Aunque predomina en nuestro país una cultura del “libro físico”, que es una cultura del soporte (papel) y no del formato (libro), es tiempo de revisar, de cara al futuro y a la viabilidad de nuestra literatura, esa preferencia.
El formato libro, que es una manera de organizar y presentar información, ha cambiado muchas veces de soporte material: tablillas de barro, piedra, metal, papiro, cuero, papel… y ahora tinta electrónica y ereaders.
Entender la diferencia entre soporte, el medio en que recibimos el formato, que ha variado según la tecnología y el desarrollo, y formato, que es una estructura de organización y presentación de la información, importa.
El libro es un formato que puede llegarnos en distintos soportes. Los escritores dominicanos no tenemos otra opción más inteligente y conveniente que aprovechar el ebook como soporte para dar a conocer, proyectar y conservar nuestros textos.
La realidad editorial dominicana nos es adversa, porque carecemos de un circuito de distribución y circulación de los libros. Por igual, carecemos de editoriales, no importa cuentas imprentas se autoendilguen el apellido. O cuántos modestos emprendimientos de apoyo. También los costos de edición se hacen prohibitivos para la mayoría de los escritores, porque se publica a pérdida. Hay escasísimas posibilidades de hacer al libro circular: los costos de realizar eventos de lanzamientos, giras de puestas en circulación, etc., son desalentadores.
Esas son realidades. Nuestro amargo vino, como diría José Martí.
Llevémosla un poco más allá.
Las limitaciones para publicar libros físicos

Resulta que los autores mismos en ocasiones carecemos de ejemplares de los libros publicados, los que se editan en cantidades limitadas y, salvo honrosas y escasas excepciones, nunca se reeditan.
Así, pongamos el caso, si alguien quisiera leer Diario del Mundo, el magnífico poemario de Antonio Fernández Spencer. O aquella antología que realizó: Nueva poesía dominicana. ¿Saben qué? Son inasequibles, salvo quizás en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.
Casi toda la literatura dominicana está en esa condición: inasequible.
Hoy, 4 de julio, es el Día Mundial del Ebook y el libro electrónico. ¿Qué mejor día que este para desmontar las reticencias locales al soporte electrónico?
Una ventaja, una de las tantas, del soporte electrónico es que pulveriza los costos. Cualquier persona puede editar un PDF. Y compartirlo.
Podemos, claro, señalar deficiencias en el diseño, la diagramación, la tipografía, etc., pero el PDF y los formatos electrónicos desmontaron las trabas técnicas de la edición. Cualquiera puede encontrar y descargar gratuitamente formatos en Word y otros programas preelaborados para diagramar contenidos, estructurarlo y hacer todo el proceso de pre-prensa. Eso, laborioso y difícil, tierra de especialistas, hoy está al alcance de quien quiera hacerlo. Y simplemente, con un click, convertirlo en un PDF.
Mi experiencia como editor digital

Hace 20 años, inicié, movido por el entusiasmo y mi amor por la poesía y la literatura, un esfuerzo editorial digital sin fines de lucro que parió tres colecciones: Muestrario de Poesía, Libros de Regalo y luego Lectofilia Digital.
Mi primo, Armando Almánzar-Rodríguez, me compartió en una ocasión su apreciación de que el único material asequible sobre Luis Alfredo Torres fue la antología que publiqué de él en Muestrario de Poesía, que, por cierto, José Martín Paulino la hizo imprimir y me regaló un ejemplar y quedé yo mismo impresionado.
Yo, claro, también disfruto y amo el libro físico.
Y quien me conoce sabe que mi lugar favorito siempre será una librería.
Me encanta estar entre libros.
Ahora bien, estamos hablando de realidades y posibilidades.
El libro físico se agota. Desaparece de los anaqueles. Luego lo descatalogan. Los pocos que llegan a nuestro país, cuando los compran, se nos dificultan. Apenas algunos ejemplares pueden sobrevivir en las bibliotecas.
El libro digital puede mantener presencia y asequibilidad desde distintos dispositivos: celulares, ebooks, ipad, laptop, desktop y los pen drives. Puede archivarse en los cada vez más potentes discos duros externos. Y como sucede con mi antología de poemas de Luis Alfredo Torres, terminar siendo el único documento asequible, alcanzable, para acercar a un lector interesado a su poesía.
El libro digital viaja el mundo

Otras ventajas del libro digital es que puede llegar a todo el planeta y más allá.
Te pueden leer desde cualquier lugar o país con acceso a la Internet y posibilidades de descarga.
Esa es una experiencia que me emociona de mi blog, por ejemplo: ver desde cuántos países me han leído. Sorprendente.
Y cuando observo el nivel de lectura de algunos de mis libros publicados en www.scribd.com y otras plataformas digitales como www.issuu.com, los números que muestran me sorprenden.
Hice, por ejemplo, una antología de cuentistas dominicanos para promover y dar a conocer a una parte de nuestros cuentistas. De hecho, tenía en el título el I romano para indicar que venían otras (que por razones que ahora no explicaré no tuvo la debida continuidad). Miles de personas accedieron a ella. Y tuve la satisfacción de que varios internautas la republicaron bajo su perfil y así esa colección, sus autores y sus cuentos llegaron a muchísimos más lectores. Eso solo lo permite la publicación digital. El PDF es una herramienta increíble en la democratización de la cultura para la humanidad.
El tener presencia digital y ofertar nuestros libros desde plataformas como 1. FlipHTML5 · 2. Draft2Digital · 3. Smashwords · 4. Kindle Direct Publishing by Amazon (KDP) · 5. Lulu · 6. Kobo Writing Life · 7. Barnes & Noble Press · 8. Kitaboo. 9. IngramSpark. 10. iBookstore, 11. Casa del Libro. 12. BookBaby . 13. Blurb. nos abre un abanico de posibilidades de alcanzar lectores potenciales. Lo otro es emplear las redes sociales para dar a conocer, picar la curiosidad y el interés de la audiencia potencial de nuestro texto para inducirles a leerlo.
Libros para leer y oír en el celular
Ahora pienso, ¿y si convertimos cada celular en un punto de lectura a través de breves PDFs con cuentos para leer en los ratos muertos? Fomentar su uso al viajar en el Metro o en autobús, haciendo sala en una oficina, esperando el turno en un banco o en una consulta médica, etc.
¿Y si, además, convertimos esos cuentos en audiominilibros, dramatizándolos e incorporando efectos y otros recursos?
¿Y si, también, hacemos lo mismo con los poemas, recuperando el antiguo y honorable arte de la declamación, que tuvo su época de oro con intérpretes como Juan Llibre, Maricusa Ornes, Frank Adolfo, Carlos Lebrón Saviñón y aquel portento que era la Poesía Coreada dirigida por Servio Uribe? Tenemos a Yanela Hernández, a Freddy Ortiz, la voz extraordinariamente matizada de Augusto Feria y tantos otros para un proyecto así, que me engranojo solo de pensarlo.
¿Qué sería eso? Darle una opción a nuestra población de entrar en contacto con lo mejor de nuestra literatura a través de los medios digitales y aprovechar un recurso asequible, ya que la población está mayoritariamente conectada mediante los celulares, que han ido bajando de costo al mismo tiempo que ganando en potencia y diversidad de herramientas y gadges.
Romper el fetichismo del soporte
En fin, pienso, los escritores, intelectuales, artistas y hombres y mujeres de la cultura en República Dominicana tenemos que romper con la mentalidad luddista y de resistencia a la tecnología, del fetichismo del soporte (hay quienes poetizan sobre “el olor de la tinta”, pero el libro es información, conocimiento y creación y desafío, no perfume), y entender el potencial que tiene el libro electrónico y los sistemas de distribución de libros, como Amazon que tiene no solo los ebooks sino también en fenomenal print-on-demand para los que prefieren en libro físico, para hacer que nuestros libros alcancen otras latitudes y se hagan asequibles.
Además, añado, siempre, junto al ebook se puede adquirir por nostalgia una lata de tinta de imprenta y olerla de cuando en cuando, si es que eso sirve para algo (creo que podemos inhalar metales pesados en el proceso).
Y pienso que desde el Estado es mucho lo que se puede aprovechar fomentando las bibliotecas en línea y el acceso digital al libro. Ya tenemos incipientes bibliotecas digitales con acceso gratuito a libros. Lo tiene la Fundación Corripio, magnífica. Lo tiene el Ministerio de Cultura. Lo tiene el Centro Cultural Banreservas. Y hay muchas otras.
Para un país pobre, con recursos limitados, como República Dominicana, el libro digital y las bibliotecas online son bendiciones que pueden hacer la diferencia.
Y el acceso a la telefonía móvil y a los smartphones una vía expresa para conectar a la literatura, el arte y la cultura con nuestra población.
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