En esta entrega, poco voy a decir. Prefiero dejarlo que nos los explique el Diccionario Político de la Republica Constitucional, hallado en http:republicaconstitucional.wordpres.com (2007/01/05), lo que sí que, me cayó como del cielo topetarme con estos términos y, en efecto, los quiero compartir ya que prácticamente resultan el diario vivir de la dinámica política como método de control social y, como una manifiesta distorsión, y mala práctica de la democracia.

I: La mentira política:

Es aquella mentira utilizada por los gobernantes para hacer prevalecer sus propios intereses sobre los de sus gobernados.

Según el diccionario citado, la definición es también conocida como “noble mentira”, ha sido justificada por la filosofía política desde “la República” de Platón siempre considerando a los gobernados como idiotas frente a sus gobernantes e incapaces de saber cuál es el interés público, muchas veces concebido como el interés del Estado. Así en “la República” de Platón podemos leer ” Si alguien debe tener el privilegio de mentir, ese alguien debería ser los gobernadores del Estado y ellos , en sus quehaceres con los enemigos o con sus propios ciudadanos, estarían habilitados para mentir por el bien público” sin embargo “el que un particular engañase a los gobernantes lo consideraríamos como una falta mayor que la que pueden cometer el enfermo que miente a su médico o el educando que no dice la verdad a su maestro en relación con el estado de su cuerpo, o incluso el que no manifiesta al piloto cómo se encuentra la nave y la tripulación”. La justificación de la noble mentira sigue su desarrollo con Maquiavelo” Por tanto, un príncipe prudente no puede ni debe mantener fidelidad en las promesas, cuando tal fidelidad redunda en perjuicio propio”, Nietzsche, Weber, Carl Schmitt y en la etapa actual con Leo Strauss, etc. Y no muy lejos, muchos de los actuales gobernantes en USA.

Un ejemplo ilustrativo a cerca de la mentira política es el concurso filosófico promovido por Federico II de Prusia en 1778 con el título de” ¿Es conveniente engañar al pueblo, sea induciéndole a nuevos errores, o manteniéndole en los que ya se encuentra?”

Acota también la fuente que, en la partitocracia Juancarlista la mayor mentira política es la de denominar democracia al sistema de monarquía parlamentaria de la constitución de 1978. La mentira política en la partitocracia –es lo mismo que partidocracia, aclaración nuestra, que se define como un neologismo, incluso registrado por la Real Academia Española-y que <describe el fenómeno por el cual los órganos fundamentales del poder estatal se convierten en meros ejecutores de las decisiones adoptadas en la esfera de los partidos> juancarlista se ejerce sistemáticamente a través de los medios de comunicación de masas para constituir el cuerpo social o unificarlo como dijo Sun Tzu, en el arte de la guerra tres siglos antes de Cristo, y así justificar el interés siniestro. La técnica preferida, de este régimen, para dar cuerpo a una mentira política es la demagogia, ya sea esta demagogia de igualdad o de libertad, además de la ficción política.    La República Constitucional, a través de la división de los poderes del Estado, el mandato imperativo y la capacidad de los gobernados para deponer a sus gobernantes, controlará la mentira política.

II: Interés siniestro.

Sobre esta definición, la fuente referenciada, explica que trata de un concepto  político desarrollado por Jeremy Bentham (1748-1832) a partir de 1794, año en que su proyecto de construcción de una prisión Panopticón- era un tipo de arquitectura carcelaria ideada por el filósofo utilitarista Jeremy Bertham, hacia el final del siglo XVII-, en Millbank (Londres) fue aprobado por el parlamento inglés. Dicha prisión nunca llego a construirse debido a que dos importantes familias aristocráticas (Spencers y Grosvernos) utilizaron el aparato del estado para preservar sus propios intereses especuladores en dicha zona de Londres. Bentham apreció que los gobernantes, más que estar motivados por conseguir la mayor felicidad para el mayor número de sus súbditos, intentaban promover su propia felicidad por encima y a costa del bienestar de la comunidad.

En un sentido moderno del término se añade un toque de manipulación de masas utilizando la mentira política para hacer creer a la sociedad civil que los intereses particulares de los gobernantes son los propios de la sociedad civil. En este sentido tres siglos antes de cristo Sun Tzu ya escribió en “el arte de la guerra” lo siguiente: “Generalmente en el método de la guerra, el principio fundamental consiste en hacer prevaler las medidas del gobierno de forma suprema. Si esto se hace, entonces la gente afectada no tendrá disputas entre sí, y no teniendo disputas no tendrá conciencia de sus propios intereses conservando el interés del gobernante en mente”.

En la partitocracia Juancarlista el interés siniestro se manifiesta con tres normas: El derecho del voto convertido por los medios de comunicación en deber del ciudadano para con la partitocracia, quedando excluido el mismo, al ejercerlo, de la libertad política. La economía especulativa frente a la productiva soportando el interés del capital financiero, esto ha llevado a las familias españolas a ser las más endeudadas de la UE y a la fuga masiva de cerebros dando lugar al fenómeno de la precariedad científica. Por último, el estado de las autonomías, que ha promovido el interés de las oligarquías locales destruyendo a la sociedad civil con el auge de los nacionalismos excluyentes.
La República Constitucional establecerá entre otras, dos medidas que inciden directamente sobre el interés siniestro: el mandato imperativo (Ibídem) 2006/12/12) y la capacidad de los ciudadanos para deponer a sus gobernantes.

III: Ficción política

Siguiendo el orden, el citado diccionario establece que es aquel discurso que recurre a la capacidad creativa del lenguaje para otorgar nuevos significados a las acciones o elementos de la política. El método más usual consiste en el empleo de la metáfora para alejarse de la descripción de la realidad en su contexto espacio temporal y dotarlo de un nuevo significado sujeto a interpretación. El resultado es la creación de símbolos de símbolos que transforman la realidad política en una ficción acorde con el interés siniestro (Ibídem) 2006/01/05) de los gobernantes. Así, por ejemplo, en la partitocracia Juancarlista, la acción de introducir la papeleta en la urna de los votos se ha descrito con la metáfora “ejercicio democrático”. Introducir la papeleta no significa lo mismo si lo haces ahora en Cuba, Francia, UK o España. Tampoco significa lo mismo si se realizó en estos mismos países en épocas distintas, sin embargo, esta acción, a través de la metáfora “ejercicio democrático” parece deshacerse de ese elemento espaciotemporal. Además, le otorga el adjetivo democrático y el sustantivo ejercicio, dándole un carácter saludable. En realidad, lo que la acción de introducir la papeleta en la urna significa en la partitocracia Juancarlista es que se está legitimando el sistema proporcional de listas cerradas de partidos estatales y el reparto por cuotas de lo público entre ellos. El ciudadano, así lejos de estar representado o ejercer un control sobre sus representantes no es más que un mero instrumento encadenado, por ese tonto “ejercicio,” a la servidumbre voluntaria.

Otro término que constituye una ficción política nacido en la partitocracia juancarlista, referido esta vez a un elemento político o concepto, es “el libre derecho a la autodeterminación de los pueblos”. Aquí la palabra libre se confunde con ausencia de impedimento y ausencia de requerimientos y la palabra pueblo es un símbolo que no se sabe exactamente a qué se refiere con lo que su ambigüedad provoca el deseo de todos por proclamarse auto determinados característica social de la partitocracia juancarlista con origen en el Estado de las Autonomías. Así nacen los símbolos de los símbolos que perpetúan la servidumbre voluntaria en la partitocracia juancarlista. Cuyo significado nos implica a lo largo de su historia, la organización política del carlismo que fue conocida como Partido Carlista, Comunión Católico-Monárquica, Partido Jaimista, Comunión Legitimista o Comunión Tradicionalista, entre otros nombres. Combatiendo el liberalismo, hizo bandera de la defensa de la religión católica.

José Lino Martínez Reyes

Abogado

José Lino Martínez, es suplente en la Junta Central Electoral, abogado, especialista en derecho electoral.

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