Los eventos de lluvias ocurridos en los últimos tres años en países europeos y americanos, con sus pérdidas materiales y humanas, deben ocupar a los Estados para que sus planes de desarrollo se enfoquen en políticas públicas que contribuyan a mitigar el impacto del cambio climático.

En los últimos cinco años, Estados Unidos ha vivido experiencias de fenómenos hidrometeorológicos que han provocado daños severos.  El huracán Ida en 2021 ocasionó graves inundaciones que obligaron a declarar el estado de emergencia en Nueva York.

En el 2024, Nueva York vive horas terribles con inundaciones repentinas debido a lluvias torrenciales que afectaron la ciudad y, por las aguas, varias personas fallecieron. El pasado 4 de julio de 2025, las inundaciones provocadas por el Río Guadalupe, en Texas, provocaron un saldo fatal de al menos 135 muertes y 170 personas desaparecidas.

Hace varios días, en la Gran Manzana, Nueva York, se registraron lluvias de casi tres pulgadas de agua. En el evento dos dominicanas fallecieron en Nueva Jersey cuando cruzaban un pequeño puente sobre un canal desbordado en un vehículo.

También Europa ha tenido que lidiar con emergencias parecidas, poniendo a prueba los sistemas de pronósticos y equipos de emergencias. En junio de 2024, Alemania enfrentó una situación complicada por inundaciones que impactaron las regiones del sur de ese país.

Por igual, Francia tuvo que empeñarse en el manejo de intensas lluvias que generaron crecidas repentinas e históricas en algunos puntos de la ciudad; algo similar aconteció en España en octubre de 2024, cuando cayeron precipitaciones e inundaciones que dejaron víctimas mortales en Valencia y regiones vecinas.

A ese evento se le denominó DANA y perdieron la vida 232 ciudadanos españoles.  Y si nos trasladamos al patio, aquí en RD, nos encontraremos que en varios noviembres, desde 2021 al 2024, lluvias intensas generaron inundaciones significativas en el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo donde más de 35 personas fallecieron.

Hago el recuento porque los fenómenos meteorológicos y climáticos seguirán interactuando con nuestras vidas. Y esos eventos seguirán incidiendo y afectando los sistemas de producción y nuestros medios de vida.  Seguirán sufriendo los más expuestos y vulnerables, y las consecuencias de esa alocada variación climática tocará a todos.

Un aporte que entiendo podría hacerse como nación y Estado es el de trabajar profundamente políticas que nos guíen hacia niveles de gestión para enfrentar las causas reales del cambio climático.

Contamos con el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio que ha pasado a formar parte de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).  Esta última institución una dependencia del Consejo Nacional de Prevención, Mitigación y Respuesta ante Desastres que coordina y preside la Defensa Civil.

Bernardo Rodríguez Vidal

Psicólogo clínico

Subdirector Ejecutivo de la Defensa Civil Psicólogo Clínico, Maestría en Alta Gerencia y Especialista en Gestión de Riesgo de Desastres.

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