La nueva frontera imperialista

Como resultado de la Guerra Hispano-cubano-estadounidense, España cedió Cuba y Puerto Rico a los Estados Unidos en 1898. Desde entonces, la nueva potencia mundial se concentró en dominar todo el Caribe por sus ventajas para el tráfico aéreo y marítimo entre el norte y el sur del continente, sea con interés económico o militar. Tras esa meta, los presidentes estadounidenses Theodore Roosevelt (1901-1909), William Howard Taft (1909-1913) y Woodrow Wilson (1913-1921) dieron los primeros pasos. El primero impuso en la región la política de mano dura o del big stick. En aparente negación al uso de la fuerza, Taft contempló cambiar las balas por las inversiones a través de la diplomacia del dólar; en cambio, Wilson simuló una diplomacia moral como apoyo a las ideas liberales.

Primeras presas de la nueva frontera                                          

Para conectar los océanos Atlántico y Pacífico, Estados Unidos gestionó con el gobierno de Colombia la construcción de un canal en el Istmo de Panamá. La idea fue acordada en1903 mediante el tratado Herrán-Jay, pero, el Senado colombiano la rechazó por onerosa. Aunque parezca insólito, con el apoyo de conservadores y liberales como José Agustín Arango, Juan Esteban Huertas y Manuel Amador Guerrero, Estados Unidos logró separar el Istmo de Colombia y proclamar su independencia en noviembre de 1903. Es decir, creó un Estado en escasos días, mientras otros se tomaron siglos. Su primer presidente fue Amador Guerrero (1904-1908) responsable, en parte, de la inauguración del canal en 1914. Su estatus se mantuvo intacto hasta 1977, cuando el general Omar Torrijos lo reorientó inspirado en la consigna: no quiero entrar a la historia, quiero entrar al canal de Panamá.  

Honduras, Nicaragua y Haití fueron parte de la nueva frontera imperialista. Asombra saber que, entre 1903 y 1925, el primero padeció cinco invasiones de marines en respaldo a la Standard Fruit Co., a la United Fruit Co., y a su esquema político y financiero. En cuanto a Nicaragua, la defensa de las bananeras y el control de recursos naturales como el río San Juan, provocaron el desembarco de marines. En 1912, llegaron unos 3,000; y 5,000 en 1925, presentes en tierra nica hasta 1934, a pesar de la resistencia de los generales Benjamín Zeledón, Emiliano Chamorro, César Augusto Sandino y otros. Igual suerte corrió Haití, ocupado militarmente por los Estados Unidos en 1915, y a su salida en 1934, expresa Susy Castor, dejaron un sistema bastardo de “democracia representativa” que evolucionó hacia el fascismo duvalierista”, como había sucedido antes con el fascismo trujillista.

El caso dominicano. Señales de control

El desarrollo de la agricultura de exportación, especialmente de la industria azucarera; y la inestabilidad política de los inicios del siglo XX, facilitaron el control de los Estados Unidos en la República Dominicana. Sus intervenciones se concentraron en establecer el estado real de la deuda pública y superar el caos financiero que provocaba. Ante la presión, en enero de 1903, el presidente Vásquez reconoció que la deuda del gobierno con la Improvement Co. ascendía a 4,5 millones de dólares y, para fines de pago, firmó un protocolo que autorizaba la intervención de las aduanas por los Estados Unidos.

A esta medida siguió la firma del laudo arbitral en junio de 1904 controlado por un agente financiero estadounidense, cuya función era autorizar los gastos y pagos del gobierno dominicano. En febrero siguiente, Thomas Dawson y Albert C. Dillingham asumieron la asignación del 45% de las recaudaciones aduanales para gastos públicos y el 55% para el pago de la deuda. Por su drasticidad, esta decisión se aplicó desde marzo mediante un acuerdo llamado Modus Vivendi. Estas y otras concesiones fueron aprobadas por el presidente Ramón Cáceres con la firma de la Convención Dominico-Americana, ratificada por el Congreso dominicano en mayo de 1907.

Desembarcos de marines 

La solución a la crisis financiera impuesta por los Estados Unidos, más que por violar la soberanía, fue rechazada por caciques que defendían beneficios particulares. Conocedores de su carácter levantisco, para limitar sus conspiraciones, las fuerzas interventoras respaldaron a los presidentes que les eran afines. Así lo muestran los desembarcos realizados en enero de 1904 en Azua, Santo Domingo y Puerto Plata; y el bombardeo de Villa Duarte en febrero,  contra Juan Isidro Jimenes y a favor de Carlos Morales Languasco.

Las tensiones generadas por las revueltas hasta por la demanda de cargos públicos bajaron durante la administración de Ramón Cáceres, quien las combatió con dureza en la Línea Noroeste. Pero, a su caída en noviembre de 1911, retornó la pugnacidad por el poder, tan activa, que el secretario de Estado Philander Chase Knox, afirmó que solo podía ser frenada por el desembarco de tropas estadounidenses. Mientras llegada ese momento, logró la formación de una comisión de pacificación a cargo del general Frank McInteyre y del señor W. T. Doyle, quienes llegaron al país en octubre de 1912 acompañados de 750 marines.

El método de esta comisión fue el de la persuasión forzosa: se acatan sus recomendaciones o se imponen por la fuerza. En ese ambiente, los “pacificadores” lograron la renuncia del presidente Eladio Victoria el 26 de noviembre de 1912, y en una semana lo sustituyeron por monseñor Adolfo Alejandro Nouel. Decepcionado por las pasiones políticas y el rechazo de los Estados Unidos a sus planes de celebrar elecciones, presentó renuncia en marzo de 1913. Al mes siguiente, el Congreso le sustituyó por el general horacista José Bordas Valdez, quien sucumbió ante el acoso de jimenistas, legalistas o seguidores del general Luis Felipe Vidal y de partidarios de Federico Velázquez. Por iniciativa del ministro James Sullivan, la conjunción de estas fuerzas instaló al doctor Ramón Báez en la presidencia el 27 de agosto de 1914.

Con la fiscalización de las fuerzas de ocupación, el nuevo presidente celebró las elecciones presidenciales el 25, 26 y 27 de octubre de 1914. Estas, sin que faltaran los alegatos de fraude, fueron ganadas por Juan Isidro Jimenes al lograr 40,076 votos, contra 39,632 de Horacio Vásquez. El caudillo de los bolos tomó juramento el 5 de diciembre de 1914, sin imaginar que su gestión sería frustrada por las demandas exageradas del general Desiderio Arias, ministro de Guerra y Marina; por la presión armada de los horacistas y por las exigencias de los Estados Unidos. Estas eran tan extremas que provocaron su renuncia el 7 de mayo de 1916. Mas, sus ministros debieron continuar advertidos por William Russell en el sentido de que su renuncia provocaría la instalación inmediata de un gobierno militar de los Estados Unidos. Historiadores sostiene que los opositores de Juan Isidro Jimenes: “celebraron ruidosamente aquello que debió sumirlos en honda aflicción”.

Como ministro de Guerra y Marina, Desiderio Arias mantenía el control de la Capital a pesar de la renuncia del presidente Jimenes, contrariando los planes del contraalmirante William Banks Caperton. Este, al no recibir señales de capitulación, notificó al general Arias que de no deponer las armas en 48 horas, ocuparía la ciudad de Santo Domingo con sus tropas. Contra su imagen de guerrero indomable, el 15 de mayo de 1916, el general conminado tuvo que abandonar la Capital con sus tropas.

El Gobierno Militar de ocupación

Para legitimar la ocupación, el 26 de junio1916, Estados Unidos logró del Congreso la elección de Francisco Henríquez y Carvajal como presidente de la República, quien tomó juramento el 31 de julio, al salir de Santiago de Cuba, donde ejercía como médico. Se reconoce que no asumió el rol de títere de los Estados Unidos, pues resistió las limitaciones administrativas y financieras impuestas por el receptor de aduanas C. H. Baxer. Su posición sirvió de pretexto para que, el 29 de noviembre, el capitán de navío, Harry S. Knapp, alegando incumplimiento de la convención de 1907 y la inestabilidad que afectaba al país; anunciara que procedía a la instalación del Gobierno de Ocupación Militar en la República Dominicana.

Medidas Gobierno militar de ocupación en la República Dominicana

  • Creación de la Guardia Nacional       – Desarme de la población
  • Creación del Tribunal Superior de Tierras – Construcción de carreteras, escuelas y hospitales
  • Aprobación Ley de Enseñanza Pública     – Creación de la Secretaría de Salud y Beneficencia
  • Creación del Departamento de Trabajo     – Creación de la Oficina de Control de Alimentos
  • Nulidad de las concesiones antes de 1916 – Límites a la inversión en la industria azucarera.

El plan de reforma del Gobierno militar se concentró en la educación, la salud, obras públicas y en el aspecto militar. En las primeras áreas no hubo avances en el nivel deseado por limitaciones financieras, técnicas y culturales, pero, se avanzó en cuanto a las obras públicas, aunque en medio del despilfarro y el clientelismo político. En este aspecto tenía prioridad la construcción de las carreteras por su utilidad económica y militar. Igual provecho se logró con la creación del Tribunal Superior de Tierras, garante de la inversión norteamericana.

Resistencia patriótica                                                         

En julio de 1916, comandados por Carlos Daniel y Máximo Cabral, unos 80 patriotas, sin formación ni pertrechos militares, se enfrentaron a los invasores en La Barranquita cerca de Mao. A pesar del arrojo de los dominicanos, se impuso la superioridad bélica y numérica de los marines. Días después, los ocupantes también fueron enfrentados en Puerto Plata por el general Apolinar Rey. Además, la resistencia se expresó el 24 de octubre, cuando vecinos de Villa de Duarte trataron de impedir el apresamiento del general Ramón Batista. En medio de una balacera, murieron el capitán Lowe, algunos soldados y dicho general.

En enero de 1917, con apenas 19 años de edad, Gregorio Urbano Gilbert, asaltó un pelotón de marines en el muelle de San Pedro de Macorís y, portando un revólver y un cuchillo, dio muerte al capitán C. H. Burton, su comandante. Reiteró su patriotismo al combatir en 1928 a los yankis en Nicaragua, junto al general Sandino. Enfermo, mostró su apoyo a los constitucionalistas que lucharon en 1965 contra la segunda invasión yanki en Santo Domingo.

La resistencia al Gobierno de Ocupación Militar y sus colaboradores locales fue consistente hasta 1920. Por su método indescifrable de combate, los alzados rurales fueron reconocidos como guerrilleros, especie de expresión nacionalista de los gavilleros que actuaban antes de 1916 alrededor de los caudillos y, en ocasiones, en actividades ilícitas. Ambas expresiones han sido estudiadas con profundidad por la historiadora María Filomena González. Su influencia fue mayor en el Este, y en menor grado en el norte y el nordeste del país. Entre sus líderes cuentan: Ramón Natera, Cayo Báez, Vicente Evangelista, Luciano Reyes, Martín Peguero, Marcial Guerrero, Félix Laureano y otros. A pesar de su firmeza, se impuso la represión brutal de los marines, por lo cual fue aprobada la amnistía ofrecida por los invasores en 1922.

La presencia de las tropas interventoras también provocó la reacción de los campesinos en el sur del país. Su mayor expresión se reconoce como el movimiento liborista, con sede en San Juan de la Maguana, Más allá de lo político, estaba la demanda de reivindicaciones sociales y económicas. Su líder, Liborio Mateo, fue asesinado por los marines en junio de 1922.

A la resistencia armada se sumó la protesta urbana. A mediados de 1919, Francisco Henríquez y Carvajal fundó la Comisión Nacionalista del Exterior por el restablecimiento de la soberanía dominicana, y al año siguiente, Américo Lugo y Emiliano Tejera fundaron la Unión Nacionalista, por el retorno del país a la vida independiente. El mismo propósito tenía la Asociación de Jóvenes Dominicanos, formada en Santiago en 1921 por Rafael Vidal, Pericles Franco, Rafael Estrella Ureña y Vicente Tolentino. Todos fueron reprimidos brutalmente.

El plan de desocupación                  

Gracias a la crisis que afectaba a la economía internacional, desde finales de 1920, el precio del azúcar bajó de 25 a 7 centavos la libra, y a menos de dos al año siguiente. Esa situación influyó en la presentación de un plan de desocupación que mantenía el control de las aduanas e incluía un préstamo por 25 millones de dólares. El plan fue firmado en octubre de 1922 por el secretario de Estado, Charles Evanas Hughes; y el dominicano Francisco J. Peynado, por lo que se conoció como el Plan Hughes-Peynado. Fruto de ese acuerdo, Juan Bautista Vicini Burgos fue designado presidente provisional con el encargo de organizar las elecciones nacionales en dos años. De ese modo, el 12 de julio de 1924, tras derrotar a Francisco J. Peynado, Horacio Vásquez asumió la presidencia de la República y, días después, se inició la salida, de a poquito, de las tropas estadounidenses de ocupación. Es que, su permanencia en el  país ya no era necesaria, pues dejaban el sentimiento nacional caído, y Trujillo quedaba por ellos.

Héctor Luis Martínez

Historiador y educador.

Héctor Luis Martínez, historiador, editor y educador dominicano. Profesor titular de la cátedra de Historia Dominicana. Ha colaborado en las revistas Clío, de la Academia Dominicana de la Historia; País Cultural, del Ministerio de Cultura; Ecos, del Instituto de Historia (UASD); e Historia, del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Articulista invitado de los periódicos Listín Diario, Hoy y El Universitario.

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