Este pasado 15 de septiembre ha sido publicado en Diario libre un reporte sobre el resultado global de las pruebas nacionales en los últimos 25 años y los resultados que arrojan son espeluznantes: los estudiantes son promovidos, pero su aprendizaje es menor. Esto puede estar relacionado con los niveles de responsabilidad que tienen los actores involucrados en el sistema educativo, a saber, estudiantes, familias, educadores, escuelas, instituciones públicas y privadas integrantes del sistema, porque hay algo que no está funcionando.

La responsabilidad es la capacidad de las personas de ser responsables, y al mismo tiempo, ser responsable es, según la Real Academia de la Lengua Española, la forma de una persona que pone cuidado y atención en lo que hace o decide. Existen componentes de la responsabilidad, como la obligación de cumplir con los deberes y los compromisos adquiridos, que es algo que no se está cumpliendo, a ninguno de los niveles de los actores involucrados en el sistema. Pero, sobre todo, hay tipos de responsabilidad, como la responsabilidad moral, como la de responder, ante la propia consciencia y la sociedad, siendo capaz de actuar como se debe.

El profesor Radhamés Mejía nos describe explícita y acertadamente lo que ocurre con los actores del sistema educativo que ya he mencionado. Pero lo más tétrico del problema es comprobar los niveles de irresponsabilidad, tanto de estudiantes, ya sea de nivel básico o superior, como de los maestros, para los casos que nos ocupan, puesto que los estudiantes no solo no se preocupan por una formación holística e integral en sus carreras universitarias, enfocados solo en adquirir conocimientos con fines pecuniarios, sino que los maestros, en las escuelas públicas, no enseñan a los jóvenes gramática básica, como la clasificación de las palabras por sus silabas tónicas, lo cual les impide leer correctamente, y consecuentemente, entender lo que están leyendo. Algo comprobado literalmente ayer con una lectura que hiciera un estudiante en una pequeña práctica realizada de manera informal. Esta irresponsabilidad de los maestros condena a los estudiantes, sin que ellos tengan plena conciencia de ello, a la mediocridad y a la deficiencia en su desempeño técnico o profesional, independientemente del campo en que decidan desarrollar sus vidas productivas.

Debemos recordar que la educación es un derecho amparado por las leyes, y también existe la responsabilidad social, como el compromiso de los individuos u organismos hacia los demás y hacia la sociedad en su conjunto. Igualmente, importante y significativa la responsabilidad social pública, como la que tienen las instituciones y los individuos de un Estado para garantizar la efectividad del cumplimiento de los derechos ciudadanos en lo que respecta a sus responsabilidades institucionales. Es una lástima que el sistema educativo dominicano se encuentre como un “espejo roto”, en las condiciones que describe magistralmente el profesor Mejía, y que no exista una responsabilidad social institucional que desmonte esta preocupante situación de descuido y abandono, que se juega el futuro de nuestra sociedad y de sus sistemas productivos. Lo que provoca esta situación es frustración, pero a nadie parece importarle, todos consideran que, en lo personal, el futuro se resolverá para cada quien independientemente, lo cual nos vuelve a remitir a la responsabilidad como valor, a través de la cual los individuos se hacen cargo de las consecuencias de sus actos.

Fuentes consultadas:

https://www.diariolibre.com/actualidad/educacion/2025/09/15/menos-aprendizajes-resultados-de-las-pruebas-nacionales-en-25-anos/3244802

https://acento.com.do/opinion/el-sistema-educativo-dominicano-entre-el-espejo-roto-y-el-elefante-en-la-oscuridad-9543872.html

https://dle.rae.es/responsabilidad

https://concepto.de/responsabilidad/

https://dle.rae.es/responsable

Marina C. Valera Regús

Bióloga y antropóloga

Marina C. Valera Regús. Licenciada en biología y antropología, Magíster en antropología social, Mención gestión socio-ambiental. Ha laborado en calidad de agua, gestión ambiental y como docente universitaria. Actualmente se desempeña como consultora y promotora de la agricultura familiar, orgánica y la agroecología.

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