Luego de varios meses sin escribir esta serie de artículos que llevo haciendo hace unos años, con conclusiones para nuestro sector, retomo y analizo de nuevo algunos hallazgos sobre nuestra capacidad de activar la circulación del libro en República Dominicana, ahora con más información y experiencias que me conducen a nuevos horizontes.
Durante la más reciente edición de nuestro Festival de Escritura Dominicana (FESD), en marzo pasado, me di cuenta de aspectos mucho más importantes en la construcción de una nueva industria para avanzar en este hervidero que se ha forjado en la literatura dominicana.
Después de mi visita a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2024, me di cuenta que la mayoría de los problemas que hemos enfrentado en este sector, aún en embrión, no ha sido por un sistema editorial quebrantado, ni incapacidades para negociar o hacer dinero con la cultura; ha sido más bien por jolgorio continuo, a veces indetenible, una bulla reincidente, que nos recurre una y otra vez y que nos ha impide avanzar a zancadas, nos distrae. Eso ha evitado tantas veces movernos hacia delante…, hacia ese maravilloso ecosistema cultural y empresarial que tantos hemos anhelado en la República Dominicana.
El gran fallo no está en la forma de ver la cultura como comercio, en la formación empresarial de editores, libreros, etc., y otras cosas que hemos argumentado durante años, si no en la forma en que la literatura ha sido semejada, en este mundillo local que representa la R.D. y también a nivel global.
Nada de eso ha sido, es más bien lo que representa ser parte del arte y la cultura de… la literatura… como se vive, se valora, se asimila y se mira por quienes gestionamos y vivimos por la literatura, lo que representa en nuestros países ser escritor, ser un artista de la palabra. Y más aun cómo nos hemos relacionando por largo tiempo, ¡pero por largooo!
Existen tres componentes por los que la circulación del libro en el país, por qué la labor de multiplicar lectores no prospera… y continúa siendo una tarea colosal para muchos de nosotros:
- La falta de bases organizacionales que funcionen en cada tipo de proyecto, instituciones y/o empresas públicas y privadas que gestionan la cultura.
- Financiamiento, clave para una gestión de cambio, por activa o por activa.
- El componente humano, el de mayor importancia para operar la cultura, para hacerla más ágil, flexible y produzca resultados en un tiempo prudente para entrar en nuevos niveles.
Esto lo he acuñado como leading art o leading the art management, es un tipo de gestión práctica, accionable y estratégica, que crea bases fuertes sostenidas en métodos, procesos, ordenes jerárquicos que funcionan en la práctica, y otras formas de gestión que conforman la base moderna del management: planificación, coordinación, organización, dirección y control. Herramientas o área de la gestión de capital humano como el entrenamiento, el desempeño de equipos, mejores sistemas de información gerencial para el event planning y muchas más cosas que traen la gestión de hoy.
¿Por qué decimos que la literatura en los países del Caribe, incluyamos en esta primera etapa Puerto Rico, Haití y en otros casos con mayores desafíos como Cuba y Venezuela no son capaces de innovar y dar pasos agigantados para el despegue de un mercado de lectores en otros países y en el suyo propio? ¿por qué ha sido tan difícil llegar a nuevos estados, que nos dirijan a formas de gestión normalizadas en empresas globales y otros industrias?
El segundo componente es el que puede definir el futuro del libro en R.D. y cualquiera de los países a los que nos referimos. La cultura es un elemento clave del desarrollo no solo de nuestro país sino de todos los países que forman este gran Caribe. La cultura es para muchos de nosotros un monstruo, sin las condiciones financieras para tener éxito; o bien que lo intenta con garra, y no consigue lograrlo, organizarse y tener las bases que muevan el libro y las actividades que muevan los lectores. Un monstruo que se mueve de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, hacia adelante, hacia atrás en un baile cansón que no acaba, que nunca acaba, porque sí, porque es un órgano vivo, que no se maneja o gestiona fácilmente: necesita tantas cosas: palpitar, respirar, alimentarse, bailar, conversar…. y se mueve entre cada uno de nosotros agitado y alterado casi todo el tiempo, por lo menos así es en este Caribe.
Pero, ¿por qué si la literatura es un instrumento clave para el desarrollo de nuestro país, por qué sigue siendo tan poco urgente su inversión?, ¿si es tan necesario para ser y estar en nuestros países por que es tan difícil establecer formas eficientes de hacer cultura? Tenemos aún techos que ampliar para que más entidades puedan ser parte del negocio de los libros y todo lo que mueve… el libro. En general, para que el apoyo económico siga llegando y saciar estas necesidades y esa constante sensación de querer más que tiene el mercado de la cultura en nuestros países. Conozco el caso de tantas personas que ha apostado a ella en muchas partes de nuestro Caribe y país, que no creo que haga falta algo más para dar a conocer la necesidad que es tener, hacer y “saber cultura”. El financiamiento aunque es imprescindible en todas las partes del mundo, en el Caribe debería ser casi una necesidad, como alimentarse, tener acceso a la salud o garantía de seguridad ciudadana.
Muchas veces, por falta de apoyo, hay caminos que muchos gestores han tenido que transitar solos. El techo a romper como país, no es solamente para el tema de apoyos de financiero o altas posiciones en instituciones públicas o privadas que sirvan de brecha para el éxito del tema en cuestión, es una conciencia colectiva que nos pide evolucionar sobre cómo la financiación nos implora sentarnos a conversar en un one to one hasta amistoso y cercano y que genere confianza de lo mucho que hay que hacer para promover el libro; pues las palabras escritas están salvan, están para servir y sanar los pueblos. Cuando afirmo que la cultura es un monstruo que sale y se desborda por los extremos y las esquinas…, es que ciertamente no hay forma de controlar su fuerza, pero si podemos apoyar y propiciar el potencial de éxito que tiene y entender todos, ¿cómo nos beneficia el comercio del libro? ¿Cómo las marcas pueden hacer parte de sus principios valorar el libro como una herramienta clave para el bienestar, la felicidad y el desarrollo de la sociedad dominicana? Pareciera una quimera pero es más necesario y tangible de lo que pensamos para todos.
Estoy segura que las empresas contarían con aliados comprometidos que permitirían a las marcas en un tiempo prudente lograr resultados en la tarea de propiciar el consumo del libro.
El tercer componente es el de mayores riesgos, ¿cómo es que la necesidad de hacer bien las cosas, es aquella que impide el incremento “de lo que sea que sea” que anhelamos para la literatura. Ese eso lo que ha mantenido en un status sub quo todo el mejunje maravilloso que aún nos queda en la mano, me explico…
Nuestra industria no ha volado por lo aires, no por falta de talentos, capacitarnos en el aspecto comercial o por incapacidades Xs, ha sido más por ser insiders frente a nuestros propios dilemas y conflictos culturales en torno a la literatura.
Desde nuestro silla, desde nuestra ventana entendimos que estas son las mayores razones de por qué la cultura en República Dominicana no da saltos mortales y vuela por los aires, como diría la promo de unos de los programas más cool que ha parido el entretenimiento dominicano hace décadas. Aún no tenemos claro el impacto que implica leer y escribir por encima de creadores, gestores, líderes en general, desde aquí solo estamos dándole forma a un modelo que hemos ido tejiendo, casi bordando día a día, noche a noche, hasta encontrar respuestas e ir generando otros espacios de diálogo para ampliar el trabajo cultural que se hace desde el Caribe. Adolecemos de lo mismo, una neutralidad a veces sin intención frente a al activo más importante para el desarrollo en este país, que nos pone en bandeja una y otra vez la lectura y escritura.
La cultura no se financia así misma, mucho menos contiene una garantía de éxito por sí sola, se gestiona exitosamente haciendo equipo. Pareciera ser una premisa simple para lo que implica. La propia naturaleza de la literatura es la que han provocado que esa cierta incapacidad de hacer las cosas que deberíamos hacer hace un cierto tiempazo para un país con tantos matices, colores, variopinto a la hora hacer arte y vivir la cultura. Seguimos parqueados en el qué, más que en el cómo, cuando es el cómo el que nos regalará un futuro maravilloso a muchas otras generaciones.
Lo único que necesitamos para potenciar el desarrollo de todos, quiero decir con ello a otras literaturas en los países del gran Caribe, es caminar forjando un mercado de más lectores que puedan dejar una nuevas formas de hacer, disfrutar y vivir la literatura… donde se dinamice como refugio las artes para todos.
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