En un contexto global caracterizado por incertidumbres y disrupciones geopolíticas, climáticas, sociales, financieras, tecnológicas,  y entre otras fiscales, ha hecho que gane espacio la discusión sobre el papel del Estado en la economía en este marco, la inversión (pública y privada) es un agregado de gran potencial productivo en función de su estructura, productividad, para que contribuya al desarrollo sostenible e inclusivo.

En las últimas décadas, el enfoque centrado solo en la estabilidad macroeconómica y la liberalización de mercados ha mostrado límites evidentes frente a los desafíos del desarrollo. La experiencia reciente de la pandemia, la transición energética global y las tensiones disruptivas del orden multipolar han puesto de relieve la necesidad de un estado que trascienda desde el cumplimiento de normas, leyes y reglamentaciones hacia una visión estratégica y transformadora que camine en la ruta de la ética y el bienestar humano y al mismo tiempo que su actuación no coloque en situación de riesgo al sector productivo privado.

¿Por qué y de qué manera la inversión es fundamental en la promoción del desarrollo?

En sustancia el desarrollo económico inclusivo y sostenible es un enfoque integral que busca generar crecimiento económico con equidad social y respeto ambiental, de manera que todos los grupos de la sociedad (en especial los más vulnerables) participen de sus beneficios sin comprometer los recursos ni el bienestar de las futuras generaciones.

En teoría económica, en especial en la tradición keynesiana, la inversión conjuntamente con el consumo y las exportaciones forman la demanda agregada y en la economía clásica el capital que es un determinante del crecimiento se constituye con un nivel de inversión neta positiva. En la primera mientras se invierte, y sobre todo, si es altamente productiva, mayor es el nivel de ingreso generado y considerando dado el porcentaje que se dedica al ingreso, mayor el es crecimiento absoluto del ahorro, fortaleciendo la liquidez en los intermediarios financieros, constituyendo a mayor colocación de recursos en la sociedad para dar continuidad al ciclo productivo.

En la segunda tradición, mientras mayor es el ahorro, más se puede invertir y mayor es la acumulación del capital, que con un nivel de productividad se logra un mayor nivel de crecimiento económico. En esta visión el crecimiento de la productividad es muy importante no solo para el dinamismo del nivel de actividad económica, si no para el salario de los trabajadores y los beneficios al capitalista.

En definitiva, por ambos lado, el crecimiento de la inversión promueve el crecimiento de la economía, generando capacidad productiva, empleo e ingresos tanto a los que trabajan como a los capitalistas.

Ambas inversiones, públicas y privada son esenciales para la promoción del desarrollo transformador:

  1. Inversión pública: garantiza equidad, acceso universal a bienes públicos (educación, salud, infraestructura, agua potable, etc.) y canaliza el desarrollo en sectores donde el capital privado no llega fácilmente. Además, crea condiciones para el crecimiento de la inversión privada.
  2. Inversión privada: aporta innovación, eficiencia, financiamiento adicional y genera empleo y productividad.

Además, es esencial que la inversión se sustancie en la materialización de un visión ambientalmente responsable, en la equidad social, en la transformación productiva, en la generación de empleo decente, desarrollo territorial, integración intersectorial y en general en todos los elementos de los  objetivos de desarrollo sostenible.

La inversión pública como instrumento para la inclusión social

No puede haber sostenibilidad sin inclusión. La inversión publica bien dirigida es capaz de corregir fallas del mercado, llegar donde el capital privado no tiene alcance, y atender las necesidades de los más excluidos. Una carretera hacia una comunidad rural, un acueducto en una zona marginada o una escuela en la frontera no son solo obras físicas: son actos de justicia social y redistribución territorial. Además, la inversión en la equidad de género y en una mayor participación de la mujer ayuda a mejorar el bienestar de vida.

De hecho, el Fondo Monetario internacional admite que una menor brecha de género en el empleo, podría generar un incremento de hasta un 35% en muchos países de América Latina, El Banco Mundial ha enfatizado en el tema, afirmando que el acceso equitativo a ingresos por parte de las mu eres mejora los indicadores de salud, escolaridad y nutrición infantil, y que individualmente, dedican el mayor porcentaje de sus ingresos a invertir en salud, educación y nutrición de sus hijos.

Por otro lado, en América Latina y el Caribe, donde más del 50 % del empleo es informal y las desigualdades territoriales son profundas, la inversión pública puede ser la llave para cerrar brechas históricas. Países como Costa Rica, Uruguay y Colombia han mostrado avances en esta dirección, al vincular la inversión con metas de desarrollo humano, salud, educación y transición ecológica.

Con relación a la productividad, la organización mundial del trabajo  en su informe regional de productividad, explica como la productividad y el empleo influyen en la debilidad de crecimiento de América Latina.

Resalta las políticas que es necesario implementar para encender el motor del  crecimiento humano, destacando: a) a nivel nacional promover la competitividad para estimular el crecimiento de los bienes y servicios comercializables urbanos; b)a nivel regional intensificar los esfuerzos destinados a mejorar la infraestructura nacional con el fin de reducir los costos del transporte interurbano, coordinando al mismo tiempo con los socios comerciales regionales para mejorar la conectividad transnacional; y c)  a nivel local  mejorar la competitividad, el dinamismo económico y la habitabilidad de las ciudades.

La OECD en su publicacipon titulada “Compendium of Productivity Indicators 2024” afirma que “A largo plazo, los niveles de productividad laboral en los países de la OCDE han convergido desde el año 2000, ya que la mayoría de los países con niveles de productividad laboral inferiores al promedio de la OCDE en ese año se han recuperado considerablemente desde entonces. Sin embargo, la brecha de productividad con el promedio de la OCDE se profundizó en Grecia, Israel, Japón, México y Nueva Zelanda.”

Concluye la OECD afirmando que dentro de sus características actuales, la productividad laboral es cada vez más incierta, tanto por los efectos de la pandemia COVID-19, como por el aumento de las tensiones geopolíticas, a esto le agrega el efecto negativo de las tendencias a largo plazo asociados al envejecimiento de la población, la disminución de la competencia y el estancamiento de la globalización.

Informaciones del 2022 de la OECD indican que la productividad laboral dentro de sus países fue más del doble en países como Irlanda y Noruega y a penas un tercio en países como México y Colombia.

Ricardo Hausmann en una de las publicaciones de la CEPAL, titulada “Lograr un crecimiento vigoroso, sostenido, sostenible e inclusivo#, resalta varias convegencias e inconvergencias de las AL, con relación a los Estados Unidos. A continuación se enumeran de mantera textual estos aportes:

  1. Evoluciona a Convergencia incondicional hacia el nivel de los Estados Unidos en materia de esperanza de vida, 1980-2020
  2. Convergencia incondicional hacia el nivel de los Estados Unidos en materia de fecundidad y participación de la mujer en el mercado laboral, 1980-2020
  3. Convergencia incondicional hacia el nivel de los Estados Unidos en materia de años de escolaridad y educación terciaria, 1980-2020
  4. Convergencia incondicional hacia el nivel de los Estados Unidos en materia de empleo y urbanización, 1980-2020
  5. Falta de convergencia incondicional hacia el nivel de los Estados Unidos en términos de producto interno bruto (PIB) per cápita, 1980-2020
  6. Convergencia hacia el nivel de los Estados Unidos en términos de producto interno bruto (PIB) per cápita, dividida en quintiles, 1980-2020
  7. Falta de convergencia incondicional hacia el nivel de productividad total de los factores (PTF) de los Estados Unidos, 1980-2020

El último informe de Riesgos Globales 2025 publicado por el Foro Económico Mundial destaca que los conflictos, el medioambiente y la desinformación, son las principales amenazas que vive el mundo.

Dentro de éstos, el foro reconoce que “Los riesgos medioambientales dominan las perspectivas a largo plazo, con los fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas, los cambios críticos en los sistemas terrestres y la escasez de recursos naturales a la cabeza de la clasificación de riesgos a 10 años. El quinto riesgo medioambiental entre los 10 primeros es la contaminación, que también se percibe como un riesgo destacado a corto plazo. Si nos vamos al corto plazo, en sexta posición, el informe refleja la creciente preocupación por los graves efectos sobre la salud y los ecosistemas que generan una amplia gama de contaminantes en el aire, el agua y la tierra. En general, los fenómenos meteorológicos extremos se han destacado como riesgos inmediatos, a corto y a largo plazo.”

Impulsar la sostenibilidad ambiental y la transformación productiva

En la actualidad, invertir en sostenibilidad no es un lujo, sino una necesidad estratégica. La inversión pública debe orientarse a la transición energética, la eficiencia del transporte, la gestión del agua, la economía circular y la adaptación climática. Esto no solo responde al imperativo ambiental, sino que también genera nuevos empleos, industrias y capacidades productivas.

Por ejemplo, proyectos de movilidad eléctrica, rehabilitación de cuencas hidrográficas o construcción de edificios energéticamente eficientes pueden generar empleos verdes, reducir las emisiones y posicionar a un país en sectores de alto valor agregado.

Además, la inversión pública en ciencia, tecnología e innovación (CTI) es vital para dar el salto hacia una economía del conocimiento. Países como Corea del Sur, Finlandia o Chile han demostrado cómo la inversión estatal en investigación y formación técnica puede transformar la estructura productiva nacional.

Atención República Dominicana

En nuestro país, la inversión pública representa una fracción relativamente baja del PIB en comparación con las necesidades estructurales. A esto se suma la dispersión institucional, la falta de planificación territorial y la debilidad en la ejecución de proyectos de alto impacto. Resultará relevante abordar los retos que tenemos sobre el tema, en la que es necesario el fortalecimiento de las instituciones del Estado, seguir abordando con mejores acciones la transparencia, la ética, la transformación de la inversión pública, la educación de calidad, la salud de calidad, el desarrollo de capacidades para el aprovechamiento de la inteligencia artificial, la protección del medio ambiente como motores del desarrollo sostenible e inclusivo.

Los dejos con la afirmación de Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía), quien afirma que “La inversión pública no solo impulsa la economía a corto plazo mediante el estímulo de la demanda, sino que también crea las bases para el crecimiento sostenible a largo plazo.”
(The Price of Inequality, 2012).

(*) Ramón Nicolás Jiménez Díaz. Economista. Director de la Escuela de Economía, UASD. Doctor en Negocios Internacionales.

Ramón Nicolás Jiménez Díaz

Ramón Nicolás Jiménez Díaz. Doctorado en Negocios Internacionales.. Maestría en Política Económica, con énfasis en Relaciones Internacionales. Maestría en Cumplimiento y Regulación Financiera. Economista, Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Profesor Titular y Director de la Escuela de Economía. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales – UASD. Conductor del programa de televisión: Retos y Desafíos, día a día con Nicolás Jiménez (Cine Visión Canal 19). Conferencista y consultor en temas de política económica, prevención del crimen financiero, integridad institucional y desarrollo. Áreas de Especialización: Negocios internacionales y comercio exterior. Cumplimiento normativo, gobernanza y prevención del lavado de activos. Macroeconomía aplicada y análisis de políticas públicas. Geoeconomía, riesgos globales y relaciones internacionales. rnjimenezdiaz55@Gmail.com

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