inminente y grave para su vida o salud.
Enseguida, informarán a su empleador y no estarán obligados a retomar su labor hasta que el riego no se haya eliminado.
Otro aspecto novedoso que aborda la convención es la identificación de los modos de transmisión, que incluye la vía aérea, por contacto directo o por transmisión indirecta (agua, alimentos, materiales orgánicos, líquidos corporales o superficies infectadas).
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