Miles de personas salieron a las calles para rendir homenaje al paso del cortejo fúnebre de los miembros de la familia Bibas, asesinados tras ser secuestrados por Hamás. El sepelio se organizó con un grupo cercano, evitando la presencia de políticos. El cuerpo de la madre, Shiri Silberman, fue devuelto por el grupo islamista después de haber entregado otro en su lugar a las autoridades israelíes que correspondía a una mujer gazatí.
De nuestro corresponsal en Tel Aviv, Daniel Blumenthal.
En cada rotonda, en cada cruce de caminos y a lo largo de la ruta, miles y miles de personas acompañaron a la familia Bibas. El cortejo fúnebre llevó a la hija de argentinos Shiri Silberman y sus hijos, Ariel y Kfir, a su última morada en el cementerio, cerca del Kibutz Nir Oz del cual fueron secuestrados con vida, y no muy lejos de la Franja de Gaza, donde fueron cruelmente asesinados.
A pedido de la familia, el sepelio fue con un grupo reducido de familiares y amigos, una medida destinada a tratar de proteger la privacidad de la familia, pero también para evitar la presencia de políticos que pudiesen hacer uso cínico de su dolor.
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La familia Bibas protestó el repetido uso de descripciones plásticas de la manera en que murieron sus amados, principalmente por parte del Primer Ministro Benjamin Netanyahu.
Al comenzar la procesión fúnebre, la familia Bibas expresó que esperaba el día "en que podamos volver a estar juntos en momentos de alegría y no de tristeza".
El padre de familia, Yarden, quien también había sido secuestrado por separado de los suyos y regresó semanas atrás en el marco del presente acuerdo, pidió disculpas por no poder abrazar a cada uno.
"A través de la ventana hoy veo un país destrozado. No nos levantaremos ni nos recuperaremos hasta que el último de los secuestrados esté en casa", dijo.
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