Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, nació el 17 de febrero de 1836 en Sevilla, España, su padre era el pintor José Domínguez Insausti, quien utilizaba el seudónimo de Bécquer, de ahí su apellido.
Con apenas cuatro años queda huérfano de padre, va al Colegio San Telmo de Sevilla donde se inicia en las letras. A la muerte de su madre queda a cargo de sus tíos maternos y luego de su madrina Manuela Monnehay Moreno.
Leyó los Clásicos de la literatura en la biblioteca de su madrina. Su tío paterno le sentenciaba: 'Tu no serás nunca un buen pintor, sino un mal literato' cuan equivocado estaba; Gustavo Adolfo Bécquer, figura entre los grandes poetas líricos de la literatura universal.
Su musa, la bella cantante de ópera Julia Espín le inspiro las primeras ’Rimas' y le escribió ’Cartas literarias a una mujer´'
A los 21 años, le diagnostican tuberculosis, enfermedad prácticamente incurable en su tiempo, es posible que esta condición de salud determinara la presencia del tema de la muerte en sus poesías y relatos.
Se casa en 1861 con Casta Esteban Navarro con quien procrea tres hijos, dos años más tarde tiene una recaída en su enfermedad y se recluye en el Monasterio de Veruela en Zaragoza donde escribe: 'Desde mi celda'.
En su lecho de muerte pide a su amigo Augusto Ferrán que queme las cartas y que publique su obra. Muere en Madrid el 22 de diciembre de 1870 con apenas treinta y cuatro años de edad.
Tuvo el presentimiento de que después de muerto, iba a ser más y mejor conocido. Al año siguiente de su partida se publicaron en dos volúmenes sus obras que fueron aprobadas por la crítica y el público.
Sus rimas son lamentos desgarradores y breves, tiernos y melancólicos que versan sobre las desilusiones del amor, la ingratitud del ser amado, la soledad de los muertos. La poesía fluye de igual manera en sus leyendas que son fascinantes relatos que exploran la naturaleza y la muerte y algunas tienen un aire de misterio y melancolía, como ’Los ojos verdes' , 'El rayo de luna'. 'la leyenda del gnomo' 'Maese, el organista', 'La rosa de pasión' entre otras más.
A continuación, comparto algunas de las rimas que he disfrutado:
IV
No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía. …
XVII
Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto…la he visto y me ha mirado
¡Hoy creo en Dios!
XX
Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrazada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.
XXIII
Por una mirada un mundo;
por una sonrisa, un cielo,
por un beso …yo no se
que te diera por un beso.
XLIV
Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo;
a que fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
Llora; ¡nadie nos mira!
¡Ya ves, yo soy un hombre… y también lloro!
LXI
Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda, próximo a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral)
una oración, al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa,
¿quién vendrá a llorar?
¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo
quién se acordará?
La leyenda de los ojos verdes, de Gustavo Adolfo Bécquer
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