La simbiosis existente entre pájaro y árbol siempre ha sido muy evidente. Un ave llega al árbol o nace en él y allí habita y cual "poeta de la naturaleza", siempre canta para expresarse. Pero que un pájaro haga cantar al árbol, eso ya la corresponde al hombre y a la poesía.
El autor de "PÁJARO QUE HACE CANTAR AL ÁRBOL", Premio Anual de Poesía Salomé Ureña de Henríquez 2023, Editora Nacional 2024. Don Aquiles Julián, hace que su poesía le de voz al que no la tiene. A aquellas personas (árboles) que, por temor a represalias, tanto internas como externas, no pueden expresar su voz interior, esa que, como en el siguiente poema, habita en cada uno de nosotros:
"La voz oscura que te habla,
la inaudible que escuchas;
la voz que instruye que murmura;
esa voz que adivinas y procuras;
la voz cuyo dulzor amargo.
La voz que escuece y que remuerde;
la voz que te carcome y que te astilla;
más que voz, puñetazo en plena cara,
esa es la voz que ahora te conmina:
la voz que no se calla". (Pág. 17)
A pesar de que que se pregunta "¿Y si el silencio es mi mayor discurso?" (Pág 19) se muestra seguro cuando dice "lo no dicho es lo que en verdad busco/ tras lo dicho”. (Pág.20)
Recoge, entre metáforas, las palabras que van cayendo hacia el silencio y hace de ellas un alfabeto, un idioma o dialecto de donde hace retoñar la voz del desamparado:
" TU VOZ
se me deshoja,
palabra por palabra,
silencio tras silencio,
y termino con nada.
Y es en ese momento
en que me hablas". (Pág. 29)
Pero Julián, puede ver más allá. No solo podemos gritar y articular palabras, él sabe que las expresiones más radicales, más sublimes, más insobornables, se comunican en un silencio hablante, que no se calla por más ataduras y censuras que un mundo intolerable coloque en nuestros labios y dice:
"NO NECESITAS
decir nada,
cuando tu simple presencia dice todo.
¿para qué ensuciar este silencio
que expresa todo,
con palabras?" (Pág. 43)
Don Aquiles, nos mira a la cara, nos conmina a conocernos a reflejar nuestra identidad para que tengamos una personalidad más fuerte, para que el impacto de nuestro mensaje sea objetivo y veraz. Debemos desmentirnos nosotros mismo,"Observate en tu única verdad…"(Pág 44), y entonces ser ese árbol que reverdezca y que ampara bajo su sombra todo lo que no es superficial.
La voz interior, esa raiz que va ganando terreno dentro de nosotros. Quizás sea una sola voz, quizás dos o tal vez muchas más. Nuestro poeta ha identificado varias voces que lo acompañan y nos hace partícipes de ello, pues, con seguridad, tambien nosotros hemos escuchado algún eco que se repite y se repite en nuestras cabezas:
"YO SUELO VIVIR A TRES YOES DE DISTANCIA DE MÍ,
así que cuando hablo, apenas escucho el eco del eco del eco de lo que dije, y no sé
si lo que pienso que oigo tiene algo que ver con lo que el yo
inicial dijo en verdad.
Miro cuando les pasan cosas
y es como algo ajeno.
los veo debatirse y compadezco sus luchas, sus dilemas.
Guardianes que me cuidan, esos yoes.
Un poco más allá de ellos
estoy yo". (Pág 46)
Pero a veces "Lo que no he dicho se rebela, /se alza en armas, /cañonea y se juega el todo o nada, /toma mi boca por la fuerza/ y decide ser, vivir, salir afuera”. (Pág 47), así nacen los lideres, las personas que luchan por la libertad, por los derechos humanos, por la familia. Esa voz interior se torna impaciente y de pronto:
" ÁBRETE
de par en par,
palabra.
Vuelca hacia afuera tus sentidos,
muestra tus brillos,
para dejar que andemos
tus caminos”. (Pág.54)
Nuestro autor duda. No sabe si las palabras están dentro de nosotros aún, pero se muestra seguro de saber que la buscamos, que "LA CARNE SE NOS LLENA/ de palabras nuevas…" Dice que "Se las ve por la piel/ vagar sin rumbo…" luego se resigna vagamente y arremete contra la ignorancia: "No sé por qué la buscan,/ si todavía no llegan a palabras", palabras que no son palabras, ¡brillante!
Pero, nuestro poeta, nunca se da por vencido. Existen las palabras dentro del ser, aunque quizas aún no se hayan desarrollado o no hayan alcanzado la madurez necesaria. Entonces, nuestro autor, como todo creador, extiende sus brazos hacia el día y con una voz intensa y profunda repite y declama ante el mundo:
"QUE LA PALABRA
se abra de par en par
y en ella
habiten la quietud
y el furor,la paz,
la rabia sorda;
canto y grito,
estridencia y silencio;
la sombra con su luz,
y entre sus brazos
aniden y florezcan
todos
los abrazos". (Pág 83)
Los árboles, entonces, ahora cantamos.
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