La verdad es que no somos ninguno de "esos" que pensamos ser; somos una evolución constante, no solo de imágenes exteriores, sino más interiores que terminan en una confusión imparable.

Cada día descubrimos "nuevas fórmulas" e ilusiones que nos hacen "variar" el contenido de creencias que venimos acumulando desde "los principios" vividos.

Los cambios nos suceden sin darnos cuenta, aunque, eventualmente, el tiempo, la edad, el peso del cuerpo, nos hace "meditar" que uno ya no es el mismo…

Sin embargo, "ese cambio" que evidentemente sufre nuestra "máscara", es decir, el rostro, será notorio solo para los que no nos hayan visto durante un lapso largo de tiempo. No nos reconocerán ni reconoceremos aquellos que quedaron "atrás" en el pasado.

Este latido va más allá que esa "envoltura" que nos cubre y que podría ser agradable, dichosamente, o simplemente "rara" para esos que suelen "definir" la belleza…

La gente tiene un concepto de nosotros que va atado al comportamiento ofrecido; es natural que se nos juzgue de acuerdo a nuestras acciones, dichos y emociones manifestadas, pero en nuestra mente y en "ese silencio" vamos elaborando ideas que podrían cambiar el aprecio que se nos tiene.

Es aquí cuando el otro se topa con su ego e hilvana "lo que cree". Debería de cambiar este o el otro. Nos convertimos en ellos y actuamos como ellos, pero no reconocemos que somos lo mismo.

Cada uno de nosotros se cree lo mejor, y aunque no es que esté mal, ya que somos lo único que tenemos, pero es evidente que no lo somos.

Aunque deberíamos primero "definir" eso. ¿Qué es lo mejor? Para así "intentar encontrarnos" y llegar a la raíz. ¿Quiénes realmente somos?

Lo mejor goza de muchas caras y ciertamente es tan variado e individual, que nos sería difícil "etiquetar algo" como "lo mejor", sin embargo, sí podríamos apartarlo entre ciertos deportes, profesiones o habilidades escasas y "destinadas" a algunos.

En el caso que nos ocupa, lo mejor se esparce entre todas nuestras mentes, de gente "común y corriente" que vive una vida "normal", interactuando entre personas ordinarias y nada dotadas de cualidades "extraordinarias", o sea, la mayoría.

Es aquí donde se debate el lío "del soy", ese que juzga, actúa, manipula y tiene que "buscársela" en su afán de sobrevivencia. Un soy mediocre que intenta "destacarse", más para ser respetado que amado, emulando a Maquiavelo.

Es allí donde dejamos de ser y se pierde "el yo". Aquí es donde nos confundimos y olvidamos que somos seres específicos con una misión específica y que nuestra "labor" es la de actuar acorde a "esa misión".

El mundo y su producción de cosas nos han distraído tanto que nos hemos perdido en él, dejándonos arrastrar hacia sus abismos. Dejamos de actuar como "lo que somos" y nos convertimos en un actor que actúa en una obra distinta sin guion y encima queriendo dirigir "la película" de la que no tenemos ni puta idea.

Pasamos de protagonistas estelares a un papel de cuarta, produciéndonos un estrés gratuito e infundado.

La pregunta que deberíamos de hacernos, para concluir con este latido, es: ¿Cómo descubrimos lo que somos? La respuesta parece fácil; solo identifica en qué te sientes a gusto…

Muchos de nosotros, la mayoría, están haciendo lo que "no sienten" y eso se resuelve enfrentando el miedo al cambio. Soltar, tirar, despabilarse y asumir, como dijo Miyamoto Musashi: "puede parecer difícil al principio, pero todo es difícil al principio".

Saber quienes somos nos hará la vida más fácil porque no nos empeñaremos en cambiar el destino y en consecuencia la resistencia, que es la causante de las angustias, fluirá sin tocarnos.

Aceptar que eres vital e imprescindible, sin necesidad de reconocimientos humanos, te hará entender que todos tienen una misión que no necesita ser juzgada y de la cual tú no impusiste.

Cuando reconozcamos quienes somos, la vida cobrará el sentido perdido, porque veremos que lo que creen que somos y lo que creemos ser eres tú mismo habitando en todas partes. ¡Salud! Mínimo Somero

Máximo Caminero

Artista

Máximo Caminero; artista plástico dominicano residente en La Florida. Su labor cultural navega ya por más de treinta años entre la pintura y las letras. Sus escritos tocan temas filosóficos, políticos, cotidianos, anecdóticos o como a él le gusta llamar “Todas Las Puertas”. Autor del libro “Patricio, Todas Las Puertas” novela existencialista con pinceladas de humor y realismo mágico.

Ver más