Berta Rojas sostiene una guitarra. Está sentada en una silla de madera y mira hacia la cámara sonriente.

Guillermo Fridman
Berta Rojas es una guitarrista clásica que le dio el primer Latin Grammy a Paraguay.

Para Berta Rojas la guitarra clásica no es solo una fuente de sustento económico. Es también un refugio emocional, un instrumento que le permite canalizar sentimientos, sumirse en la introspección y proyectarse hacia el futuro.

Lo comprobó en uno de los momentos más difíciles de su vida. En 2015, justo cuando iba a iniciar una gira por Europa, la reconocida intérprete paraguaya fue diagnosticada con cáncer de mama en etapa inicial.

La noticia la obligó a suspender sus presentaciones y enfrentar un proceso de sanación que transformaría su vínculo con la música.

La guitarra, que la acompaña desde que era niña, fue clave en ese proceso de recuperación.

Años después de superar la enfermedad, la artista -quien había sido nominada en tres ocasiones al Latin Grammy- obtuvo finalmente la estatuilla por su álbum "Legado" (2022), en la categoría de Mejor Álbum de Música Clásica.

Se convirtió en la primera paraguaya en lograr este reconocimiento.

A sus 59 años, Rojas, quien también recibió el premio Guitarra de Oro del prestigioso Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán, continúa ofreciendo conciertos y aportando a la música clásica desde distintos frentes.

Además de su carrera en los escenarios, es profesora en el Berklee College of Music de EE.UU. y apoya programas educativos para impulsar la música entre los jóvenes de su país natal.

En el marco del mes de concientización sobre el cáncer de mama, conversamos con Rojas sobre dicha enfermedad, pero también de la guitarra como compañera inseparable y su papel como gestora de un instrumento que contribuyó a construir el ideario cultural de toda América Latina.

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BBC

¿Nos cuenta cuándo fue diagnosticada con cáncer y qué pasó por su mente cuando recibió la noticia?

Recibí mi diagnóstico en 2015.

Lo primero que a uno le pasa por la mente son sus experiencias de vida. Acuden a tu encuentro y te ayudan a plantearte cómo vas a lidiar con la situación.

Los músicos clásicos tenemos la disciplina como compañía diaria. Trabajamos todos los días para ver cómo hacer que nuestra música suene mejor. Estamos acostumbrados a resolver problemas, a buscar posibles caminos para alcanzar una solución.

Imagen de Berta Rojas presentando un premio en los Latin Grammy en noviembre de 2015.

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La guitarra fue su gran compañera durante el proceso de recuperación.

El momento de mi diagnóstico fue muy fuerte emocionalmente, pero ahí vino mi matriz de músico clásico. Pensé ¿cómo puedo solucionar esto con las herramientas que tengo a mi disposición, que son la ciencia, la fe y el afecto?

Así que creí y me dejé querer.

Mis amigas no me dejaban ir a ninguna cita médica sola. Esos eran momentos de inmensa fortaleza, porque nada te hace tan fuerte como el afecto.

También tuve la inmensa fortuna y el privilegio de poder tratarme en mi país con los mejores profesionales disponibles.

A los médicos les encomendé mi vida y mi futuro. Si la cirugía tocaba algún músculo más allá de los necesarios, todo el trabajo que cultivé por años se perdía, porque no hubiese podido tocar más la guitarra. La cirugía era delicada para alguien que invirtió tanto tiempo en sus manos para hacer un trabajo tan frágil como tocar guitarra clásica. Podía perderlo todo fácilmente.

Pero me sentí cobijada en la tierra roja de Paraguay.

¿Cómo fue el proceso de recuperación? He escuchado que se refugió en la guitarra.

La guitarra me permitió enfocar mi cabeza en la Berta que sería luego de que pasara toda la enfermedad, porque siempre tuve la confianza de que me iba a recuperar.

Hay tres momentos importantes para mí en los que se vinculan el cáncer y la música posterior a mi cirugía.

Uno es cuando tomé la guitarra por primera vez. Cuando tuve un poco de fuerza, toqué la obra más emblemática de mi crecimiento como artista, titulada "La Catedral".

Berta Rojas posa para la cámara. Sostiene una guitarra en sus manos. Tiene una mirada seria.

Guillermo Fridman
En la entrevista, al hablar del momento en que tomó la guitarra por primera vez después de la cirugía, Rojas se emociona y llora.

La canción tiene un tercer movimiento en el que el compositor, Agustín Barrios (1885–1944), un prodigio de la música paraguaya, teje una filigrana muy compleja de arpegios que son muy difíciles de realizar. Luego de hacer el tercer movimiento, llamé a mi médico y le dije que podía tocar el tema.

Lo habíamos logrado, la cirugía había sido exitosa.

Luego la guitarra fue parte esencial de mi proceso para sobrellevar las quimioterapias.

Tenía que someterme al tratamiento cada 21 días. La quimioterapia te ayuda a recuperar la salud, pero te deja muy débil. Yo regresaba a mi casa hecha una piltrafa después de cada sesión. La pasaba mal dos o tres días, pero en cuanto podía me iba a la guitarra.

De ahí nació el vínculo tan importante con mi instrumento, que se llama la Rojita. Mi guitarra me esperaba hasta que pudiese levantarme otra vez.

Cada vez que podíamos, nos uníamos y construíamos música, y así fue hasta el momento de tener el alta y empezar mi vida otra vez.

El tercer momento, que para mí fue muy importante, fue utilizar esa misma guitarra que me ayudó a recuperarme para agredecer.

El primer concierto que hice fue uno privado para mis médicos en Paraguay, en el Centro Cultural Paraguayo Americano. Toda la sala fue para ellos y ahí pude decirles: gracias.

Habla de la guitarra como una persona que acompaña. Incluso tiene nombre. ¿Podría explicar un poco más cómo fue su relación con ella durante la enfermedad?

Para los que no tenemos la suerte de cantar, pero tenemos un universo sonoro dentro, es nuestro instrumento el que canta por nosotros. Se convierte en nuestra voz.

Con los años, adquiere la forma que le vas dando y canaliza todos tus sentimientos.

¿Cómo cambió hacer música luego del cáncer?

Creo que las experiencias que vivimos van ampliando nuestro caudal emocional. Y eso te permite transitar la música con una profundidad diferente. El dolor, la alegría, las preguntas que nos vamos haciendo a lo largo de nuestras vidas, enriquecen a quienes nos expresamos en el universo sonoro.

Desde ese punto de vista, las nuevas dimensiones que uno adquiere al pasar por experiencias difíciles nos dan una mayor profundidad en el momento de cantar con nuestro instrumento.

Tengo que darle un enorme gracias a la música. Ha cambiado en mí el disfrute de cada momento, cada instante.

Berta Rojas posa en una sala. Está de pie y se apoya en un sofá verde y el estuche de su guitarra que es color rojo.

Guillermo Fridman
Rojas ha representado a Paraguay en lugares tan diversos como Londres, Japón y Estados Unidos.

Luego de toda esta experiencia con el cáncer recibió el Latin Grammy. Es la primera paraguaya en lograrlo. Sé que para su país fue muy importante. ¿Cómo fue alcanzar este hito luego de enfrentar la enfermedad?

Creo que lo más hermoso que se puede vivir es sentir la palmada en la espalda de parte de tus pares, quienes eligen tu trabajo y te dan reafirmación. Eso, para mí, es lo más valioso de este galardón.

Lo que me llena de inmensa alegría es que haya sido por un proyecto centrado en mujeres creadoras y arreglistas de guitarra, que abrazaron una profesión que en su momento no era bien vista.

Y, además, la posibilidad de darle una alegría a mi país, de devolverle el afecto que recibí en forma de este premio.

Más allá de ser una hermosa estatuilla que representa todo lo que sabemos que representa, para mí tenía ese significado: la oportunidad de decirle gracias a mi gente por el cariño, el afecto y las oraciones que me sostuvieron.

Dice que ser guitarrista no era una profesión bien vista para una mujer. Hablando ahora un poco más sobre usted, ¿me cuenta por qué la escogió como instrumento?

No fue una decisión racional, fue por amor. Me encanta la guitarra. Tiene un sonido, una profundidad que conecta profundamente conmigo. También me pasa con el piano, pero la guitarra tiene cercanía física, está pegada a tu cuerpo, y eso facilita mucho el diálogo con el instrumento.

Ciertamente, es un instrumento difícil de tocar. Como cada sonido lo tienes que crear tú, hay miles de posibilidades de error. Quizás por eso es un instrumento que muchos evitan, y quizás también por eso me atrae el desafío de estar un poco más cerca de conquistarla.

Me gusta mucho su repertorio y los paraguayos tenemos una relación muy cercana con la guitarra gracias al gran trabajo de Agustín Barrios. Su música es motivo de orgullo nacional. De hecho, su figura aparece en la segunda denominación más alta de nuestros billetes: el de 50.000 guaraníes.

Son detalles que forman parte de esa identidad paraguaya tan rica.

Berta Rojas toca su guitarra. Está sentada en una silla de madera.

Guillermo Fridman
La guitarra, afirma la artista, es el instrumento que ayudó a "dibujar" la identidad de las naciones de América Latina.

¿Cuál es el lugar que ocupa la guitarra en América latina?

Es el instrumento por excelencia de América Latina, que sabe cantar nuestras penas y alegrías.

Nos ayudó a dibujar el ideario de nuestras naciones y a unirnos como pueblo.

Porque si alguna habilidad tiene este instrumento, es la de unirnos. Requiere muy poco una guitarra: el talento de sus cultores y un par de acordes para dar una estructura sobre la cual empezar el diálogo musical.

Desde ella nacieron tantas formas musicales, como las canciones y payadas [arte poético musical popular en Sudamérica], que son contundentes para nuestra América Latina.

Su música es multicultural por su contacto con toda América Latina. Por ejemplo, estudió en Uruguay. Pero, además, Paraguay en sí es una nación multicultural. ¿Cómo toda esta mezcla influyó en su música?

La influencia, sobre todo, me llega por la curiosidad que tengo de saber cómo suena nuestra región. Cada lugar tiene su propia identidad, que fue construyéndose con el tiempo, al converger distintas culturas.

En Paraguay, el resultado de esa mezcla fue música como la polca, el rasguido doble, la guarania.

Yo busco plasmar todos estos sonidos de nuestra región musical en el instrumento de América: la guitarra.

Berta Rojas habla en la ceremonia de los latin grammy en 2022 cuando ganó la estatuilla en la categoría de mejor álbum de música clásica.

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Además del Latin Grammy, Rojas ha recibido varios Doctorados Honoris Causa y la Guitarra de Oro del Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán.

¿Cuál fue su mayor aprendizaje durante la etapa en la que tuvo cáncer, y qué le diría a alguien que esté atravesando ese proceso en este momento?

Es muy difícil decirle a alguien de dónde va a sacar su fortaleza, porque cada cáncer es distinto y cada persona lo vive de manera única. Pero sí puedo compartir lo que a mí me ayudó.

A mí me sostuvo la esperanza, la confianza en la ciencia y en mis médicos, el afecto de quienes me rodeaban. Me ayudó también tener a mi música y a mi Rojita, ese lugar al que siempre puedo volver para empezar de nuevo.

Uno nunca sabe lo que el mañana traerá, pero la vida siempre va hacia adelante. Por eso, hay que ocuparse de hacer lo que uno tiene que hacer: mantenernos en control médico lo mejor posible y, cuando recibimos una noticia tan impactante como esta, lo primero es ocuparse. Y también dejarnos abrazar por quienes pueden ayudarnos a atravesar esa encrucijada.

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