
Advertencia: esta nota incluye contenido perturbador y descripciones gráficas de actos sexuales.
Una investigación de la BBC ha identificado a un hombre que dirigía una red de prostitución en los barrios más glamurosos de Dubái y explotaba a mujeres vulnerables.
Charles Mwesigwa, quien afirma ser un exconductor de autobús londinense, le contó a nuestro reportero encubierto que podía proporcionar mujeres para una fiesta sexual por un precio inicial de US$1.000 y añadió que muchas pueden hacer prácticamente todo lo que sus clientes les pidan.
Rumores de fiestas sexuales desenfrenadas en este emirato de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) han circulado durante años. La etiqueta #Dubaiportapotty, con más de 450 millones de visualizaciones en TikTok, enlaza con parodias y revelaciones especulativas sobre mujeres acusadas de ser influencers ambiciosas que financian en secreto su estilo de vida accediendo a las peticiones sexuales más excesivas.
Nuestra investigación del Servicio Mundial de la BBC reveló que la realidad es aún más sombría.
Jóvenes ugandesas nos contaron que no esperaban tener que ejercer la prostitución para Mwesigwa. En algunos casos, creían que viajaban a los Emiratos Árabes Unidos para trabajar en lugares como supermercados u hoteles.
Al menos uno de los clientes de Mwesigwa pide regularmente defecar sobre las mujeres, según "Mia", cuyo nombre hemos cambiado para proteger su identidad, quien afirma haber sido engañada por la red de Mwesigwa.
Mwesigwa niega las acusaciones. Afirma que ayuda a las mujeres a encontrar alojamiento a través de personas que alquilan viviendas y que las mujeres lo siguen a fiestas gracias a sus adinerados contactos en Dubái.
También hemos descubierto que dos mujeres vinculadas a Mwesigwa fallecieron tras caer de un rascacielos. Aunque sus muertes se consideraron suicidios, sus amigos y familiares piensan que la policía debería haber investigado más a fondo.
Mwesigwa afirmó que la policía de Dubái investigó los incidentes y nos pidió que los contactáramos para obtener información. No respondieron a nuestra solicitud.
El caso de Monic Karungi

Monic Karungi, una de las mujeres que perdió la vida, llegó a Dubái desde el oeste de Uganda. Se encontró compartiendo vivienda con decenas de mujeres que trabajaban para Mwesigwa, según una de ellas -a quien llamaremos Keira- quien dice haber vivido allí con Monic en 2022.
"Su casa era como un mercado… Había unas 50 chicas. No estaba contenta porque no encontró lo que esperaba", nos contó Keira.
Monic creía que el trabajo en Dubái sería en un supermercado, según su hermana Rita.
"Él [Mwesigwa] se puso violento cuando le dije que quería volver a casa", dice Mia, quien también conocía a Monic en Dubái. Cuenta que, cuando llegó, le dijo que ya le debía 2.000 libras (US$2.711) y que en dos semanas la deuda se había duplicado.
"Dinero para los billetes de avión, para la visa, para el alojamiento, para la comida", dice Mia.
"Eso significa que tienes que trabajar duro, duro, duro, suplicando a los hombres que vengan a acostarse contigo", agrega.
Monic le debía a Mwesigwa más de US$27.000 después de varias semanas, según lo que un familiar suyo, a quien llamaremos Michael, dice que le contó. Añade que recibió notas de voz en las que ella lloraba.
Mia nos contó que los clientes eran en su mayoría europeos blancos, e incluían hombres con fetiches extremos.
"Hay un cliente que caga encima de las chicas. Caga y les dice que se coman la mierda", explicó en voz baja.
Otra mujer a la que llamamos Lexi, quien dice haber sido engañada por otra red, repitió la historia de Mia, diciendo que las peticiones de "porta potty" ("baños portátiles") eran frecuentes.
"Había un cliente que me dijo: 'Te pagamos 15.000 dírhams de los Emiratos Árabes Unidos (US$4.084) para violarte en grupo, orinarte en la cara, golpearte y añadir 5.000 (US$1.361)' por dejarte grabar comiendo heces".
Sus experiencias la han llevado a creer que hay un componente racial en este fetiche extremo.
"Cada vez que decía que no quería hacer eso, parecía que les interesaba más. Quieren a alguien que llore, grite y corra. Y ese alguien [a sus ojos] debería ser una persona negra", apunta.
Lexi dice que intentó buscar ayuda de las únicas personas que creía que podían intervenir: la policía. Pero asegura que le dijeron: "Ustedes, los africanos, se causan problemas entre sí. No queremos involucrarnos. Y colgaron el teléfono".
Presentamos esta denuncia a la policía de Dubái y no respondieron.
Lexi finalmente escapó de regreso a Uganda y ahora ayuda a rescatar y apoyar a mujeres en situaciones similares.

En busca de Charles Mwesigwa
Encontrar a Charles Mwesigwa no fue fácil. Solo pudimos encontrar una foto suya en línea, y había sido tomada de espaldas. Además, usa varios nombres en redes sociales.
Pero mediante una combinación de inteligencia de fuentes abiertas, investigación encubierta e información de un exmiembro de su red, lo rastreamos hasta un barrio de clase media en Dubái: Jumeirah Village Circle.
Para corroborar lo que nos habían contado las fuentes sobre su negocio -suministrar mujeres para actos sexuales degradantes-, enviamos a un reportero encubierto que se hizo pasar por organizador de eventos que buscaba mujeres para fiestas de lujo.
Mwesigwa se mostró tranquilo y seguro al hablar de su negocio.

"Tenemos unas 25 chicas", dijo. "Muchas son de mente abierta… pueden hacer prácticamente de todo".
Explicó el precio: desde US$1.000 por chica por noche, pero más dinero para "cosas locas". Invitó a nuestro reportero a una "noche de prueba".
Cuando le preguntaron por el "baño portátil de Dubái", respondió: "Ya te lo he dicho, son de mente abierta. Cuando digo de mente abierta… te enviaré las más locas que conozco".
Durante la conversación, Mwesigwa comentó que era conductor de autobús en Londres. Hemos visto pruebas de que registró esa ocupación en un documento oficial en el este de Londres en 2006.
Continuó contándole a nuestro reportero que le encantaba este negocio.
"Podría ganar la lotería, un millón de libras, pero aun así lo haría… se ha convertido en parte de mí".
Troy, un hombre que dice que solía actuar como gerente de operaciones de la red de Mwesigwa, nos dio más información sobre cómo funciona.

Dice que Mwesigwa paga a los guardias de seguridad de varias discotecas para que dejen entrar a sus mujeres a buscar clientes.
"He oído hablar de tipos de sexo que nunca había visto en mi vida. No importa lo que te ocurra, siempre y cuando sus hombres ricos sean felices… [las mujeres] no tienen escapatoria… Ven a músicos, ven a futbolistas, ven a presidentes".
Troy afirma que su exjefe ha podido salirse con la suya dirigiendo esta operación porque él y otros no solo son utilizados como conductores. Afirma que Mwesigwa también utiliza sus nombres para alquilar coches y apartamentos, de modo que su nombre nunca aparece en la documentación.
El 27 de abril de 2022, Monic publicó una selfie desde Al Barsha, un barrio residencial popular entre los expatriados en Dubái. Cuatro días después, falleció. Llevaba solo cuatro meses en el emirato.
Según Mia, Monic y Mwesigwa discutían con frecuencia antes de que ella se marchara. Mia afirma que Monic se negaba a cumplir las exigencias de Mwesigwa y que había encontrado la manera de escapar de su red.
"Consiguió un trabajo. Estaba muy emocionada. Pensaba que se liberaría, que recuperaría su vida porque ahora era un trabajo de verdad, nada de acostarse con hombres", dice Mia.
Monic se mudó a otro apartamento a unos 10 minutos a pie. Fue desde el balcón de este apartamento desde donde se cayó el 1 de mayo de 2022.

Michael, familiar de Monic que se encontraba en los Emiratos Árabes Unidos cuando ella murió, afirma que intentó obtener respuestas.
Asegura que la policía le informó que suspendió la investigación tras encontrar drogas y alcohol en el apartamento del que Monic se había caído, y solo sus huellas dactilares en el balcón.
Obtuvo un certificado de defunción para Monic en un hospital, pero no indicaba cómo había fallecido. Su familia no pudo obtener un informe toxicológico.
Pero dice que un hombre ghanés que vivía en el edificio de apartamentos fue de mayor ayuda y lo llevó a otro bloque para que conociera al hombre que, según él, era el jefe de Monic.
Michael describe la escena cuando llegó y vio dónde estaban alojadas las mujeres.
Dice que, a través de la nube de humo de pipa de agua en la sala, distinguió lo que parecía cocaína sobre la mesa y mujeres teniendo sexo en sillas con clientes.
Afirma que encontró al hombre que previamente habíamos identificado como Charles Mwesigwa en la cama con dos mujeres, y que cuando intentó llevarlo a la policía, Mwesigwa respondió: "He pasado 25 años en Dubái. Dubái es mío… No hay manera de que me denuncien… La embajada soy yo, yo soy la embajada".
"[Monic] no es la primera en morir. Y no será la última", añadió, según Michael.
Tanto Mia como Keira afirman, por separado, haber presenciado esta conversación y ambas confirman que esas fueron las palabras que escucharon. Cuando le preguntamos a Mwesigwa qué quería decir con esto, negó haberlo dicho.
El caso de Kayla Birungi
La muerte de Monic comparte inquietantes similitudes con la de Kayla Birungi, otra mujer ugandesa que vivía en el mismo barrio y que falleció en 2021 tras caerse de un apartamento en un rascacielos de Dubái, del que tenemos pruebas que indican que era administrado por Charles Mwesigwa.
El número de teléfono de su casero, que nos compartió la familia de Kayla, resultó ser uno de los de Mwesigwa. Troy también confirma que Mwesigwa administraba el apartamento, al igual que otras cuatro mujeres con las que hablamos para esta investigación.

Los familiares de Kayla afirman que, al igual que la familia de Monic, escucharon que la muerte de Kayla se había relacionado con el alcohol y las drogas. Sin embargo, un informe toxicológico visto por la BBC muestra que no tenía ninguna de estas sustancias en su organismo al momento de su muerte.
Si bien la familia de Kayla logró repatriar su cuerpo y celebrar un entierro, los restos de Monic nunca fueron devueltos.
Nuestra investigación determinó que probablemente fue enterrada en una sección del cementerio Al Qusais de Dubái conocida como "El Desconocido". Presenta filas y filas de tumbas sin identificar, que generalmente se cree que pertenecen a migrantes cuyas familias no pudieron repatriar sus cuerpos.
Monic y Kayla formaban parte de una red no oficial más amplia que conectaba Uganda con el Golfo.
Mientras Uganda lucha contra el creciente desempleo juvenil, emigrar para trabajar al extranjero, principalmente a los países del Golfo, se ha convertido en una industria enorme que aporta US$1.200 millones de ingresos fiscales al país cada año.
Pero estas oportunidades pueden conllevar riesgos.
Mariam Mwiza, activista ugandesa contra la explotación, afirma haber ayudado a rescatar a más de 700 personas de todo el Golfo.
"Nos encontramos con casos de personas a quienes les prometieron trabajar, por ejemplo, en un supermercado. Luego, terminan siendo vendidas como prostitutas", nos contó.

Para la familia de Monic, el dolor ahora se entrelaza con el miedo. Temor por otras familias que podrían sufrir la misma pérdida si no se hace nada.
"Todos estamos pendientes de la muerte de Monic", nos dijo su pariente Michael. "Pero, ¿quién está ahí para las chicas que siguen vivas? Ellas siguen ahí. Siguen sufriendo".
La BBC pidió a Charles "Abbey" Mwesigwa que respondiera a todas las acusaciones de nuestra investigación. Él negó dirigir una red de prostitución ilegal.
Dijo: "Todas estas acusaciones son falsas. Te dije que solo soy una persona a la que le gustan las fiestas que invito a mis mesas a gente que gasta mucho, lo que hace que muchas chicas acudan a ellas. Eso me hace conocer a muchas chicas y punto."
También dijo: "[Monic] murió con su pasaporte, lo que significa que nadie le exigía dinero por llevársela. Antes de su muerte, no la había visto en más de cuatro o cinco semanas".
"Sabía que [Monic y Kayla] estaban alquilando con diferentes propietarios. Si nadie en ambos pisos fue arrestado, ni ninguno de los propietarios, entonces había una razón. La policía de Dubái investigó ambos incidentes y quizás puedan ayudarle", agregó.
La BBC contactó con la comisaría de Al Barsha para solicitar los expedientes de Monic Karungi y Kayla Birungi. No respondieron a la solicitud ni a las acusaciones de que las muertes de Mónica y Kayla no se habían investigado adecuadamente.
La BBC no pudo ver ningún informe toxicológico relacionado con Monic Karungi ni hablar con el propietario del apartamento en el que vivía cuando murió.

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