A medida que el año llega a su tramo final, muchas personas se concentran en celebraciones, compromisos sociales y gastos extraordinarios, pero pocas se detienen a mirar con serenidad cómo les fue realmente en sus finanzas personales. El cierre de año no es solo una fecha en el calendario: es una oportunidad invaluable para analizar, corregir y tomar mejores decisiones. Evaluar con honestidad nuestra situación financiera al terminar el año es el primer paso para construir un 2026 más estable, más ordenado y con menos estrés económico.

El primer ejercicio que toda persona debería hacer es revisar con lupa sus ingresos reales del año. No se trata solo del salario mensual, sino de todo el dinero que entró a lo largo del año: comisiones, trabajos adicionales, rentas, intereses, bonos y cualquier otro ingreso extraordinario. Tener claro cuánto dinero realmente generamos en doce meses nos permite saber con precisión cuál fue nuestra verdadera capacidad económica y evitar falsas percepciones que luego nos llevan a gastar por encima de nuestras posibilidades.

El segundo gran paso es enfrentar, sin excusas, el resumen de nuestros gastos. Aquí es donde muchas personas prefieren no mirar, pero es justo donde está la clave del desorden financiero. Es importante clasificar los gastos entre fijos y variables, esenciales y prescindibles. Al revisar en qué se fue el dinero mes tras mes, suelen aparecer patrones de consumo innecesario que, sumados, representan fugas importantes de recursos. Comer fuera con frecuencia, suscripciones que no se usan, compras impulsivas y pequeños “gustos” cotidianos son, muchas veces, los verdaderos responsables de que el dinero nunca alcance.

Luego de analizar ingresos y gastos, llega un momento crucial: medir el nivel real de endeudamiento. No basta con saber cuánto se debe, sino entender cuánto del ingreso mensual está comprometido en cuotas. Cuando las deudas superan el 35 % o 40 % de los ingresos, se entra en una zona de alto riesgo financiero. Es recomendable listar cada deuda, su tasa de interés, plazo y cuota mensual, para tener una radiografía clara del peso que estas obligaciones tienen sobre la economía personal. Este ejercicio permite, además, identificar qué deudas deben atacarse primero en 2026, priorizando siempre las de mayor interés.

Otro aspecto que no puede quedar fuera del análisis de fin de año es el ahorro. Muchas personas descubren, al hacer este balance, que trabajaron todo el año sin lograr guardar prácticamente nada. El ahorro no debe verse como lo que sobra, sino como una partida fija dentro del presupuesto. Evaluar si se logró ahorrar, cuánto se ahorró y con qué disciplina se hizo permite diseñar una estrategia más realista para el nuevo año, aunque el monto sea pequeño. Ahorrar no es un lujo, es un hábito que se construye paso a paso.

El cierre de año también es un momento ideal para revisar la protección financiera. Seguros de salud, de vida, de vehículos y de propiedades deben evaluarse para confirmar si siguen siendo suficientes, si están sobredimensionados o si existen vacíos peligrosos. Muchas familias quedan en situaciones financieras críticas no por falta de ingresos, sino por no haber previsto los riesgos. La prevención es una de las decisiones más inteligentes en materia financiera.

Además de números, este proceso también exige una reflexión sobre nuestras decisiones. Es válido preguntarnos qué hicimos bien con el dinero este año, en qué fallamos, qué compras nos dejaron satisfacción y cuáles fueron errores. El dinero no es solo matemáticas; también es comportamiento, emociones y hábitos. Reconocer los errores sin culpas, pero con responsabilidad, es una señal de madurez financiera.

Con todo este análisis en mano, llega el momento de proyectar el 2026. No se trata de hacer listas de deseos imposibles, sino de fijar objetivos financieros claros, medibles y alcanzables. Puede ser reducir una deuda, crear un fondo de emergencia, ahorrar para una vivienda, cambiar de vehículo, estudiar, viajar o simplemente vivir con menos presión económica. Lo importante es que cada meta tenga un plan, un monto, un plazo y una disciplina.

El presupuesto del 2026 debe construirse con base en este diagnóstico realista, no con ilusiones. Es preferible un presupuesto conservador, bien ejecutado, que uno optimista que nunca se cumple. Asignar por adelantado los recursos a gastos, ahorro, deudas e inversión devuelve el control sobre el dinero y reduce significativamente la ansiedad financiera.

Finalmente, cerrar bien el año financiero es también un acto de respeto hacia uno mismo y hacia la familia. El orden financiero trae tranquilidad, mejora las relaciones, reduce el estrés y permite tomar decisiones con mayor claridad. No se trata de cuánto se gana, sino de cómo se administra. El 2026 puede ser un mejor año económico para muchos, pero solo para aquellos que decidan, desde hoy, asumir el control consciente de sus finanzas.

Hacer este balance de fin de año no garantiza riqueza inmediata, pero sí garantiza algo mucho más valioso: dirección, claridad y paz financiera, y con eso, cualquier meta se vuelve más posible.

Tu Consultorio Financiero es una columna desarrollada por Jesús Geraldo Martínez sobre finanzas personales, para orientar a las personas con conocimientos básicos en finanzas y economía a mejorar su entendimiento. Para consultar con el autor puede escribir al correo abogadojesus@icloud.com, o en Instagram @Jesusgeraldomartinez.

Jesús Geraldo Martínez

Economista

Dominicano, consultor, con amplia experiencia profesional en regulación y supervisión del sector financiero, destacado por sus conocimientos en gerencia, finanzas bancarias, gestión de riesgos, administración y optimización de portafolios, investigación económica, planificación estratégica, análisis de riesgos financieros y sectoriales, análisis y estructuración de bases de datos, econometría, estadística, diseño y aplicación de modelos de pruebas de estrés.

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