La provincia Pedernales dispone de pocas tierras productivas para satisfacer la demanda de alimentos de una sobrepoblación resultado de un alocado crecimiento y del destino turístico Cabo Rojo cuando entre en acción, salvo que se madrugue con la innovación y la planificación. Pero ya nos coge el día.

Dos parques nacionales, Sierra de Baoruco y Jaragua, ocupan cerca del 70% de los 2,080 kilómetros de superficie del territorio, sin contar otras áreas protegidas con categorías “más flexibles”.

Como si fuera poco, casi 15 mil hectáreas (150 millones de metros cuadrados) han sido apartadas para la Reserva Fiscal Minera, declarada al pie del sur de la sierra mediante el decreto 430 de 2018, para la exploración y evaluación de posibles yacimientos de tierras raras.

Cerca del pueblo, cuatro kilómetros al sureste, están las tierras de Los Olivares (casi tres mil tareas), y a 48 kilómetros, en su distrito municipal Juancho, donde opera el parque eólico, las del Proyecto de Desarrollo Agrícola del Valle de Juancho (Prodevaj).

Prodevaj fue establecido en 2009 por el decreto 668 que estableció tres fincas de 6,000 tareas cada una, en bloques de 500 tareas para 32 parceleros y reservorio con capacidad de 56 millones de galones de agua del canal Nizaíto, suficiente para la distribución por bombeo a los sembradíos de plátanos, guineos y otros rubros.

Pero ha pasado de una iniciativa brillante a perderse entre un promontorio de promesas de revalorización; mientras, sobre ese vacío, ha rondado la amenaza de convertirlo en cañaveral de una empresa extranjera que opera en Barahona.

En cuanto a Los Olivares, el panorama es también sombrío, pese a que el Fondo de Desarrollo Agropecuario (Feda) agregó en julio de 2024 tres “pozos tubulares asociativos” con bombas de  cuatro pulgadas” para, según informó su ejecutivo Hecmilio Galván, irrigar 3,500 tareas.

Los Olivares no es solo una minita de tierras rojizas ubérrimas. Desde los asentamientos en las postrimerías de la era de Trujillo, simboliza la cultura local del junte y el convite de los labriegos que cultivaban los conucos, aún recuperable y turísticamente aprovechable, pero presa del olvido.

Los actos de solidaridad para el uso del agua a través de las regolas y los cánticos al batir con palos las matas de habichuelas previamente secadas al sol con el objetivo de sacar los granos, y, en el descanso bajo el paradero, el compartir del moro con carne, han sido olvidados en medio de los avatares cotidianos en que solo valen el  individuo y el dinero.

Ningún intento a la vista de rescatar y potenciar aquellos elementos culturales para las actuales generaciones y los turistas nacionales y extranjeros que arriben a nuestra provincia ya con señales fuertes de pérdida de identidad.

Un proyecto de producción de mangos keitt que fue apadrinado, hace ocho años, por el Instituto Agrario Dominicano (IAD) pintaba como una solución económica para los pequeños productores; sin embargo, ha sido la tortura más larga de sus vidas.

Los cientos de plantas de mangos de primera calidad que, en general, pueblan las parcelas, nada endulzan la vida. Amargan en las gargantas de los dueños.

La falta de incentivos y asistencia técnica oficial ha sido constante. Cada cosecha se pierde ante la indiferencia de las autoridades del IAD y Agricultura. Las deudas con el Bagrícola crecen.

Nadie se ha preocupado por garantizar una brecha de comercialización digna. Ni siquiera se les compra la producción, ni han instalado una planta agroprocesadora para producir jugos y pulpas aunque de consumo local. Ni siquiera una fábrica para dulces, pese a las especiales características organolécticas del producto dado el favor del sinigual clima cálido y las tierras.

El agrónomo nativo, Ricardo Estévez, afirma que estos productos son de singular calidad y atribuye a competencia desleal la indiferencia ante la falta de reconocimiento de óptima calidad del producto local y su comercialización.

En Los Olivares, camino al Cabo Rojo de los hoteles y la terminal turística, como en Prodevaj, hay una apuesta real a la perpetuación de la pobreza. El abandono se ahonda y el endeudamiento de los productores con el Banco Agrícola los ahoga.

Paradójico, Pedernales es citada por el Gobierno como una de las tres provincias con más pobreza multidimensional, con cerca del 60% de la población sobreviviendo en ese zafacón de la indignidad, por lo cual se ha planteado la búsqueda de desarrollo integral usando el turismo sostenible como punta de lanza y prometiendo el incentivo a la producción agrícola y pecuaria para satisfacer la demanda potencial.

Sin embargo, lo que comenzó como asentamiento campesino (AC-447) transita ahora hacia un cambio de destino porque resulta tentador el discurso sobre desarrollo turístico y el cruceteo de turistas, trabajadores, autoridades nacionales frente a sus portones de palos viejos.

Algunos propietarios han optado por apartar suelo para  comenzar algunos emprendimientos de corte turístico de subsistencia ante las expectativas coyunturales.

A falta de pan, cazabe. Pero el cazabe llega desde la desesperación y la resiliencia, sin diagnóstico ni plan que garanticen el éxito. Y es lo peligroso.

El presidente Luis Abinader tiene por allí “tela que cortar” para prevenir disonancia entre lo prometido y la práctica en el Gobierno. Urge que los mangos no sigan tan altos ni amarguen hasta rabiar a los productores, pese a la sabrosura de las pulpas.

Tony Pérez

Periodista

Periodista y locutor, catedrático de comunicación. Fue director y locutor de Radio Mil Informando y de Noticiario Popular.

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