El pasado lunes el presidente Donald Trump en un posteo en Truth Social señaló que impondrá un arancel de 100 % “a todas y cada una de las películas que se hagan fuera de Estados Unidos”. Este anuncio corrobora lo que ya había anunciado el pasado 4 de mayo, sin tener una regla clara de cómo se impondrán los aranceles y cuál es la autoridad legal en la que el presidente pretende basarse.
Sin embargo, hay varias opciones que la administración podría considerar y estos pueden ser analizados bajo este mismo contexto en el sentido de cuáles son los factores que favorecen o motivan la medida, los riesgos y efectos económicos, los efectos culturales y de diversidad, y las reacciones y riesgos diplomáticos/comerciales.
Factores que pueden explicar la medida
Políticamente, un arancel contundente se vende como “defensa” de empleos locales y de industrias tradicionales (mensaje fácil de comunicar a votantes preocupados por la pérdida de puestos o inversión). Esta lógica es la que oficialmente motivó el anuncio.
Por eso, el gravar con 100% las películas “producidas fuera” busca desalentar que productoras estadounidenses rueden en países con incentivos fiscales (Canadá, Reino Unido, Australia, etc.), en teoría para que vuelvan rodajes y gasto a EE. UU.
Y este arancel extremo puede usarse como palanca para forzar renegociaciones de tratados o incentivos fiscales de otros países; en ocasiones medidas duras son instrumentos negociadores más que políticas permanentes, esto tiene que ver con el análisis legal y estratégico desarrollado por algunos despachos o los llamados “think-tanks”.
De hecho, la República Dominicana, dado los incentivos que ofrece la Ley de Cine en su artículo 39 para las producciones extranjeras, atrajo algunas producciones de capital estadounidense que pudieron ser rodadas en el país entre 2021 y 2022 como “Blue Miracle” para Netflix, “The Lost City of D” y “Shotgun Wedding” las cuales tuvieron un ahorro neto en presupuesto por el incentivo del 25% y la exención de impuestos indirectos reduciendo su costo efectivo de rodaje.
Aunque los cambios propuestos en la aplicación de la Ley de Cine local, exenciones fiscales y roles de la DGII han sido percibidos por los productores extranjeros con poca claridad de que los incentivos se respetarán y han hecho que seleccionen otras locaciones.
Además, podría haber señales de que los incentivos ya no están siendo tan efectivos como antes, y de que hay barreras crecientes como legales, fiscales, de costos, de percepción que podrían estar disuadiendo a productores.
Ganadores teóricos vs. perdedores probables
En teoría, la medida que impone la administración Trump podría beneficiar a las productoras y proveedores que operan íntegramente dentro de EE. UU., los cuales podrían ganar cuota de mercado si la oferta extranjera se encarece o desaparece del mercado.
En un artículo titulado “Movie Tariffs: A Ticket To Destroying U.S. Film Studio Dominance” del analista de políticas comerciales Jacob Jensen, publicado en American Action Forum, este sostiene que muchas grandes producciones son hoy coproducciones globales (financiación, localizaciones, VFX, talento) y que un arancel del 100% haría más caro o incluso inviable el modelo económico de títulos que dependen de mercados y eficiencias internacionales; puede subir costes de producción y disminuir márgenes.
Esto podría transferirse a los consumidores, pues si el arancel se traslada al precio de exhibición/streaming, los espectadores pagarían más por películas extranjeras (y potencialmente por entradas/servicios en general si los estudios trasladan costos).
Varios análisis advierten, como el de Mariel Ferragamo publicado en Council on Foreing Relation titulado “Anatomy of a Film Tariff: Trump’s Proposed Movie Tariffs Cast a Shadow on Cannes” que cada vez más cineastas se van al extranjero a rodar porque, al igual que la mayoría de los productos estadounidenses, hacer películas es mucho más barato en otros países.
Por ejemplo, explica Ferragamo, que la película “Barbie”, típicamente estadounidense, se rodó casi en su totalidad en el Reino Unido. Como resultado, los puestos de trabajo de clase media en la industria cinematográfica estadounidense están disminuyendo y en los últimos tres años han desaparecido alrededor de 18,000 puestos de trabajo a tiempo completo.
La idea de que los rodajes se muden de vuelta a EE. UU. generarían empleo local, pero las pérdidas en sectores que dependen de exportaciones y coproducciones (servicios VFX en el extranjero, equipos técnicos internacionales, festivales) podrían generar pérdidas netas globales. Estudios de comercio de películas muestran vínculos complejos entre mercados; imponer barreras puede reducir la eficiencia y/o las exportaciones estadounidenses.
El Bureau of Economic Analysis, analizando los datos de las actividades del comercio estadounidense de películas y programas de televisión de 2023, señaló que los Estados Unidos exportó más películas y programas de televisión de los que importó. Esto significa que la balanza comercial del sector audiovisual fue positiva, es decir, EE. UU. es un ´net exporter´ de contenidos.
Aunque hay un crecimiento de la competencia internacional. Por ejemplo, Corea del Sur, India, España y China invierten en exportación de contenidos con alto alcance global (Parásitos, La Casa de Papel, El Juego del Calamar).
En otro caso, los expertos legales y analistas, como un informe de la International Trade in Motion Picture Services, ha subrayado que no está claro la base legal ni la viabilidad práctica de aplicar un arancel del 100% sobre “películas” (servicio cultural/propiedad intelectual, coproducciones, contenidos digitales). La medida enfrenta dudas regulatorias y constitucionales (libertad de expresión, competencia con acuerdos comerciales).
Consecuencias culturales y sobre la diversidad en salas
Si la entrada de filmes extranjeros se encarece o se restringe, exhibidores (cines y plataformas) tenderán a priorizar títulos domésticos con mejor margen, reduciendo la oferta de cine internacional independiente, festivalero y de autor. Esto empobrece la diversidad cultural disponible para el público estadounidense.
Muchos países dependen del mercado norteamericano para visibilidad y rentabilidad excluirlos o hacerlos prohibitivos dañaría sus industrias cinematográficas y reduciría la circulación cultural internacional. Así como los lazos con festivales (Cannes, Berlín, Venecia) y presencia internacional podrían verse resentidos; la reciprocidad cultural y académica podría disminuir.
Reacciones de la industria y gobiernos
Hollywood (estudios, sindicatos, productores) ya expresó alarma al anunciarse la medida: advierten daño económico y práctico a las finanzas de estudios, cadenas de distribución y a cadenas de suministro internacionales (incluyendo VFX, locaciones y talento). Medios especializados como Deadline.com y asociaciones del sector calificaron la idea como “insana” y dañina.
Países exportadores de servicios cinematográficos (Reino Unido, Canadá, Unión Europea) podrían responder con medidas recíprocas o presionar en foros comerciales (OMC/US Trade Representative), elevando el riesgo de disputas y dañado el comercio cultural. Analistas advierten que gravar servicios culturales puede abrir un precedente peligroso aplicable a otras industrias creativas y de servicios.
Es muy probable que un arancel del 100% incremente el coste marginal de distribución y exhibición de películas extranjeras en EE. UU. (costo que probablemente recaería en distribuidores y consumidores). Ante mayores costes, exhibidores priorizarán títulos domésticos con mejores márgenes, por lo que el consumo relativo de producciones nacionales crecería, no necesariamente por preferencia cultural, sino por menor oferta/menor precio relativo de lo nacional.
Sin embargo, la cadena económica es compleja: muchos “títulos estadounidenses” también se producen parcialmente en el extranjero; si el arancel se aplicara a películas producidas fuera, estudios estadounidenses que rueden afuera también se verían penalizados, lo que podría aumentar el precio de blockbusters y dañar la industria doméstica.
En resumen, la medida perseguiría protección y retorno de actividad a EE. UU., pero enfrenta grandes riesgos legales, económicos y culturales. Las probables consecuencias estarían en el encarecimiento del acceso al cine extranjero, reducción de diversidad cultural en salas, perturbación de cadenas de suministro y coproducción globales, y tensiones comerciales/representaciones internacionales.
Además, la ambigüedad en su implementación y en la base legal hace que el daño colateral (a estudios y consumidores estadounidenses) pueda superar de lejos cualquier beneficio nacionalista puntual.
FUENTES CONSULTADAS:
https://www.sidley.com/en/insights/newsupdates/2025/05/coming-us-attraction-movie-tariffs
https://www.cfr.org/in-brief/anatomy-film-tariff-trumps-proposed-movie-tariffs-cast-shadow-cannes
https://gps.ucsd.edu/_files/faculty/hanson/hanson_publication_it_international-trade.pdf
https://deadline.com/2025/05/trump-movie-tariffs-hollywood-independent-film-destroy-1236385169/
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