Estamos viviendo momentos en extremo difíciles. El mundo observa con creciente preocupación los distintos conflictos militares. El conflicto entre Irán, Israel y Estados Unidos y el riesgo de expandirse con graves efectos sobre el comercio enegético fue un tema de seguimiento continuo.
Como es sabido por la población dominicana y el mundo, desde el 13 de junio de 2025, se entró en una fase crítica. Israel lanzó una serie de ataques aéreos contra instalaciones nucleares iraníes apoyados por inteligencia del Mossad (recopilación, análisis, operación encubierta y acción directa) y además, utilizó tecnología de punta. Esto marcó una escalada sin precedentes entre ambos países.
Más recientemente, justo el 21 de junio, Estados Unidos se sumó con una intervención directa, atacando con bombas penetrantes a instalaciones nucleares de doble uso en Irán, argumentando una amenaza inminente.
La respuesta iraní no se hizo esperar. Teherán lanzó misiles balísticos y drones contra objetivos israelíes, incluyendo la región de Tel Aviv, y el 23 de junio atacó con misiles de corto alcance la base aérea estadounidense de Al Udeid en Qatar. Además, motivado en estos acontecimientos el Parlamento iraní aprobó una moción para cerrar el Estrecho de Ormuz, paso por donde transita casi el 20 % del petróleo mundial y el 25% del gas natural licuado.
Este conflicto debe dar espacio a la diplomacia internacional ya que impacta en el orden global ya que activa múltiples factores de trascendencias geoestratégicas, económicas y militares y motivar a los países envueltos que no se vuelvan a encender los motores de la guerra.
El gran problema es el alto riesgo de ampliación del conflicto, profundizando la incertidumbre de hasta donde llegaremos y qué pasará al final. El conflicto no se limita a estos tres actores. Hay señales claras de un posible efecto dominó; de hecho Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Kuwait, Omán y Qatar cerraron su espacio aéreo por razones de seguridad. Irak y Jordania también han bloqueado sus cielos, Hezbolá en el Líbano y los hutíes en Yemen han elevado sus niveles de alerta, advirtiendo que podrían atacar intereses israelíes o estadounidenses si el conflicto se profundiza. Pakistán advirtió que respondería ante cualquier uso de armamento nuclear, Rusia y China condenaron dichos ataques.
Se trata de un conflicto que tiene perspectiva geopolítica y geoeconómica, ya que es un enfrentamiento multidimensional en el que se combina el control del poder regional, las rutas estratégicas, los recursos naturales (especialmente petróleo y gas), y la configuración de bloques globales. Por ejemplo, la confrontación Israel e Irán es una guerra por influencia regional en tanto que Estados Unidos de América es un aliado estratégico de Israel y opositor directo de Irán.
Desde el punto de vista geoeconómico es importante resaltar cinco elementos claves:
a-Irán ha producido uranio enriquecido hasta un 60 %, lo cual no es aún arma nuclear, pero acerca peligrosamente al 90 % necesario para una bomba, excediendo ampliamente lo permitido por el acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA), que fijaba un límite del 3.67 %.
b-Irán domina la tecnología de centrifugado avanzado, con modelos como IR-6, que enriquecen mucho más rápido que los permitidos en el JCPOA y se estima que gran parte de estos inventarios deben estar o estuvieron en las instalaciones clave en Natanz, Fordow, y Isfahan, muchas en búnkeres subterráneos, existiendo en estos momentos una clara incertidumbre de su existencia o no.
c-Irán tiene una de las mayores reservas de petróleo del mundo, y controla el acceso al Estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% del comercio mundial de petróleo. De esta manera, se ha generado un alto riesgo al crecimiento de los precios globales del crudo, afectando de paso la estabilidad energética mundial.
d-Documentos de centros analíticos (Wilson Center, RAND, CRS) y superpotencias como EE. UU. afirman que Irán entrega armas, dinero y entrenamiento a grupos como Hamas, Hezbolá, y los hutíes, condúciendolos como instrumentos de su estrategia regional. Que sea verdad o no, ese es un tema que requiere una profunda investigación al margen de los intereses encontrados.
e-Este conflicto afecta de manera directa e indirecta a la economía china y también incide en su estrategia global de liderazgo, especialmente por su dependencia energética, su ambición geoeconómica y su enfoque multipolar,
Este conflicto, además de impactar los precios del petróleo y del gas, afecta una ruta marítima estratégica en el comercio global, pero, además, todo lo que tiene que ver con Inversiones en infraestructura energética y logística, pensemos en oleoductos, puertos, y redes de transporte en Medio Oriente y Asia Central.
De hecho, EE. UU. y sus aliados han impuesto fuertes sanciones a Irán, muy especialmente en sectores de energía, banca y transporte marítimo, aislando de manera parcial a Irán del sistema financiero global (SWIFT).
Varios países importan petróleo desde Irán:China, Siria, Venezuela, India, Malasia y Singapur y Turquía. Pero, además, por el Estrecho de Ormuz, pasan las exportaciones de petróleo de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y el gas natural de Catar.
En definitiva, los países que podrían ser afectados son China, Japón, Corea del Sur, India, Europa, Estados Unidos, Brasil los países de América Latina y el Caribe.
Es importante recordar que, aunque ya Japón no depende de la importación de petróleo desde Irán, sigue siendo altamente dependiente del petróleo del Golfo Pérsico, especialmente de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait y el 90% del consumo de petróleo viene de esta zona.
Por otro lado, es importante destacar que Europa importa una proporción relevante de su petróleo por el Golfo Pérsico, especialmente a través de contratos spot y a largo plazo con Arabia Saudita, Kuwait, Irak y Catar (GNL) y además, los precios del crudo se fijan globalmente (Brent/Dubai), así que si hay una disrupción en Ormuz, el precio sube para todos.
Brasil por su parte aunque es productor neto de petróleo, es también importador de derivados refinados, especialmente diesel y América Latina y el Caribe es altamente dependiente de importación de derivados.
Estos riesgos además de incrementar los precios del petróleo, afectan la logística del comercio encareciendo el transporte marítimo, los seguros y provocará tensiones fiscales e inestabilidad social y macroeconómica.
En estos momentos el conflicto entre Israel, Irán y EE. UU. no ha finalizado por completo, pero sí se encuentra bajo un alto al fuego frágil desde el 24 de junio de 2025. Su reactivamiento, ahora o años después dependerá del éxito de las negociaciones nucleares entre Estados Unidos de América e Irán, de la precisión de si USA logró o no su objetivo y de si una de las partes podrían seguir reaccionando.
En el caso de la República Dominicana, recordemos que somos importadores de crudo y de derivados, haciendo que dentro de nuestros principales riesgos aparezcan el crecimiento de la tarifa eléctrica, el transporte, la logística y los precios de los alimentos, destruyendo, aún más el poder de compra de nuestros ingresos y elevando el costo de la vida en el país. Esto al redundar en la inflación forzaría al Banco Central a actuar con medidas restrictivas, que sería todo lo contrario de lo que en este momento se estaría haciendo, pero además, es importante dar seguimiento a lo que pasará con el crecimiento económico de Estados Unidos y su inflación, así como la política que ejecutará la Reserva Federal. Si la Reserva Federal no varía la tasa de interés el Banco Central podría utilizar otros mecanismos para evitar la inflación se salga del marco de la meta inflacionaria establecido.
Finalmente, pensamos que es momento para reforzar reservas estratégicas de combustible, evaluar el tema de los subsidios, fortalecer la política de seguridad alimentara y los sectores estratégicos de producción de bienes y servicios y de generación de divisas.
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