Más de 22 millones de personas, muchas de ellas menores de edad, podrían morir de causas prevenibles para 2030 debido a los recortes de ayuda internacional por parte de Estados Unidos y países europeos, según una nueva investigación publicada el lunes.
Estas conclusiones son una actualización de un estudio realizado a principios de este año, que se centraba únicamente en las consecuencias de los recortes en la ayuda extranjera promovidos por Washington, en particular el desmantelamiento de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), y que proyectaba 14 millones de muertes adicionales.
A causa de los recortes financieros, en trece países, el número de personas que inician tratamiento ha disminuido. Se reportan además interrupciones en el suministro en Etiopía y en la República Democrática del Congo, afectando tanto a pruebas de diagnóstico como al acceso a antirretrovirales. En Nigeria, la distribución de preservativos cayó un 55%. Las organizaciones comunitarias, hasta ahora el corazón de la respuesta, están gravemente afectadas: más del 60% de las dirigidas por mujeres han tenido que suspender programas esenciales.
De ahí que la directora ejecutiva de Onusida, Winnie Byanyima, estime que «la respuesta mundial contra el VIH ha sufrido su mayor retroceso en décadas».
"El VIH/sida no há terminado"
A nivel global, 40,8 millones de personas viven hoy con el VIH. Solo en el último año se registraron 1,3 millones de nuevas infecciones, y 9,2 millones de personas siguen sin acceso a tratamiento. "El VIH no ha terminado", insiste Byanyima, que lanza un llamamiento urgente a la movilización internacional tras una decepción reciente: el Fondo Mundial contra el sida, la malaria y la tuberculosis recaudó apenas 11.000 millones de dólares para los próximos tres años, cuando necesitaba 18.000 millones. Esta cifra es incluso inferior a la de 2022, poniendo en riesgo la continuidad de numerosos programas en todo el mundo.
Avances en los laboratorios
Mientras tanto, la investigación no se detiene. Yazdan Yazdanpanah, director de la ANRS-MIE (Agencia Nacional de Investigación sobre el Sida y Enfermedades Emergentes), describe una "doble dinámica": progresos terapéuticos importantes frente a una capacidad cada vez menor para aplicarlos.
Los tratamientos antirretrovirales de larga duración ya son una realidad. En lugar de tomar una pastilla diaria, algunos pacientes pueden espaciar las dosis: "cada dos meses", explica Yazdanpanah, lo que mejora la adherencia. De hecho, el 43% de las personas con VIH priorizan estas opciones antes que factores como los efectos secundarios.
Otra innovación clave es la PrEP inyectable para prevención. El lenacapavir, recientemente recomendado por la OMS, ofrece protección semestral contra la infección: "una inyección cada seis meses para evitar el VIH", señala el experto. Gracias a un acuerdo internacional, su coste podría rondar los 40 dólares anuales en 120 países de ingresos bajos, frente a los 30.000 dólares que cuesta en Estados Unidos.
¿Cómo avanzar sin recursos suficientes?
Estas innovaciones corren el riesgo de quedarse en teoría si los sistemas sanitarios no acompañan. En 2025, la ayuda mundial al desarrollo en salud cayó un 22%, marcada por la reducción o el fin de programas estadounidenses.
"El problema es la brutalidad del recorte", advierte Yazdanpanah. "Hay que combatirlo, pero también reflexionar sobre la dependencia de EE. UU. en investigación y respuesta al VIH. Nuestro ecosistema tiene un problema".
África subsahariana ilustra el dilema: concentra la mayoría de nuevas infecciones y el 60% de las personas con VIH. En varias zonas, cierran centros comunitarios y retrocede el acceso a preservativos y pruebas. La crisis financiera, sumada a las secuelas de la pandemia de Covid-19, amenaza los avances logrados desde principios de los 2000.
Onusida es clara: "La ciencia sola no bastará". La agencia pide repensar el modelo de financiación internacional y que los países más afectados aporten recursos propios. De lo contrario, en lugar de erradicar la epidemia en 2030, la comunidad internacional apenas podrá contenerla. Peor aún: si la tendencia financiera continúa, Onusida prevé un repunte del VIH/sida antes de 2030.
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