La práctica educativa de los docentes, con frecuencia, recibe un ataque feroz de sectores diversos de la sociedad y de la administración pública. Se plantea que no ofrece resultados de aprendizaje significativos y que, por tanto, no responde a las necesidades del sistema educativo del país. Se indica, además, que es una práctica con poco fundamento y que,
en consecuencia, los aprendizajes de los estudiantes de ninguna forma van a responder a sus intereses y demandas propias. Con estas expresiones queda claro que la práctica educativa de los docentes dominicanos está desprestigiada. Está invalidada para favorecer el desarrollo de la sociedad y mucho menos para contribuir con el fortalecimiento de las capacidades de los estudiantes, así como de las potencialidades de los centros educativos.
Esta descalificación de la práctica educativa de los docentes es un desafío para los Ministerios de Educación y de Educación Superior, Ciencia y Tecnología de la República Dominicana. Es un reto, también, para las instituciones formadoras. Estas no se pueden eximir de responsabilidad, porque son las encargadas de propiciar una formación cualificada a los que optan por la carrera de educación. Parecería que estas instituciones deberían prestarle más atención a la enseñanza que refuerza la revisión sistemática y crítica de la práctica educativa. Enseñar en esta dirección constituye una oportunidad para examinar con ojo crítico y propositivo qué hace el docente en el aula y en su entorno; desde qué perspectivas hace su trabajo, cómo procede para hacer lo que hace, con quién trabaja, para qué hace lo que hace. Son múltiples los interrogantes que impactan su práctica.
La revisión crítica de la práctica educativa de los docentes es una prioridad. Para avanzar se les debe motivar para que descubran la importancia de este proceso de análisis. Han de hacerlo de forma continua. Para ello se les han de ofrecer herramientas que les permitan un seguimiento crítico y sostenido a su propia práctica. Las tecnologías digitales, la Inteligencia Artificial y los aportes de las pedagogías críticas les ofrecen posibilidades de revisión y de enriquecimiento de su práctica. La revisión crítica de la práctica educativa del docente es una oportunidad, también, para introducirse en la tarea investigativa. Se invita al docente a investigar su propia práctica para buscarle explicaciones fundamentadas a los avances que experimenta, a las innovaciones que introduce y a las mejoras que descubre durante el proceso de revisión crítica.
Esta revisión crítica de la práctica educativa es una apertura a la tarea investigativa. Para el docente, examinar su práctica ha de convertirse en una experiencia investigativa. El fortalecimiento de este proceso requiere acompañamiento sistemático y apoyo metodológico que posibilite la integralidad de la revisión. Abrirle espacio a este procero requiere una organización del trabajo del docente, con más racionalidad y equilibrio. Es necesario que cuente con el tiempo debido para que pueda hacer esta revisión dentro de marcos pedagógicos institucionales.
La responsabilidad de la revisión no es solo una cuestión personal, es una responsabilidad de la institución. La revisión de la práctica educativa implica una fase personal y una fase más colectiva, al constituir núcleos de revisión entre pares en el centro educativo, con una composición de tres a cinco docentes. Es importante que la perspectiva investigativa sea el eje transversal de la revisión de la práctica. La revisión crítica a nivel personal posibilita que el docente confirme el estado de situación de su propia práctica y asuma la responsabilidad debida. El intercambio del análisis de la práctica en los núcleos de pares favorece el intercambio reflexivo; y la mirada plural al quehacer cotidiano en el aula y en el contexto de intervención.
Este proceso fortalece la motivación, cualifica el trabajo del docente y lo introduce en el campo de la investigación. La exploración de su práctica le aporta referentes y herramientas para irse formando como investigador de su propia práctica. Los centros educativos interesados en que los docentes den este salto cualitativo requieren una organización del tiempo más flexible, un proceso de acompañamiento pedagógico real; y alternativas que refuercen la motivación y la permanencia en el puesto. Un docente que se compromete con la revisión crítica y actualizada de su práctica potencia su capacidad de intervención pedagógica e investigativa. Asimismo, fortalece el desarrollo del sentido crítico y mejora su capacidad de toma de decisiones.
Un centro educativo que sólo está atento a los resultados de los docentes, sin arbitrar los medios necesarios para que éste fortalezca su calidad humana y la de su práctica, puede cerrar sus puertas para que haya un obstáculo menos para el desarrollo humano y educativo del país. Sin una revisión consciente, crítica y proactiva de la propia práctica, los docentes se convierten en máquinas inefectivas; se convierten en meros instrumentos de las directrices de Ministerios que tienen dificultad para mirar hacia delante. Es tiempo de alentar una práctica educativa examinada continuamente, para darle respuesta a problemas y tiempos nuevos; para extraer de ella valores, aprendizajes y formas innovadoras de hacer educación hoy.
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