Pensamiento y creación
Pensamiento y creación son caras de una misma moneda. No existe un término sin el otro. Hacer que esa creación tenga sentido plástico-estético es una condición de los sujetos autor y lector, nunca de uno solo. El autor puede llevarlo a cierto nivel, y el lector puede desdeñarlo o elevarle el campo estético. ¿Quiere decir que un texto bien compuesto puede ser percibido con silencios y abismos en el lenguaje (sasis) por el lector? ¡Claro que sí! Conozco lectores con alto nivel de percepción plástica que, ante unos versos de gran factura estética o plástica, no se inmutan. O sea, que los abismos no solo son inherentes a la lengua y al lenguaje de quien escribe o habla, sino del lector u oyente. Por eso, en sentido general, es compleja la percepción artística, en este caso, artística-literaria. La elevación en la factura estética del arte estaría determinada por los rangos de magnitudes y frecuencias cognitivas, sensoriales y emocionales, tanto del autor como del receptor. ¿Qué ambos vuelan en los mismos rangos? Puede ser.
No basta con un gran conocimiento intelectual si no se cuenta con la intuición, sensibilidad y destreza lingüística. Estas características tienen varias fuentes. Entre ellas, biológicas y adquiridas.
Se ha estudiado —a pesar de seguir el curso de los mitos y cultos para justificarlo— el concepto de transgeneracionalidad y cómo influye la huella genética y los rastros aprendidos o vividos por nuestros antepasados. Algunos de estos abismos, de allí, pueden tener su procedencia. Habría que seguir las investigaciones epigenéticas, neurogenéticas, filogenéticas y aportar evidencias sobre los hallazgos. Por ejemplo, la dislexia puede tener un componente genético y a la vez ser adquirida por algún trauma cerebral o accidente cerebrovascular que afecte las zonas del lenguaje. La dislexia y otros trastornos pueden producir algunos sasis.
Fuentes de los sasis
Hay abismos en el lenguaje, tanto oral como escrito, que tienen tres fuentes de origen: el desconocimiento, la omisión y el descuido. La concreción de un texto poético escrito tiene que ver con el bagaje intelectual, emocional y sensible del lector. Lo mismo pasa para quien escribe. El tipo de pensamiento es importante para la creación, concreción, conceptualización, interpretación y análisis de toda actividad poética. Las formas de pensar pueden ser a través de la fantasía, la imaginación y el pensamiento racional o conceptual (Uriarte, 2013). Con precisión no podemos pasar de una categoría a otra, porque son parte de una continuidad y es difícil desagregarla. No existe lengua sin el lenguaje, aunque puede haber escritura sin lenguaje. Esta última es totalmente abisal, insondable. Sin embargo, para el análisis que nos asiste, los silencios, abismos superficiales e insondables se pueden ejemplificar desde la escritura y el lenguaje.
Si existe desconocimiento conceptual, se producen los sasis, o sea, que tanto el escritor como el lector deben poseer las capacidades creativas de la lengua y el lenguaje para que se cree el estado poético desde la escritura o la oratoria. En cuanto a la comprensión lectora, se definiría por varios niveles, un lenguaje promedio y de expertos. No es lo mismo el lenguaje técnico de las ingenierías y las matemáticas que el de las ciencias humanas. Sin embargo, todas pueden producir o dar lugar a estados poéticos. Para ello deben tenerse las capacidades y sensibilidades dentro del lenguaje de humanos. Pero estas no son condiciones únicas para acceder a las regiones poéticas que genera el arte. Puede que usted no tenga ni idea conceptual de una nota musical, o que no sepa inglés para apreciar y vibrar con las canciones de Frank Sinatra o de Charles Aznavour, cantando en inglés, francés o español. El arte obra con ciertos misterios que hasta ahora conserva para todos. El placer poético no florece por el contenido de las letras de las canciones; lo hará por la melodía, por el ritmo o por otros imaginarios personales y culturales.
El Guernica y lo alegórico
Si se observa el Guernica de Pablo Picasso y usted no conoce la alegoría o el simbolismo que encierra cuando hace referencia a la España en guerra, podría decir que esa pintura es horrorosa. El estilo picassiano era muy adecuado para mostrar la muerte y el sufrimiento. En un texto sobre el Guernica de Pablo Picasso en la revista del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de España, se lee lo siguiente:
“Pablo Picasso pintó el Guernica por encargo del Gobierno de la República para el Pabellón Español en la Exposición Internacional de París de 1937. Testimonio y denuncia del bombardeo de la población vasca por la aviación alemana, aliada de los sublevados, se considera una obra fundamental para el arte del s. XX y sigue siendo un símbolo universal de la lucha contra la opresión”.
Quizá los trazos del cubismo no sean tan estéticos para algunos, pero el mensaje alegórico y semiótico del cuadro me conducen a regiones poéticas, lo mismo que el sustrato conceptual. Se puede acceder al estado o experiencia poética por la desrealización. Por ese medio, y conociendo sus límites, se accede a experiencias de sublimación emocional a partir de las siniestras escenas de la guerra. Recuerden las aseveraciones de Emmanuel Kant, Rainer María Rilke y Eugenio Trías en sus versiones de lo siniestro cuando constituye condición y límite de lo bello. Si al Guernica se le da otra mirada, la del profesional de la Física, apreciaría la maravilla artística de la escena en un mundo bidimensional, que es el hábitat espacial de las figuras en representación. Residimos en un espacio tridimensional; el ojo humano muestra solo dos dimensiones. Es el cerebro que integra las imágenes de ambos ojos para percibir profundidad, o sea, las tres dimensiones. Lo genial de Guernica y la esencia cubista es que el cerebro procesa en dos dimensiones las figuras del cuadro. Lo profundo lo trae hacia delante y representa todas las partes del objeto.
Esos estadios poéticos
En otros textos ya hemos comentado sobre los estados o estadios poéticos. Desde nuestro enfoque, tienen tres fuentes: material, mental y espiritual. El material es una construcción física y sensible desde lo externo. El mental y el espiritual también son construcciones, pero desde el interior del individuo humano. Lo mental se asocia a lo psíquico; lo espiritual, a lo psíquico y divino a la vez.
En cuanto a lo mental y espiritual, algunos los sindican como del alma. Lo cotidiano se convierte en sagrado —utilizado aquí como símbolo de adoración divina—; lo material y no material, en conciencia. No son los mismos, estados poéticos que los de conciencia; pero los de conciencia, en su constitución, necesariamente tienen un componente poético. No existe conciencia sin conocimiento y sin poesía. Si se incluye lo religioso o divino, se diría que la conciencia no existiría sin la fe. Otros también incluyen lo ético.
De esa manera se le agregarían otros conceptos y disciplinas que aportarían cada vez más un valor agregado en la conformación de una consciencia cósmica. Pero esos son temas que generan otras hipótesis, análisis y discusiones. Lo que se está claro es que no existiría conciencia sin lenguaje y que el lenguaje poético nos aproxima a cierto tipo de metaconciencia. Estoy muy consciente de los riesgos que conllevan estos juicios. También, la negación y la nulidad son puentes colgantes tendidos sobre los abismos de la conciencia misma.
Para tranquilidad, los silencios y abismos siempre se producirán. Cultivando la excelencia, pueden ser controlados. La poesía no existirá de forma pura, perfecta, cuando es escritura de humanos. Sí, se le aplica la ley de entropía; también, el texto perderá todo su potencial que lo conforma para estallar y abrir campos sensibles. En mis años juveniles, cuando leí esta metáfora de Homero en la Odisea: “la aurora de rosáceos dedos”, me llevó a una experiencia poética de alta escala en mi morada subliminal. Hoy, aunque lo sigue haciendo, me deja en el portal de esa morada. No es que haya abismos en sus campos conceptuales o semióticos. Es un asunto de temporalidad. Es que las sensibilidades no son las mismas varias décadas después. Lo más probable es que mi neuroplasticidad cerebral no sea la misma. Esos circuitos neuronales ya han sido reemplazados por otros, aunque se afirma que se puede tener el mismo resultado sensible con redes o circuitos neuronales diferentes.
Domingo 23 de marzo de 2025
Publicación para Acento No. 143
Virgilio López Azuán en Acento.com.do
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