Todo comenzó a complicarse luego de que recientemente un grupo de ciudadanos de no muy buena fama ética y de escasos estudios quiso eternizarse en el poder de las instituciones de Santiago. En base a una influencia extinguida, esos pecadores y sus pecados no confesados desataron los demonios. En cualquier país, compañía privada o institución social, ningún presidente se reelegiría con la reducción del 88% de los ingresos, baja del 25% del patrimonio y 75% del personal organizativamente excluido o acosado.
Pues sépalo, en el CDES y en Santiago se hizo y a la brava. Muchos se “hicieron los rusos”, guardaron silencio o miraron para el otro lado ante esas provocaciones sociales. Esa fue la chispa que incendió las praderas y disparó todas las alarmas.
Detrás de la crispación pública que generaron las elecciones del Consejo Desarrollo Estratégico de Santiago (CDES) se escondía la única crisis padecida por esta entidad en toda su historia. En los pasados 30 años, CDES pilotó con destreza por cielos turbulentos y mares tormentosos. Hasta el actual deterioro ético y científico, había navegado «viento en popa». Con mucha calidad científica y reputación, concluyó el Plan Estratégico de Santiago (PES) y sus actualizaciones auténticas, genuinas e innovadoras. ¿Por qué pasó ahora?
El cine puede ser una herramienta estratégica para proyectar la identidad de una ciudad
Ofelia es una niña que, en el año 1944, huyendo de la brutalidad de la posguerra española, encontró en un mágico laberinto del campo un refugio a su realidad. De ese entorno verde y biodiverso, un fauno, “semidios” de su entorno natural, le reveló que ella era la princesa de un reino subterráneo, pero que, para poder volver a sus dominios, debiera superar tres pruebas.
Son mitologías con las cuales el cineasta Guillermo del Toro nos condujo por una historia recreada en la posguerra española. Un guion creativo que nos invita a superar una situación adversa transitando caminos espinosos. Con el compromiso de observar reglas de vida, que parecen fáciles de cumplir o violar. Es casi la misma situación que en vida trascendió, Jesús de Nazaret.
Advertí sobre gárgolas que profanaban templos. Pronostiqué el castigo eterno del “Tonel de las Danaides”, princesas condenadas a llenar un barril sin fondo. Subrayé que el templo estaba en manos de Lutero. Publiqué que la obra de Santo Tomás de Aquino “Los Siete Pecados Capitales” había sido reescrita. Hoy, todo está consumado. La solución es asumir que transitamos el laberinto del fauno.
La opinión pública debiera mantenerse atenta. Monitorear la crisis generada en las Águilas y en el CDES por la opción que, hasta el último minuto, estaba derrotada. La que, por arte de magia, resurgió de sus propias cenizas, apoyada por auspiciantes sorprendidos en su buena fe, «de ayudar a Santiago». Se suplicaron órdenes superiores sin precedentes. Mandos que, sin información precisa, facilitaron una riesgosa victoria que terminó siendo pírrica. La opción que hizo el patético llamado ocultó corresponsabilidades en una crisis que sorprendió a la Nación.
La alternativa que fue votada mínimamente llegó escoltada y con tropas, sin tener propuestas, asaltó el CDES, que es la entidad que impulsa el Plan Estratégico de Santiago. Hasta ahora, las evidencias indican que la invasión provino de los que se impusieron apoyados por la falta de institucionalidad electoral y la exclusión de la Cámara de Diputados y el Concejo de Regidores en las votaciones.
La opción vencedora es la única de las anteriores que ha sido poco bendecida por el don de la eficiencia, o sea, la generación de productos estratégicos por unidad de tiempo.
Sépase, «sin egos afectados, ni venganzas personalizadas», una crisis ética irresoluta precipitó la aparición de la segunda plancha proponente de un programa de rescate. Trance que hoy reclama el concurso de todos los sectores. De los que participaron sanamente a favor de seguir con más de lo mismo, y de los que, avivados por la escasez de miras, organizaron una segunda plancha.
Hoy, una pequeña fracción de la élite de la nación y Santiago, de procederes «oligofrénicos», debiera al menos honrar a sus padres y transitar por los caminos penitentes impuestos por el Fauno. Águilas Cibaeñas y Plan Estratégico son marcas territoriales. Templos institucionales, que debemos proteger entre todos.
Oligofrenia es un término médico. Se refiere a una condición caracterizada por limitaciones significativas tanto en capacidad intelectual como en comportamiento adaptativo. Se manifiesta por poseer escasas habilidades conceptuales, resolutivas y humanas.
Diversos personajes debieran retirarse de la vida pública. Exiliarse al desierto virtual de sus territorios en reflexión y oración. Salir de los escenarios. Permitir que empresarios, dirigentes sociales y más mujeres con academia, estudios y éxitos asuman el nuevo liderazgo que demanda la Nación. Especialmente, en el mejor momento de inversión pública y privada.
La planificación urbana también se nutre de expresiones culturales
El control del placer y la avaricia, según Epicuro, se logran si "sabemos disfrutar nuestros bienes”. Sirve de poco poseer riquezas si no somos capaces de ser más felices y llevar alegría a otros.
Solo resta el desierto y el laberinto del Fauno, para esos que debieran salir del desorden en que se encuentran. Los que pretendieron ascender del averno, para codearse en la vida terrenal, con auténticos descendientes de generaciones de padres laboriosos y solidarios.
Santiago, el Plan Estratégico y las Águilas son hoy viajeros del laberinto del Fauno. Solo los pueden sacar de esos pantanos los buenos dominicanos y santiagueros cuya reputación es el trabajo. Con responsabilidades, prestigio ético y riquezas basadas en una familia unida. Que se dedican a la paz, al compromiso social y la gestión inteligente del bien común.
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