Una de las grandes paradojas que ofrece esta era digital, es que por medio a los celulares y las redes sociales podemos conectar con familiares y amigos en un abrir y cerrar de ojos y que dependiendo al tipo de “contenido” que compartamos; podemos presumir de millones de “seguidores” que con un “like” pueden establecer un sistema de valoración o condena autorizada.

Pero mientras la era digital nos facilita la comunicación, los seres humanos estamos cada vez más desconectamos. Informes de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, “El 78% de la población mundial de diez años en adelante tiene un teléfono celular”. En otro estudio, los investigadores descubrieron “que el riesgo de obesidad aumentaba.

En un 43 por ciento si se usaba un teléfono inteligente cinco o más horas”. Datos como estos, provocan que los gobiernos-estados establezcan mayores controles. Pero no lo hacen; a sabiendas de que a mayor desarrollo; peores son las cifras en material de salud mental. En los Estados Unidos, por ejemplo, existen los niveles más elevados de suicidios “más de 49 000 personas murieron por suicidio en el 2022”, según Los CDC.

Y parte del problema se le atribuye al aislamiento. Porque las personas han encontrado en sus celulares, espacios de introspección donde la interacción con otros no la establecen como necesaria.Y eso ha provocado que las plataformas; manejen el cerebro humano bajo ciertos tipos de enganche-controles.

Activando el almacén del mismo que es el hipocampo. Aislándonos como especie. La paradoja que crece en la actualidad lleva a especialistas en todas las áreas de la conducta humana a que se interesen en la investigación de este fenómeno, del cómo cada vez más avanzamos hacia el aislamiento. Investigaciones de expertos para el departamento de la equidad, diversidad.

E inclusión en la salud, de la University of California San Diego Health; plantean que ”Dada la prevalencia de la desconexión social en EE. UU., el impacto en la salud pública es bastante significativo” La forma como esa desconexión está llevando a conductas cada vez más autodestructivas asociadas con enfermedades y “comportamientos antisociales que van desde la depresión hasta la obesidad, enfermedades cardiacas, demencia y deterioro cognitivo, etc.”. según lo establece El Instituto Nacional del Envejecimiento, (NÍA, por sus siglas en inglés).

Ver como nuestra sociedad está perdiendo lo que ha permitido que evolucionáramos como especie, que incluye la evolución del lenguaje verbal, por esta tendencia que va en aumento de creer que todas las respuestas las encontraremos en las rédese sociales. Nos hace involucionar a niveles de un submundo enfermizo, ausente y carente de empatía.

Datos de Asociación Americana de Cardiología establecen que “los estudiantes universitarios que usaban los teléfonos inteligentes cinco o más horas al día presentaban un riesgo de obesidad un 43%”. Y es cuando establecemos, que a medida que la tecnología ha transformado la esfera global con avances en casi todas las áreas vinculantes a los seres vivos, así también hemos retrocedido en procurar del desarrollo.

De aspectos que beneficien la salud mental del individuo. Salud que continúa comprometiéndose y las alertas que deben activarse en material de salud pública; no están siendo colocadas en contexto para prevenir, resolver y mitigar dicha problemática. Ya que detrás de las multimillonarias corporaciones no existe un interés real en la salud de la población.

Ya que es mejor una población estúpida y sin futuro, que sana, autónoma y que desafíe los cimientos de la sociedad con cada vez menor valor a aquello que la hace única: Su gente.

EN ESTA NOTA

Miosotis Ledesma de Jesús

Abogada y comunicadora

Miosotis Ledesma es abogada, comunicadora y trabaja en relaciones publicas,

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