El Foro Económico Mundial en su informe El Futuro del empleo 2025 recoge el parecer de más de 1,000 empleadores líderes del mundo, que reúnen a más de 14 millones de trabajadores en 22 tipos de industrias y 55 economías de todo el mundo, planteando su parecer respecto a las habilidades de su fuerza laboral para los próximos cinco años.
Siendo la mirada de un solo sector, no deja de ser importante. Esperan avances en el desarrollo tecnológico, sobre todo de la IA; una ampliación del acceso digital; aumento del costo de la vida; mitigación del cambio climático; cambios demográficos importantes y fragmentación geoeconómica y tensiones geopolíticas, y otros temas.
Hacen menciones predictivas acerca de la desaparición (dicen destrucción) como la creación de nuevos empleos, lo que supondrá la creación, al mismo tiempo, de nuevos puestos de trabajo y nuevos roles o funciones relacionados con la tecnología, desde los especialistas en Big Data, como los ingenieros de Fintech, desarrolladores de software e IA.
Los trabajadores administrativos y secretariales, como los cajeros, empleados de boletos, asistentes administrativos y secretariados ejecutivos, servicios postales, cajeros bancarios y empleados de entrada de datos, señalan, experimentarán una importante disminución en términos absolutos.
Las universidades y politécnicos deben poner su mente en este aspecto y estar atentos a su desarrollo. Seguir ofertando cursos y carreras que muy pronto serán historia no parece ser una buena decisión.
Este cambio en el ámbito del empleo tiene como contrapartida cambios fundamentales para la educación básica, técnica y superior. Según ellos, serán imprescindibles el desarrollo de habilidades básicas, como el pensamiento analítico, la resiliencia, flexibilidad y agilidad, así como del liderazgo y la influencia social.
A estas habilidades se les suman el pensamiento creativo, la curiosidad y el aprender a aprender (aprendizaje permanente). El mundo y la economía que lo motoriza van a velocidades nunca vistas y es por lo que, como hemos planteado, ya la escuela de hoy y la formación docente son totalmente obsoletas, ajenas a esa realidad dinámica.
Para la escuela, como formadora de ciudadanía, el reto es bastante complejo, pues no se trata solo de educar para el trabajo, sino de formar y educar para la vida en todas sus manifestaciones.
Sarah Hernholm, en un esfuerzo interesante al respecto, escribe un ensayo que titula: 5 habilidades humanas que la IA no puede reemplazar, y cómo las escuelas pueden enseñarlas. A su parecer, estas cinco habilidades son:
1. Juicio ético y razonamiento moral en la era de la IA: las decisiones sobre cómo se usa la tecnología en las aulas, dónde trazar la línea en el monitoreo del lugar de trabajo o cómo sopesar los riesgos y beneficios de las herramientas médicas no se pueden entregar a las máquinas. Estas son decisiones humanas.
2. La empatía y la inteligencia emocional son importantes en un mundo de IA: Los bots de servicio al cliente pueden manejar solicitudes básicas, pero cuando alguien está frustrado, afligido o tomando decisiones matizadas, quiere conectarse con un humano.
3. Creatividad y visión: la ventaja humana sobre la IA: La IA generativa es excelente para remezclar patrones existentes, pero carece de verdadera imaginación. La creatividad humana, como el pensamiento interdisciplinario y visionario, sigue siendo una ventaja competitiva.
4. Pensamiento crítico y juicio contextual en una era impulsada por la IA: La IA puede producir respuestas fluidas, pero no siempre confiables. La IA carece de conciencia situacional y la capacidad de comprender el subtexto.
5. Aprendizaje adaptativo y resiliencia humana en un futuro de IA: La IA puede volver a entrenarse con nuevos datos, pero no pivota como los humanos. No cuestiona su propósito, ni cambia de carrera a mitad de su vida o inventa nuevas industrias a partir del caos. Los humanos lo hacen. En mercados volátiles, la capacidad de aprender rápido, desaprender viejos hábitos y adaptarse no tiene precio.
Juicio ético, empatía, creatividad, pensamiento crítico y adaptabilidad, señala Hernholm, no son simples cuestiones extracurriculares y mucho menos, solo de contenidos a “enseñar”. Estas habilidades, argumenta, “darán forma a la innovación, el liderazgo, la educación y el progreso significativo en el futuro”.
Estos y otros temas no deben pasar por alto en los espacios de formación de maestros y otros profesionales, y mucho menos, en la educación básica, que tiene la obligación de ofrecer una educación que desarrolle las habilidades y competencias necesarias para la vida.
Para una escuela y un sistema educativo anquilosado, que aún tiene pendientes las aspiraciones fundamentales planteadas a finales de los ochenta y principios de los noventa (véanse el Decálogo Educativo y el Primer Plan Decenal de Educación), el reto no solo se hace grande, sino de gran complejidad.
2.6 millones de niños y niñas, como de jóvenes adolescentes y adultos que en general se incorporan a la escuela, no pueden seguir siendo objeto de una educación sin visión de futuro. Y no se trata de “llenar” las escuelas de cacharros tecnológicos, sino de desarrollar las habilidades y competencias pertinentes para el mundo de hoy.
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