“Este país es un horno”, nos decía un gran amigo, y no se refería a los cambios climáticos y a las altas temperaturas que nos afectan. Hablaba de la cantidad de personas conocidas que aceptamos como respetables y honestas que, de repente, han perdido la credibilidad en un abrir y cerrar de ojos, debido a una serie de eventos, declaraciones internacionales, escándalos, rumores que se han suscitados a raíz de lo expresado por el presidente norteamericano Donald Trump, con respecto a los fondos dilapidados por la USAID, la agencia más grande de cooperación del mundo.
No hay dudas de que la imagen de estos comunicadores se ha visto empañada, supuestamente, ante la creciente ola de comentarios difundidos por los medios de comunicación televisivos y escritos en los que sus nombres aparecen calificados de corruptos, ladrones, pocos serios, incoherentes, etc.
Esto lo hacen (pseudo) comunicadores e "influencers", que a raíz de la publicación desplegada por el propio presidente Trump, han lanzado todo tipo de falsas noticias – sin aportar pruebas fidedignas y denostando a personas que, hasta no se pruebe lo contrario, siguen siendo honestas y apegados a sus principios y valores.
Es frecuente escuchar a comunicadores y aquellos que intervienen en las redes sociales decir “se quemó fulano de tal,” por el hecho de ser señalado por supuestos actos de corrupción, creando un desenfreno mediático que perjudica a la persona señalada, sin que la misma pueda defenderse de los infundios y mentiras en su contra.
Las declaraciones del presidente de EUA, sobre el uso de los fondos de USAID, son el ejemplo más reciente de cómo se manipula la información, generando un gran revuelo en República Dominicana y el resto del mundo – al señalar a 6,200 periodistas de recibir fondos de dicha organización. Un pretendido periodista local publicó una lista de personas que supuestamente han recibido dinero de USAID, salpicando de lodo la imagen de mucha gente, profesionales de larga data con demostrada honestidad y capacidad en el desempeño de su profesión de periodista y de haber servido en la administración pública.
Dada la superficialidad del tratamiento escandaloso, puede resultar difícil que las personas afectadas puedan recomponer su imagen, a pesar de que el periodista que puso a circular tales denuncias en las redes, se retractó y pidió disculpas, dejando en la opinión pública la duda y, un sabor amargo en aquellos señalados de “supuestos corruptos”. Por lo tanto, no valen las disculpas porque el daño se materializó de manera desconsiderada.
Aunque reconocemos que el país sufre de amnesia colectiva, es indudable que la ola de descrédito en los medios tradicionales y modernos ,facilita que la gente se “queme” rápidamente. Sin embargo, todavía queda gente decente que no prestará atención a este tipo de “linchamiento mediatico” sabedor del prestigio que encarnan los calumniados de probada honestidad y mantenida coherencia.
Cualquier youtuber e influencer cuenta con una plataforma, que usa como tribuna para desahogarse ante sus limitaciones personales y profesionales, destilando odios y poniendo de manifiesto sus resentimientos existenciales.Aunque algunos son serios y capaces. Otros han usado cualquier oportunidad de las redes sociales o denuncias verdaderas o falsas, sin importar que afecten a personas honestas y valiosas. Algunos son verdaderos resentidos, dando pena oírles hablar -creyendo que con la desinformación puede lograr reconocimiento público, aparte del dinero que reciben por los likes.
Sorprende y llama la atención cómo la fábrica del “rumor” y el “chisme” se ha impuesto hoy en día en el país, y hasta se clasifica de periodismo. Lo mediático se ha convertido en una ola que arrastra las mentiras espantosas; instaurado la inmediatez que destruye honras sin reparar en el daño que causa a las personas, familias e instituciones. Asistimos sin miramientos a la época de la ligereza del desprestigio, al ego escabroso y a la demencial idea de que con sus denuncias son personajes importantes. Cuando es todo lo contrario: pertenecen al reino de lo ridículo.
Por otro lado, el hecho de tantas plataformas, de la incidencia de las redes sociales y su desenfreno, es, consecuencia, en gran parte, de la operatividad de los partidos que, en vez de educar al pueblo y a sus militantes, se inclinan más por el dinero que les otorga la Junta Central Electoral (JCE). Lo mismo pasa con sectores de los propios partidos y de los medios de comunicación que se dedican a difundir actos de corrupción sin pruebas, situación que ha perjudicado la imagen de muchos sujetos que pasaron por la administración pública y, en ocasiones, son condenados siendo inocentes. Sufren el estigma de la sociedad aunque no se aportaron pruebas, cuando el propósito estuvo meramente sustentado en descalificar por venganza y resentimiento.
También contamos con el abordaje de ciertos personajes del actual gobierno que, sin poseer las condiciones pertinentes, aprovechan la posición que ocupan para, desde ya, anunciar que buscarán la presidencia de la República. Su intención se sustenta con la publicidad que otorgan a los YouTubers e influencers, y al uso del presupuesto de la institución donde están nombrados, sin que reúnan las condiciones que un líder político debe tener para alcanzar tales fines.
Dentro de este universo de cosas inciertas que se vuelven ciertas, vale señalar que el gobierno invirtió en publicidad más de 3 mil millones de pesos, sólo en el primer trimestre del año 2024. Parte de esa escandalosa suma fue distribuida por el encargado de comunicación del gobierno, quien ha sido muy cuestionado por los mismos miembros de su partido.
Cabe recordar que la persuasión política mediante la publicidad es algo que inventaron los norteamericanos: estas técnicas de publicidad política han evolucionado en el tiempo desde Albert L. Lasker, padre de la publicidad moderna, quien inventó la persuasión política de masas, aplicada en la campaña del republicano Frank Merrian, en 1934. Esto dió inicio a la nueva política en lo que se llamó “la campana del siglo”, haciendo énfasis en que la repetición de un producto llevaba a la aceptación de una idea, en particular, si la repetición proviene de varias fuentes, como señaló el inventor de la manipulación de masas, Edward Bernays por los años 1920, en los EUA .
Pero la publicidad sola, sin discurso, sin gestión coherente, carente de contenido y accionar del sujeto no llega de la misma manera a los electores, en la época de la post verdad,del control y la manipulación de Internet y Facebook . Por tanto, la ligereza con la cual se juzga el prestigio de la gente hoy día, es sorprendentemente rápida y destructiva. La reconstrucción es sumamente lenta y hasta imposible, es un fenómeno mediático que utiliza la maledicencia y fomenta el escándalo ,pues con ello se suele vender más y mejor, por lo que “quemarse” puede resultar un asunto irreversible en estos tiempos de turbulencia global , aunque, no dejamos de reconocer que Donald Trump, surge como el gran enigma mundial, entre lo verdadero y lo falso, en las redes sociales.00
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