Jane Goodall revolucionó la ciencia con sus estudios pioneros sobre la inteligencia y el comportamiento de los chimpancés, demostrando que pueden fabricar herramientas y tienen emociones complejas. Fundó el Jane Goodall Institute con oficinas en 70 países. Este miércoles murió en Los Ángeles a los 91 años de edad. RFI entrevista a Federico Bogdanowicz, director del Instituto Jane Goodall en España y también responsable de investigación, conservación y desarrollo sostenible en Senegal.
RFI: ¿Qué legado nos deja Jane Goodall?
Federico Bogdanowicz: La doctora Jane Goodall era una persona muy, muy querida en todo el mundo, que inspiró a millones y millones de personas para para poner su granito de arena para hacer de este mundo un lugar mejor. A nivel personal, la conocí en 2007, es la que me inspiró a dejar mi trabajo y hacerme voluntario del Instituto Jane Goodall y comenzar de a poco aquí en España, a impulsar la oficina. Hemos logrado hacer muchas cosas con ella y con todo el equipo en España y en Senegal. Y ahora mismo el equipo está muy triste, por un lado porque es una pérdida muy grande, pero por otro lado estamos tranquilos de que se fue en paz mientras dormía, de que vivió una vida plena, de que no tenía miedo a la muerte y que usó hasta el último minuto para luchar con pasión por lo que quería, por lo que creía necesario, que era sensibilizar a las nuevas generaciones, influir en la sociedad para cambiar lo que está mal, para mejorar las condiciones de vida de la gente, el bienestar de los animales, el trabajar contra el cambio climático y vivir en un mundo más justo y en paz.
RFI: Jane Goodall era etóloga. En 1960 hizo un descubrimiento clave mientras estaba observando el comportamiento de los grandes simios en Tanzania. Me refiero a el descubrimiento que hizo sobre el uso de herramientas por los chimpancés. ¿Cómo fue ese descubrimiento y por qué fue importante?
FB: Hasta ese momento se desconocía el tipo de conducta que tenían los chimpancés en estado salvaje. Solo se conocían cosas en cautividad y en aquel momento Jane Goodall estaba en África colaborando con el paleoantropólogo Louis Leakey y desenterrando fósiles humanos en la garganta de Olduvai, en la frontera entre Kenia y Tanzania, para investigar la evolución del linaje humano. Y el doctor Leakey le dijo que necesitaba a alguien como ella para estudiar a los chimpancés, para estudiar las conductas que no quedan fosilizadas porque son la especie más cercana a nosotros y consiguió financiación para seis meses solamente. Jane fue allí. Imaginad una mujer joven, 26 años. Al principio no querían permitirle que vaya sola. Su madre la acompañó y ellas dos y un cocinero se instalaron en la selva. Y con mucha paciencia, semana tras semana, intentando lo mejor, finalmente logró que un chimpancé perdiera el miedo a esta simia blanca, como decía ella, y la dejara aproximarse y ver que estaba pescando termitas con un palito. Y luego ella vio que ese palito lo había cogido, lo había preparado, le había quitado las hojas, era de una longitud y un grosor específico para poder entrar en los agujeritos de los termiteros. Y así, cuando las termitas mordían podía sacarlas y comerlas. Era una conducta instrumental que no se conocía. Hasta ese momento, se pensaba que éramos homo habilis capaces de usar herramientas y los otros animales no. Con el tiempo se descubrieron muchas más conductas instrumentales en chimpancés, pero también en otros animales, y ella fue una pionera que revolucionó no solamente la definición de chimpancés y lo que sabíamos de ellos por ese descubrimiento y muchos más que vinieron después, sino también porque redefinió nuestro lugar en la naturaleza, no apartados del resto del reino animal, como si viniéramos de otro planeta, sino entendiendo que somos animales también y que tenemos una responsabilidad muy grande en el destino de las otras especies y de los ecosistemas.
RFI: Jane Goodall también contribuyó a mejorar nuestro conocimiento sobre el comportamiento de los chimpancés a nivel emocional, a entender que también son seres sintientes.
FB: Hasta ese momento se pensaba en los chimpancés y en otros animales como casi autómatas, cartesianos, como si fueran máquinas. Pero ella asumió de entrada que cada animal tenía su personalidad. Vio que tenían sentimientos, emociones que también resolvían problemas, que eran inteligentes y entendían muchas conductas en común con los humanos. Pero cuando fue a hacer su doctorado en Cambridge, que fue una de las pocas personas que le permitieron hacer un doctorado sin haber hecho carrera universitaria por todo lo que sabía, finalmente la élite académica le dijo que había hecho todo mal, que no debería haberle puesto nombre a los chimpancés, sino números, que no debería pensar que tienen pensamientos o emociones y tratarlos como objetos y no sujetos. Ella sabía que tenía razón porque decía que se lo había enseñado su profesor cuando era pequeña y su profesor fue su perro Rusty, que le enseñó que los tienen sentimientos, tienen inteligencia. Así que, gracias a su insistencia, el paradigma científico cambió y hoy en día incluso se estudia la personalidad de los chimpancés y de otros animales.
RFI: En los años 70 y 80, Jane Goodall se convirtió en un verdadero icono mediático y en una activista a favor de la protección de los animales. ¿Nos puede hablar un poco de este cambio, de esta inflexión en la trayectoria de Jane Goodall?
FB: La doctora Jane en ese entonces era muy conocida ya por los documentales de National Geographic, por las conferencias que daba por todo el mundo sobre los chimpancés. Un día fue a un congreso en Chicago de primatólogos y de etólogos y se enteró de lo que estaba pasando con grupos de chimpancés y de otros animales que estaban amenazados en sus hábitats por la caza furtiva, la deforestación, pero también en cautividad, en laboratorios encerrados en jaulas de un metro y medio por metro y medio, en circos, en zoológicos en malas condiciones. Y sintió que debía hacer algo por los chimpancés, que tanto le habían dado. Y ella misma dice “Entré en ese congreso como científica y salí como activista”. Y desde entonces no paró de recorrer el mundo, de reunirse con autoridades, de formar oficinas del Instituto Jane Goodall para impulsar su causa de formar el programa educativo ‘Raíces y brotes’ en todo el mundo en 70 países, para que las próximas generaciones sean mejores custodios de la naturaleza de lo que lo hemos sido nosotros. No ha parado hasta ayer, a los 91 años en que ha fallecido luchando por un mundo mejor.
RFI: ¿Cuál fue el propósito de la creación del Instituto Jane Goodall?
El Instituto Jane Goodall, que ahora tiene 30 oficinas en todo el mundo empezó como un instituto de investigación. De ahí el nombre, que era lo que ella hacía. Luego se expandió a la conservación de los ecosistemas, a la educación ambiental. También a partir de los años 90, al desarrollo sostenible finalmente de las comunidades locales, entendiendo que la conservación tiene que hacerse con y desde la comunidad local, entendiendo sus necesidades. Y desde entonces es eso lo que impulsamos en África. Nosotros desde España trabajamos en Senegal, por ejemplo, en desarrollo sostenible de la comunidad local, con cooperativas de mujeres, de producción de alimentos, con proyectos de reforestación, de prevención de incendios y además de la investigación y la conservación que hacemos. En otros países como Tanzania, Uganda, los dos Congos, también se hace este tipo de trabajo desde hace mucho tiempo y el Instituto Jane Goodall, posteriormente, viendo el tráfico y la caza furtiva que había de chimpancés, especialmente de crías, montó un centro de rescate en Congo, un centro que se llama Tchimpounga, con el cual colaboramos diferentes oficinas del Instituto de todo el mundo y que está dirigido por la veterinaria española Rebeca Atencia. También tenemos otro centro de rescate en Sudáfrica y damos apoyo técnico a otros centros de rescate de chimpancés en África.
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