Mientras alguien lea, libro escrito por Marino Berigüete, no es un simple ensayo sobre la lectura: es un mundo de experiencias plasmadas en unas cuantas páginas que valen por miles. Es la madurez del autor que nos comparte su sabiduría y nos alienta a leer para descubrir “dimensiones ocultas de la propia conciencia” (pág. 16).
Marino Berigüete, connotado escritor, abogado y diplomático nacido en Barahona, República Dominicana evoca su inicio como lector desde muy pequeño, frente al mar, donde la contemplación del horizonte y las agitadas aguas se fundían en un lenguaje entonces incomprendido. Ese instante, del rumor de las aguas, marcó el inicio de una biblioteca interior de conocimientos que irradiarían más tarde como inspiración para una incesante lectura. Hoy, esa pasión lo conduce a escribir este ensayo, Mientras alguien lea, que queda para la eternidad y le da reanimación boca a boca a la lectura.
Mientras alguien lea no son solo las palabras del autor: también es un viaje por el mundo del conocimiento de destacados escritores que han plasmado sus ideas como esperanza para transformar la vida de cada persona capaz de ver en la lectura un sustento del saber. Newton expresó con humildad: “Si he visto más lejos, es porque estoy sentado sobre los hombros de un gigante” (pág. 17).
Vargas Llosa lo advirtió en La civilización del espectáculo: “Cuando la cultura renuncia a los libros, se desliza hacia la frivolidad, pierde densidad, se disuelve en lo efímero. La lectura, por el contrario, sostiene los vínculos invisibles que hacen posible la vida cultural” (pág. 16).
Este ensayo de 66 páginas, impreso en el 2025 por la impresora CONADEX, tiene una portada oscura, pero de ella resurgen como mensaje de esperanza las iluminadas palabras «Mientras alguien lea». Y no es para menos cuando el autor expresa en la pág. 15 que el totalitarismo teme a los libros, porque en cada página puede incubarse la insubordinación del pensamiento. Agrega que Octavio Paz lo dijo con claridad: “La libertad no se hereda, se conquista cada día”. Y continúa: “Esa conquista cotidiana se libra también en la práctica silenciosa de la lectura, en el gesto aparentemente trivial de abrir un libro y entregarse a su contenido con una atención activa”.

Si bien Berigüete insta a leer, también advierte que no toda lectura ilumina, pues existen textos concebidos como propaganda, como instrumento de odio o manipulación. “Por eso no basta con leer: hay que leer críticamente, con detenimiento. La lectura no garantiza virtud ni libertad, pero ofrece los instrumentos para conquistarlas”.
Introducirse en este pequeño gigante es sumergirse en un baño de conocimiento y motivación para leer con la parsimonia que necesitan los seres humanos de este tiempo estresante y acelerado. Este contexto no escapa al autor cuando expresa (pág. 18): “Leer exige lentitud, concede tiempo para el matiz, obliga a la reflexión. En un mundo acelerado y ruidoso, esa lentitud es un acto de resistencia contra la superficialidad. Simone Weil escribió que ‘la atención es la forma más pura de generosidad’. Leer es cautivar esa atención, entrenarla contra el vértigo de lo inmediato”.
Decidirse a leer este libro es como entrar, bajo un calor infernal, en un bosque que de inmediato ofrece un golpe de frescura; poco a poco el cuerpo recibe una inyección de bienestar que reanima las venas de la sabiduría.
Leer en el siglo XXI
Marino Berigüete afirma que leer en el siglo XXI también significa defender la democracia: “No hay sistema democrático estable sin ciudadanos críticos, capaces de evaluar discursos, de sospechar de promesas, de cuestionar verdades oficiales” (pág. 25). «Otra razón decisiva: leer enseña a pensar críticamente, y la crítica es el antídoto más poderoso contra la manipulación digital. Nunca en la historia habíamos estado tan expuestos a la mentira, a la posverdad, a la propaganda disfrazada de noticia» (pág. 22).
Leer desarrolla una mente crítica y genera imaginación. El autor sostiene que sin imaginación no hay posibilidad de pensar en un mundo distinto ni de concebir alternativas de proyectos futuros. “La lectura es gimnasia de la imaginación, y una sociedad sin imaginación es una sociedad condenada a repetir su presente sin posibilidad de cambio” (pág. 32).
Leer no debe ser un acto de obligación. El libro debe atrapar, levantar la sensibilidad del lector y decirle desde el inicio: conmigo te vas a divertir, vas a aprender muchas cosas, y al final serás más hábil. En ese sentido, Marino Berigüete expresa que no se debe tener miedo de abandonar un libro. “¿Por qué nos imponemos terminar lo que no nos convence, lo que no nos dice nada, lo que nos aburre sin remedio? La vida es breve y los libros infinitos. Leer debe ser un acto de libertad, no de obligación”.
En conclusión
El autor escribe cada palabra con una prosa clara y precisa. No deja espacio a la interpretación y como educador enfoca su mensaje de manera certera al público a quien va dirigido. “Leer significa prolongar la memoria, ensanchar la experiencia, ejercitar la imaginación, fortalecer la razón. Sin lectura no hay conocimiento que perdure, no hay pensamiento crítico, no hay posibilidad de diálogo entre generaciones” (pág. 45).
Marino Berigüete, quien me honra ser mi coterráneo, con este libro Mientras alguien lea, más que motivar a la lectura, nos ofrece —desde su experiencia acumulada a lo largo de los años— un regalo gratuito a las generaciones presentes y futuras. Este libro es un detonador que hace estallar la dinamita dormida de la lectura.
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