Narrar es desnudase el interior en la construcción de oraciones, frases y amalgamas de recuerdos. En el libro Lombrices y más, de la escritora Eduviges Pérez se da esa disposición dado el talento que posee para el buen narrar. Sus narrativas en este texto son tanto de largo aliento como de una muestra preciada de verdaderos microrrelatos, sin embargo, en el caso de los textos largos no aburre ni cansa al lector.

Al contrario, a cada párrafo superado uno se siente en vuelto en el mar de intríngulis que la escritora va de manera bien hilvanada creando y colocando como piedra sobre el lodo para ir pasando sin que el camínate lector se ensucie los pies de su leer y entre de manera diáfana a morar en las vivencias atrapantes de la escritora quien parece agujerear la vida en una melancolía certificada de recuerdos, allí donde ella parece aullar desde una mirada ante los escombros ovalados de la ciegas nubes del cielo raso de la vida.

De esta manera la escritora hace que quienes asomen la vista a lo escrito bajo su factura se enreden en una madeja de sentimientos, ya por lo vivido o por lo que genere el pensamiento de lo que es o puede ser una vivencia alquilada en el cuerpo de otro, igual da, provoca el sentimiento de pena, angustia y dolor, esto se puede enganchar en el primer relato titulado Mary, en cuya entrada logra atrapar como si fuera un cuento de los grandes maestros de la narrativa universal y con un lenguaje poético y humano. Veamos…

El sol brilla tendiendo su manto dorado y ardiente sobre las polvorientas calles, dibujando las casas de los pobres atestadas en la vereda. Mary a través del velo húmedo de sus lágrimas observa cómo la arrancan de sus afectos y raíces. Lánguidas y mojadas miradas de sus hermanos se filtran por las rendijas elevando su aflicción…

 La fuerza expresiva de la autora es notable, fulgurante y estremecedora de la simiente humana, ella en su desplegar narrativo deja demostrado que el cuerpo es el espejo del tiempo, que en el podemos ver los rostros desgarrados, los lamentos espirituales e incluso las miserias humanas; sin importa que el tiempo se clave como puñaladas de papel en la ruinidad de la espera que no es tal, pues va muriendo junto a nosotros.

Eduviges Pérez.

Los relatos dejan un importante mensaje hacia la libertad, la democracia social y ni decir de la educación a los leyentes y sobre todo dan pie a la reflexión y búsqueda de interrogantes de la esencia del existir, tal y como lo expresa en este mismo relato Mary en la página 15-16, veamos…

Cómo zombi sin siquiera mirar, Yoba sacó los dos centavos de su faltriquera y se los entregó a Mary y olvidó por completo la sopa. Mary tenía hambre, tuvo la intención de entrar a la pulpería y comprar un cortao, pero recordó que estaba juntando para comprar un cuaderno y un lápiz para empezar en la escuela ya…

He aquí una manera sutil de ir inculcando en el leyente el amor por los estudios como única salida real hacía la libertad en todos los sentidos, es dejar bien en claro que la movilidad social solo es posible desde el desarrollo y viabilidad de la escolarización. Leer las narrativas de Eduviges, es saberse que somos el fruto de un escupitajo y polvo, sí, el antojo de un dios sin cielo y que la carne es el lodo de ese fruto hecho cuerpo y que, aunque giremos el tiempo este es locura que nos muerde el frío de los huesos.

Pérez es poseedora de una prosa limpia y diáfana, digamos que natural o de no ser así, bien trabajada, sobre todo para ser de una escritora con pocas obras publicadas y no estar entre los nombres sonoros de la cotidianidad del redil literario dominicano. Al parecer nuestra autora se cuelga del pensar que no hay nada más doloroso que el borrar de los recuerdos. Sí, ese olvido de lo memórico que es el dolor hecho frías puñaladas ardientes sobre las sienes o del pensar que la brevedad de la vida no es tan buena; pero es mejor que la eternidad de la muerte.

En esta escritora, sin temor a equívocos, los enganches y enlaces de su narrativa son suaves en el pasar de un espacio temporal al otro, hay una especie de magistralidad del decir con ese toque imponente de susurro educativo al lector, allí ella deja manojos de historia, que sin brusquedad lexical son aleccionadoras de nuestro pasado reciente como lo hace en el relato Mary pág. 19, veamos este trozo…

  Una foto en la pared más visible de la vivienda llamó la atención de Mary, había visto esa foto más de una vez. Sí, en muchas de las casas que iba a ayudar a fregar. El señor de la foto lucía muy prestante con su traje militar adornado con muchas medallas. Pero lo que más le chocaba era que siempre la colocaban al lado de la imagen de Dios. ¿Es un santo preguntó? Ernesta sonrió, no mi niña, es el benefactor y padre de la patria nueva. Mary con mueca de desconocimiento se encogió de hombros…  Y si bien es cierto que no es lo mismo alegrarse porque otro (s) maten al enemigo, al goce de tú matarlo con tus propias manos, al menos en estas linealidades escriturales la autora es en parte gestora de esa muerte por y para la libertad.

Ni qué manera más sutil y envolvente de presentarnos una crítica a la más cruenta dictadura de la región, como nos muestra y enrostra de manera sutil la megalomanía, el delirio de grandeza, la propaganda apabullante del régimen trujillista. En otras palabras, digamos que con dulzura poética y jugoso sabor narrativo nos deja una muestra de nuestra historia y como si leer el dolor es hacernos perseguir la vida a través de los espacios en blanco en la transparencia del recuerdo.

Igual nos lleva casi de la mano visual a danzar por las diferencias sociales de que son objetos nuestros campesinos (sobre todo) cuando de manera punzante nos muestra la real vida de los desposeídos, como y realmente viven los don nadie dominicanos, sobre todo en nuestros campos y pueblos….

Es que lo que me han pagado en esta semana, apenas alcanzó para darle de comer a los muchachos. Ya le di sen, apasote y otras tisanas sin ningún resultado, contestó mamá… En la mañana antes de irse a la factoría, donde trabaja, limpiando cajones de café, mamá le dio el vermífugo a Josefa, un jarro de café claro endulzado con un pan a cada muchacho y las instrucciones de lugar. relato Lombrices, pág. 29. Pero igual en esta lectura está presente el aleccionador espanto santificado del machismo que de manera tal salvaje hoy corroe a la nación dominicana tal y como lo saca a flote la escritora en el relato Mary en la pág. 15…

Desde que la vio lo decidió, será mi novia geográfica, pues cada traslado tenía implícito su soltería. Apenas la noche anterior había llegado de Constanza donde había dejado algún corazón roto…

o cuando dice:  Tú familia soy yo, contestó toscamente Aníbal, agarrándola de la mano y obligándola a caminar…pág. 24 del mismo relato en cuestión.

En estos fascinantes relatos que, como ríos que arrastran secretos de piedras agua al mar, la autora nos plante que el oficio de vivir va en el ser como un esqueleto sordado a polvo, en ellos están la presencia del honor y las debilidades de los más desposeídos (los pobres) frente al derrumbe de la opulencia. Es como si persiguiera los postulados de la dialéctica negativa de Adorno aplicada a la literatura, esta que implica una crítica a la razón identificativa y una búsqueda de una forma de pensamiento que respete la singularidad y la complejidad de la realidad. La literatura, como cualquier forma de expresión cultural, puede ser utilizada para revelar la no-identidad y para criticar las contradicciones de la sociedad capitalista.

Es que la literatura también puede ser utilizada para expresar la experiencia de la no-identidad, como la vivencia de la alienación, de la opresión y de la frustración desde donde se mudan sus miradas buscando la gracia de lo eterno, desde donde su piel huele a sombra de mar, a trazos de sal con puntitos azules en la nada, sí, a gris espuma que se lava en la arena el rostro de la desgracia de los más desposeídos.

 La prosa de Eduviges Pérez es un motor que mueve a la reflexión hasta en el elemento que atañe a la tolerancia y convivencia con los animales. En el relato solidaridad perruna se pone en evidencia este sentimiento dejado salir de los humanos, tal y como lo dice en este párrafo de 38-39, veamos…

A la cuarta vez Mohana se hizo un café y dijo apagaré las luces y me quedaré en vigilia. Al rato ve como una sombra blanca se levanta lentamente y lo sigue una negra, la sombra blanca se pone en posición perruna de defecación y la negra a su lado observa, a paso lento Mahona enciende las luces es Lezo el que está enfermo con diarrea, pero que solidaridad perruna.

En estos relatos los abordajes temáticos se vienen tejiendo y hacen que el lector mantenga el entusiasmo frente al texto. EPérez, se va de la idea original y bordeando los recodos del texto hasta volver al centro narrativo que dio simiente y origen al mismo y como pequeña semilla que germinó lo hace toparse con el cielo como si desde allí ella durmiera y mira su rostro en un golpe empozado de agua a sus pies y los que se refleja en el brillo cristalino es la silueta de un horrible animal por mucho tiempo ha simulado un humano.

Luesmil Castor Paniagua

Poeta y ensayista

Luesmil Castor Paniagua. Profesor de la Escuela de Comunicación UASD. Ensayista, poeta y narrador.

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