El silencio es esteril. -Alicia Dellepiane Rawson

El clima de terror que se vive en Santo Domingo ha llegado a niveles espeluznantes nunca antes vistos. Y todo esto bajo un supuesto “Gobierno del cambio” presidido por el presidente ultraderechista Luis Abinader punta de lanza del proyecto anti-obrero y hambreador del capitalismo dominicano que busca desmovilizar la lucha obrera y anti-racista de este pueblo mancillado por los explotadores del sudor ajeno.

Desde el 2020, el gobierno del PRM presidido por Abinader ha aumentado las operaciones represivas en contra de los movimientos sociales y a la comunidad haitiana. Y mientras más se militarizan los barrios y varias zonas rurales del interior del país donde las comunidades luchan en contra de la megaminería, el gobierno y la clase política se valen de la censura y la autocensura en los medios para silenciar la denuncia pública. Y es que el poder de las clases altas se ve forzado a usar la violencia del Estado con el fin de cortarle la mano a cualquier disidencia que estorbe su proyecto de dominación.

Pero a pesar de la censura y la represión, las voces de la protesta no se han hecho esperar. En un articulo publicado el 25 de abril del presente año en el diario argentino Pagina 12, [1] Esther Girón de Aquelarre, un colectivo anti-racista, feminista y popular dominicano, pone el dedo en la llaga:

“Esta semana comenzó la aplicación de las nuevas medidas migratorias deshumanizantes adoptadas por el gobierno dominicano, que van desde la represión y el desmantelamiento de barrios racializados enteros —como el caso de Matamosquito, en la provincia La Altagracia— hasta la militarización de las maternidades y la negación de atención médica a mujeres negras embarazadas. Las medidas son resultado de una cadena de eventos que perpetúan el racismo de Estado, que tienen implicaciones históricas y que, lejos de abordar de manera seria un plan de regularización, agravan la situación bajo una falsa narrativa de solidaridad.”

Mata Mosquito ya no existe. Ahora solo queda el vago recuerdo de un barrio obrero donde isleñas/os de origen o nacionalidad haitiana y dominicana vivían en plena armonía hasta que llegaron los fascistas junto a las fuerzas represivas del Estado. Más claro de ahí no canta un gallo: a la clase política y social a la que pertenece el presidente Abinader le disgusta la amistad entre dominicanos y haitianos.

La destrucción masiva del barrio Mata Mosquito con maquinarias pesadas afectó a alrededor de 2000 familias y 300 viviendas o más. [2] Mata Mosquito es la culminación de una campaña mediática desde la prensa ultraconservadora como el matutino Listín Diario al frente de la propaganda racista y anti-haitina el cual propagó la falsa imagen de la barriada como un “gueto insalubre” analogía que no tiene mucho que envidiarle al discurso anti-judio de la Alemania nazi (1933-1945). Asimismo, la destruccion de Mata Mosquito se empalma mucho con la destrucción masiva y el desalojo forzado que desde 1948 lleva a cabo el Estado sionista en contra del pueblo palestino.

El desalojo de los habitantes de Mata Mosquito y su destrucción también trae a colación la destrucción de barrios habitados por antiguos libertos en los Estados Unidos como es el caso de Seneca Village (el pueblo Seneca) el cual fue destruido en el 1857 con el objetivo de erigir el Parque Central en la ciudad de Nueva York. Seneca, al igual que Mata Mosquito, era una comunidad mixta y multicultural donde vivían afrodescendientes junto a personas de origen alemán e irlandés. En definitiva, en esta media isla la política genocida del Estado dominicano se asemeja mucho a la violencia de exterminio de la clase política en los Estados Unidos así como del accionar genocida de la dictadura trujillista y del Estado sionista de Israel.

Matar dos pájaros de un tiro

La propaganda anti-haitiana diseminada por desaprensivos (puras lacras sociales) en las redes sociales y en la prensa tradicional en combinación con la campaña represiva neo-fascista del gobierno actual no solo perjudica a la comunidad inmigrante de origen haitiano y a los dominicanos de origen haitiano sino que también perpetúa la violencia del Estado dominicano en contra de otros sectores populares de la sociedad. Además, estas políticas represivas perpetúan los ciclos de pobreza, explotación y miseria que afectan a toda la clase obrera dominicana.

Hay una salida

Al contrario de la propaganda anti-haitiana de la extrema derecha que desinforma, confunde y moviliza a un gran segmento de la población dominicana arguyendo un supuesto “conflicto dominico-haitiano”, el verdadero conflicto reside en la relación entre el capital y el trabajo. Los bajos salarios y las pésimas condiciones de trabajo que afecta a la gran mayoría de la población no se debe a la presencia de inmigrantes haitianos más bien es parte intrínseca del capitalismo dominicano. Esos bajos salarios se deben en gran parte a la debilidad de los sindicatos y a las derrotas políticas de las cuales han sido objeto los sectores más combatientes del movimiento obrero.

Por lo tanto, urge luchar por la construcción de sindicatos clasistas y revolucionarios y a la misma vez, urge forjar lazos solidarios y de ayuda mutua entre los trabajadores haitianos y dominicanos (y otras nacionalidades) en sus luchas en contra de la explotación laboral en la isla que compartimos.

Y para finalizar

Yo, cómo sujeto social de nacionalidad dominicana, oriundo de barrios populares como Villa Juana y Los Mina, de extracción obrera, afrodescendiente y además descendiente de gente y otros pueblos antiguos y olvidados provenientes de la tierra más allá del Alba y la Pluma donde nace el mar; poseedor de valores democráticos; adherente al socialismo revolucionario; de estirpe anti-trujillista hasta la tambora; comprometido a preservar la memoria histórica de nuestro pueblo en resistencia desde una óptica crítica e internacionalista; sin complejos de inferioridad y además: dominico-caribeño que se siente a gusto en cualquier parte del Caribe; yo, amante de estas islas, de la briza de estos pueblos; amante de Haití, mi segunda patria, sentimiento compartido con muchas personas haitianas que también consideran Santo Domingo su segunda patria, pues nada, desde este humilde espacio huracanado hago público mi rechazo a las políticas reaccionarias, racistas, anti-haitianas y anti-feministas de este Estado corrupto y podrido hasta los tuétanos porque no representan en lo más mínimo las aspiraciones y los intereses políticos de la clase trabajadora, es decir, mi clase social. ¿Y entonces, a quien o a quienes representan las políticas conservadoras, reaccionarias, inhumanas, racistas, anti-feministas y anti-obreras de la clase política en control del Estado en Santo Domingo? Pues a los ricos que explotan y oprimen con cizaña las cuatros esquinas de esta media isla.

 

Notas

1.”El racismo como política de estado”, Esther Girón, Página 12, 25 de abril.

2.”Neofascistas marchan en Punta Cana exigiendo la expulsión de los haitianos”, Simón Rodríguez, NACLA, 5 de mayo, 2025.

Amaury Rodriguez

Escritor, educador y traductor

Amaury Rodríguez es escritor, educador y traductor. Estudió historia y educación bilingüe en la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Desde hace años, lleva a cabo una labor de difusión de la historia contemporánea dominicana.

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