Sinterklaas es el precursor histórico de Santa Claus, pero con una mitología muy diferente. Es un obispo anciano, majestuoso, que viste una capa roja y lleva un báculo dorado. Según la leyenda —que los niños neerlandeses creen fervientemente— Sinterklaas vive en España, específicamente en Madrid.
La gran llegada El "Intocht"
A diferencia de Papá Noel, que baja por la chimenea en secreto, Sinterklaas llega a lo grande.
La tradición dicta que llega navegando desde España en un barco de vapor lleno de regalos. (Aunque, como bien señalan los locales con humor, ¡Madrid no tiene mar! Pero la magia de la historia lo permite todo).
Tres semanas antes de entregar sus regalos, toca tierra en algún lugar de Países Bajos, después recorre el país, haciendo paradas en diferentes ciudades. Cada año hace escala en Gouda, una ciudad de unos 70.000 habitantes, a 75 kilómetros al suroeste de Ámsterdam.
En 2025 atraca el sábado 15 de noviembre. En medio de la lluvia San Nicolás desciende del barco acompañado por sus ayudantes, todos se llaman Pedro (Piet). Antes del viaje se entrenan físicamente para entregar los regalos pedidos por los niños y durante el periplo nacional, los Pedros se encargan de la diversión y la logística.
Lluvia de "pepernoten"
“Unas galletas para Sebastian”, grita uno de los visitantes mientras que el niño está sobre los brazos de su padre. Y es que los Pedros abren el desfile tradicional por una de las calles principales de Gouda, lanzando o entregando puñados de pepernoten y de kruidnoten, los dulces típicos de Sinterklaas. Son unas pequeñas galletas duras y especiadas (similares al pan de jengibre) que los niños recogen del suelo o atrapan al vuelo con emoción. Como se escucha en las calles: "Están duras, pero riquísimas".
Cuando los niños disfrazados de Pedro, es decir, con traje renacentista y gorra con plumas, ya parecen saciados, aparece el personaje principal: Sinterklaas montado en su caballo blanco llamado actualmente Ozosnel.
Los niños presentes quieren apreciar a ese caballo que van a mimar en los próximos días. Durante varias noches van a poner un zapato (schoenzetten) cerca de la chimenea o la puerta antes de irse a dormir. En él, zanahoria para Ozosnel, quizá dibujos o cartas con sus deseos para Sinterklaas.
Si se han portado bien, a la mañana siguiente encuentran dulces, la inicial de su nombre en chocolate o un pequeño regalo dentro del zapato.
El Sinterklaasjournaal
La magia se alimenta diariamente a través de la televisión. Existe un noticiero especial para niños llamado el Sinterklaasjournaal. Según nos cuentan los locales que crecieron con esta tradición, cada año la trama incluye un "gran problema": el barco no encuentra su rumbo, el faro no funciona, o se pierden los regalos. Esto mantiene a los niños en vilo hasta que, finalmente, “todo se resuelve justo a tiempo para la gran noche”, explica Jeroen, el papá de Sebastian.
La festividad culmina la noche del 5 de diciembre (Pakjesavond). Es entonces cuando las familias se reúnen para cenar, cantar canciones tradicionales como "Sinterklaas Kapoentje" y, de repente, suena un fuerte golpe en la puerta. Al abrir, encuentran un saco de arpillera lleno de regalos para toda la familia.
Después de esa noche, Sinterklaas monta en su caballo Ozosnel y regresa silenciosamente a España con sus fieles Pedros. Hasta que 2026, cuando los habitantes de Gauda vuelvan a inundar las calles para recibir al ilustre visitante.
Compartir esta nota