La oligarquía dominicana actual desciende de la rebelión liderada por Francisco Roldán en 1497, mejor conocida en la historia de América como Rebelión de Roldán. Se trató de un grupo de europeos que exigió al virrey, Cristóbal Colón, que dividiera “el pastel” y le entregara su parte. Los miembros de dicho grupo no estaban dispuestos a trabajar como empleados de la Factoría colombina por un salario, junto a los aborígenes, a quienes consideraban inferiores, “personas sin almas, sin mente y sin corazón”. Por eso, exigieron acremente que les fueran entregados los latifundios, repletos de nativos para explotarlos como esclavos. Colón transigió a sus peticiones y, en consecuencia, su posición de virrey concluyó, ya que en Las Capitulaciones de Santa Fe no se establecía el reparto de la isla entre terceros. La corona destituyó a Colón y lo mandó a apresar, acción que materializó Francisco de Bobadilla, quien poco tiempo después fracasó ante el mismo grupo oligárquico comandado por Roldán.

Como consecuencia, ese grupo se fue haciendo cada vez más poderoso económicamente; mientras los auténticos dueños de la tierra (los nativos) fueron exterminados. Corriendo el tiempo, ese grupo multimillonario ha incidido en la permanencia de gobiernos en la RD. Trujillo, para poder mantenerse en el poder, debió humillarlo y colocarse él, no solo en el lugar de ellos, sino en la posición de un monarca, muy lejos de los ideales ilustrados basados en deberes y derechos, tal cual los ideó el padre fundador de la patria, Juan Pablo Duarte, en su proyecto de constitución.

Fue ese mismo grupo oligárquico (junto a sectores clericales, injerencistas y militares), que ideó el golpe de estado contra el gobierno del profesor Juan Bosch, puesto que, en abril de 1963,  éste había promulgado una constitución liberal, que contemplaba beneficios para el pueblo, en términos educativos, económicos, laborales, de obras públicas, de seguridad social, de vivienda, etcétera, y, sobre todo, obligaba a ese grupo oligárquico a pagar impuestos. El gobierno del profesor Juan Bosch enfrentó a ese mismo grupo oligárquico y eso, entre otras causas, le constó la salida del poder. Asimismo, esta acción llevó a una crisis política que produjo la dictadura de los crueles doce años del presidente Balaguer (1966-1978). Durante ese tiempo se calcula el asesinado de alrededor de once mil jóvenes por parte del poder de turno. ¿Cuál rol jugó la oligarquía durante ese perverso período? (Pregunta de investigación).

En la actualidad, ese mismo grupo oligárquico pretende seguir depredando el erario. Ellos son beneficiados con excepciones de impuestos y con otros privilegios, en detrimento del pueblo llano. El último ataque que ha lanzado ha sido la idea de fusionar el Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología con el MINERD. Fíjese que no se busca reestructuración, ni reingeniería, sino fusión porque, precisamente, esa idea propuesta por un sector de la oligarquía dominicana lo que plantea es reducir el gasto en educación. No le interesa mejorar la calidad.

No se deje engañar, señor presidente. Esa oligarquía no está a su favor. Odia al pueblo, más que como odiaba Francisco de Roldán a los aborígenes. Usted se debe al pueblo que lo eligió.

No les importa, ni les interesa el impacto que dicha reducción económica pueda tener en la calidad educativa. Ellos pretenden más bien sacar ventaja económica de la incapacidad, por otro lado, de la clase burocrática del sistema educativo, clase que ha sido tan conservadora y tan poco creativa y tan poco innovadora, que no ha sido capaz de crear las condiciones suficientes y necesarias para invertir el 4% de la educación dominicana, en lo que verdaderamente se requiere para elevar la calidad educativa en todos los niveles preuniversitarios.

La oligarquía dominicana plantea que en otros países los dos ministerios de educación funcionan en uno. Pero no dicen que algunos de esos países invierten mucho dinero para que los niños pobres de las escuelas aprendan teatro, danza, música, pintura, costura, albañilería, electricidad, jardinería, natación, atletismo, cultura literaria, cultura política (como ética de la ciudad), cultura de limpieza, modales, modelajes, etcétera. No lo observan porque ni para la oligarquía dominicana ni para los burócratas del sistema educativo preuniversitario nada de eso es importante. Ellos creen que educación se limita al contenido curricular importado y, por tanto, espurio a la antropología, al genotipo y al fenotipo de los dominicanos.

Los arquitectos dominicanos no contemplan en el diseño arquitectónico de las escuelas un espacio idóneo para desarrollar artes literarias ni escénicas. No entienden que estas son formas de cultivar el espíritu indomable del ser y de contrarrestar la anarquía sistemática. No incluyen en las partidas presupuestarias la contratación de profesionales especializados en lecturas de historias literarias, jurídicas y filosóficas, etcétera, porque para el fomento de la creatividad en las artes, se requiere contratar a profesionales especializados en dichas artes. Sin embargo, para los burócratas del sistema eso sería sólo pérdida de dinero y de tiempo.

Mientras tanto, los padres que tenemos un poco de consciencia respecto a lo que implica la formación integral de un niño, pagamos clases particulares a profesores de las competencias descritas para que nuestros hijos desarrollen sus talentos, valores y vocaciones. Esto, pese a que tenemos que pagar altos impuestos para recibir servicios que llegan con muchas precariedades, si acaso llegan. Por su lado, ni los burócratas del sistema, mucho menos la oligarquía dominicana, cree en el Estado. No creen en sus instituciones porque históricamente estas se han rendido ante sus exigencias. Por eso, no les importa la educación dominicana. Les interesa el dinero que nos pertenece a todos y que debería ser invertido en mejor educación, mejor seguridad ciudadana, alimentación de calidad, buena salud, etcétera, etcétera, etcétera.

En consecuencia, la educación superior dominicana no puede diluirse en un sistema preuniversitario que no ha logrado dar pie con bola ante los principales problemas educativos. Todavía un alto porcentaje de los estudiantes ingresan al nivel básico sin antes haber completado el proceso de alfabetización elemental. Asimismo, un alto porcentaje de los egresados del bachillerato (sector público) ingresan al sistema superior con un perfil deprimente; puesto que, amén de las carencias en la alfabetización elemental, adolecen de alfabetización funcional, cultural y jurídica porque los burócratas de la educación dominicana obligatoria nunca invirtieron el presupuesto en una educación verdaderamente completa e integral.

Por consiguiente, constituye un reproceso para el país, en materia de educación, la pretensión de la oligarquía dominicana consistente fusionar los dos ministerios de educación. Esa oligarquía pretende que las universidades sigan titulando personas que no leen porque no les interesa el país. No les interesa, por lo tanto, que el Estado regule a las universidades en cuanto a la calidad de la enseñanza y de la formación de profesionales porque su concepto es comercial y corresponde a la ideología del consumo que se desprende del capitalismo salvaje, que todo lo depreda motivado por el deseo insaciable de acumulación de riquezas.

No se deje engañar, señor presidente. Esa oligarquía no está a su favor. Odia al pueblo, más que como odiaba Francisco de Roldán a los aborígenes. Usted se debe al pueblo que lo eligió. Esa oligarquía nunca se ha montado en una patana, mucho menos ha marchado en una caravana porque no le interesa la bondad del pueblo, la cual usted preconiza.