No es cierto. El lingüista es el profesional que estudia y analiza la estructura, el funcionamiento y la evolución de las lenguas. Por lo general, también conoce más de una lengua. Pero no es eso lo que lo convierte en lingüista. Alguien que habla muchas lenguas se llama políglota, no lingüista.
Una persona culta, y políglota, puede expresarse perfectamente en español, en inglés, en alemán y en francés, sin saber responder preguntas como estas: A. ¿En qué consiste la diferencia de pronunciación entre la /d/ de andar y la de nadar? B. ¿Por qué en francés la palabra porte mantiene la o de la forma original latina porta, pero en el caso del término fleur no pasa lo mismo con la o latina de flore?
El lingüista sabe explicar y dar respuestas como estas a las preguntas A y B:
- El contexto fonético condiciona la pronunciación de los sonidos, porque la posición de los órganos articulatorios que se requiere para uno influye en la del vecino. Cuando el fonema /d/ se encuentra después de una /l/ (falda), de una pausa (al comienzo de una frase: dos más uno, tres), o a continuación de la nasal /n/ (índice), se articula mediante un contacto firme de la lengua contra la cara interna de los dientes incisivos superiores. En los demás contextos, la lengua no choca contra los dientes superiores, sino que se cuela o se introduce ligeramente entre los dientes superiores y los inferiores. Por esa razón, en la palabra andar, igual que en falda o en caldera, la /d/ es oclusiva y dental. Es más cerrada, fuerte y tensa que la de nadar, cadera, verde o tarde. En estos contextos, la articulación de la /d/ es suave y floja, además de ser interdental, no dental como la de andar y la de falda.
- En la evolución fonética del francés, a diferencia de lo sucedido en español, las vocales latinas cambiaron o se conservaron, dependiendo de si pertenecían a una sílaba abierta, terminada en vocal (como en español, mano: ma–no) o, al contrario, se encontraban en sílaba cerrada, que termina en consonante (árbol: ár–bol). En el primer caso, en sílaba abierta, por lo regular cambiaban de distintas formas según la vocal de la que se tratara. La o latina de flore se convirtió en eu: fleur. De modo similar, la a inicial y la a media de la palabra latina amare dieron paso a la vocal e: aimer. Sin embargo, la o del latín porta, por estar en sílaba cerrada (por-ta), se conservó: porte. Pasó lo mismo con la a del latín barba, que en francés se mantiene en barbe. La palabra latina cantare ilustra el efecto de ambos contextos: la primera /a/ se conserva en francés, pero la segunda cambia a una /e/: chanter. Vale la pena precisar que, como norma general, las vocales finales de palabra del latín se perdieron en francés. Por ejemplo, la e con la que termina porte solo existe en la escritura: no se pronuncia.
¿Es dañino enseñar más de una lengua a los niños durante los primeros años de la infancia?
La respuesta es negativa. La Sicolingüística aporta pruebas en sentido contrario. Existe un período crítico, entre el nacimiento y la adolescencia (hasta los 14 años, aproximadamente), durante el cual resulta mucho más fácil el aprendizaje lingüístico. Y los niños que adquieren dos o más lenguas durante esta etapa generalmente pueden hablarlas sin acento, como nativos, sin que se produzca ningún tipo de confusión. En la actualidad, se multiplican las escuelas de inmersión y abundan cada vez más los niños bilingües y trilingües en todas partes del mundo.
Cuando el cerebro madura y los patrones de la actividad neural se fijan, la habilidad de aprender una lengua se hace cada vez más precaria y limitada. Esta pérdida de flexibilidad hace que sea más difícil aprender una segunda o tercera lengua después del período crítico. En este sentido, un error lamentable del sistema educativo en muchos países ha sido esperar hasta el octavo grado escolar, y hasta más tarde a veces, para iniciar la enseñanza de segundas lenguas, en lugar de comenzar en los primeros años de la educación primaria. Al hacerlo así, desaprovechando esa extraordinaria oportunidad de aprendizaje, se pierde un tiempo crucial en perjuicio de la formación de los jóvenes.
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