El gobierno de Estados Unidos acaba de imponer a sus diplomáticos, familiares y contratistas autorizados destinados en China la prohibición de mantener cualquier relación romántica o sexual con ciudadanos chinos. Esta nueva directiva, que entró en vigor en enero de 2025, se aplica a todo el personal de la embajada estadounidense en Pekín, así como a los consulados en el resto del país.
Por Clea Broadhurst, corresponsal de RFI en Pekín
Al resucitar una táctica típica de la Guerra Fría, Estados Unidos está enviando una fuerte señal: el regreso a una era de confrontación ideológica y estratégica. La idea es que incluso las interacciones humanas ordinarias, como una relación amorosa, ya no se consideran neutrales, sino potencialmente peligrosas.
Este tipo de medidas no se aplicaban tan frontalmente desde la década de 1980. Por aquel entonces, Estados Unidos ya había prohibido a su personal destinado en países considerados de “alto riesgo” -como la URSS y China- mantener relaciones personales con la población local. El objetivo era evitar cualquier tipo de explotación por parte de los servicios de inteligencia extranjeros.
Relaciones íntimas prohibidas por razones de seguridad
La decisión se tomó tras las presiones del Congreso estadounidense, que consideraba que las normas vigentes no eran lo suficientemente estrictas, sobre todo frente a las llamadas “honeypot” (tarro de miel), tácticas de inteligencia que consisten en utilizar la seducción o una relación sentimental para atrapar a un objetivo y obtener información sensible.
El verano pasado ya hubo una primera versión limitada de esta política, dirigida únicamente a las relaciones con el personal local que trabaja en embajadas y consulados estadounidenses. Ahora, sin embargo, la medida se ha ampliado a todos los ciudadanos chinos, independientemente de sus vínculos profesionales.
Hasta ahora, los diplomáticos sólo tenían que informar de este tipo de relaciones. Ahora están totalmente prohibidas, a menos que se conceda una exención, lo que es poco frecuente. Y en caso de infracción, la sanción es clara: regreso inmediato a casa.
El mensaje es contundente: Estados Unidos considera que el aparato de inteligencia chino está dispuesto a explotar cualquier vínculo personal, incluso el más íntimo. Esto revela una visión de China como amenaza estructural, mucho más allá de la simple rivalidad económica o geopolítica.
Evitar a toda costa la injerencia china
Pero esta decisión también dice algo más: la seguridad está por encima de la diplomacia. Incluso a costa de un cierto aislamiento del personal estadounidense o de una imagen más rígida. Es una forma de diplomacia bajo campana, donde la interacción humana se ve como un riesgo.
Por último, también es un espejo de las propias normas chinas, que prohíben a los funcionarios cualquier relación íntima con extranjeros. Washington parece querer nivelar el terreno de juego, al tiempo que, al menos de momento, cierra el espacio de la confianza y la apertura.
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