En medio de cifras macroeconómicas que hablan de estabilidad, control inflacionario y reservas sólidas, muchas familias dominicanas sienten que la economía no les alcanza. ¿Por qué? Porque el crecimiento económico de un país no siempre se traduce automáticamente en bienestar inmediato para la población, y cuando los sectores que más empleos generan están estancados o en caída, los bolsillos lo sienten antes que los indicadores oficiales lo confirmen.
De acuerdo con los datos presentados por el Banco Central en su reciente informe por el 78º aniversario, la economía dominicana acumuló un crecimiento real de apenas 2.2 % en los primeros nueve meses de 2025. Aunque ese número está alineado con el promedio latinoamericano, es un crecimiento modesto para una economía que, en años anteriores, nos acostumbró a ritmos cercanos al 5 o 6 %, y lo más importante: ese 2 % está compuesto por una realidad desigual.
Sectores como servicios financieros (7.4 %) o minería (3.7 %) muestran dinamismo, pero no son actividades que generen empleo masivo. En cambio, sectores clave para el empleo como la construcción, la manufactura local, el comercio y la hostelería están creciendo muy por debajo del promedio, e incluso en terreno negativo. La construcción, por ejemplo, registra una caída de -2.0 % en lo que va de año. Esto no es solo una estadística; es un golpe directo a miles de obreros, maestros constructores, ingenieros, electricistas, ferreterías y pequeños suplidores que dependen de ese sector. Su caída frena la actividad inmobiliaria, reduce el crédito hipotecario y desincentiva nuevas inversiones privadas.
La manufactura local y el comercio, también esenciales en la generación de empleo formal e informal, apenas avanzan, y el sector de hoteles, bares y restaurantes que fue la estrella de la recuperación post-COVID muestra ahora señales de fatiga, con un crecimiento de apenas 3.3 %, pese a cifras récord en llegada de turistas. Esto sugiere que el consumo interno se está conteniendo, que las actividades sociales y nocturnas se han reducido, y que las familias están priorizando gastos básicos por encima del ocio.
La clave está en reactivar con decisión los sectores de alto impacto en empleo, como la construcción, el comercio y la industria local
En este contexto, es legítimo que muchos dominicanos se pregunten: ¿por qué si la inflación está controlada, no me alcanza el dinero? Porque la estabilidad de precios no compensa la caída de ingresos, la informalidad laboral o el endeudamiento acumulado. La inflación de 3.76 % es positiva desde el punto de vista macroeconómico, pero si tus ingresos no crecen, si no tienes empleo o si estás pagando más por tarjetas, préstamos y servicios, esa “estabilidad” no se traduce en tranquilidad financiera.
Los bolsillos de la gente también sienten el peso de la desaceleración de la inversión pública, que recién en el último trimestre está empezando a mostrar un mayor dinamismo. El gasto de capital del Estado, vital para reactivar sectores como construcción, transporte y servicios comunitarios, apenas está tomando impulso y su impacto aún no se refleja ampliamente en la economía real.
Mientras tanto, muchas familias se han visto forzadas a recurrir al crédito de consumo, en un momento donde aunque las tasas de interés han bajado ligeramente, todavía resultan altas en comparación con los ingresos promedio. El acceso al crédito sigue siendo desigual, y aunque los bancos han aumentado los préstamos en moneda nacional, gran parte se concentra en los segmentos más formales y bancarizados, dejando fuera a cientos de miles de personas.
A esto se suma una presión invisible pero real: el deterioro de la calidad del empleo. Muchas personas han tenido que aceptar trabajos por debajo de sus calificaciones, salarios congelados o empleos por contrato sin beneficios. Otros han migrado al autoempleo o la informalidad, con ingresos inestables y sin protección social.
Entonces, ¿cómo está la economía en los bolsillos de la gente? Para muchos, está ajustada. Aunque el país mantiene su estabilidad externa y sus fundamentos macroeconómicos son fuertes, la distribución de ese crecimiento no está alcanzando a todos. Los empleos bien remunerados son escasos, los sectores que generan ocupación masiva están en pausa o retroceso, y los hogares se enfrentan a una realidad donde el peso de los compromisos mensuales supera con frecuencia los ingresos disponibles.
La clave está en reactivar con decisión los sectores de alto impacto en empleo, como la construcción, el comercio y la industria local, y acompañar esta reactivación con medidas reales de alivio financiero, formalización laboral y acceso al crédito para quienes aún no pueden planificar su economía más allá de la quincena. Porque no basta con que los indicadores estén en verde si los bolsillos siguen en rojo.
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Tu Consultorio Financiero es una columna desarrollada por Jesús Geraldo Martínez sobre finanzas personales, para orientar a las personas con conocimientos básicos en finanzas y economía a mejorar su entendimiento. Para consultar con el autor puede escribir al correo abogadojesus@icloud.com, o en Instagram @Jesusgeraldomartinez
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