Es más que evidente que la red social Twitter luego de la polémica adquisición de esta por Elon Musk, considerado como el hombre más rico del mundo por las empresas que ha comprado, que no creado, no solo cambió de nombre, de imagen y de estilo, sino que pasó de constituir una alternativa innovadora de difusión de información que jugó un papel importante en eventos tan revolucionarios como la denominada “Primavera Árabe”, a ser denunciada como una amenaza a la información confiable a pesar de proclamar el  libre discurso, porque bajo ese ropaje  se esconden unos hilos que su propietario maneja para dar resonancia a discursos tóxicos, para manipular la información,  convertirla en un instrumento de presión y peor aún en un medio para tratar de apuntalar ideologías de su preferencia o destruir u obstaculizar las de su rechazo.

El cambio de símbolo de un ave que evocaba libertad y en cierta forma inspiraba al debate habiendo generado la creación hasta del verbo tuitear, a una X que es una letra por la que ha demostrado Musk tener obsesión, fue trazando una desafección de quienes originalmente se entusiasmaron con la red, sin embargo dos años después del cambio ha seguido constituyendo un medio de información utilizado por presidentes, instituciones públicas y privadas en distintas partes del mundo, a pesar de que han ido surgiendo alternativas, hasta que cada vez se ha hecho más notoria la decisión de su propietario de utilizarla como instrumento para incidir en procesos electorales y en la difusión de discursos de extrema derecha iniciándose el dilema para muchos de si era hora de retirarse de esta, o si debía permanecerse para contrarrestar la desinformación.

Recientemente el prestigioso diario francés Le Monde anunció mediante un editorial que cesará de compartir su contenido en esta red que había ido disminuyendo progresivamente desde hacía un tiempo, argumentando que “la alianza entre Donald Trump y los patronos de las plataformas sociales como Elon Musk o Mark Zuckerberg, representa una amenaza de escala mundial al libre acceso a la información confiable.”, sumándose así a otros medios europeos que desde hace un tiempo se habían retirado o dejado de publicar en dicha red, como The Guardian, La Vanguardia y otros, y a personalidades que habían hecho lo mismo.

El balance negativo que algunos han extraído para definir su posición y entender que tenían más que perder que de ganar continuando utilizando la plataforma X, es quizás el que ha llevado a tantos otros a dejar de publicar sus contenidos, aunque todavía continúan usando la red para tener acceso a informaciones a pesar de encontrarse cada vez más bombardeados por contenidos dirigidos por algoritmos que atacan, por bulos tóxicos que promueven el odio, el racismo, la discriminación y la desinformación, y por informaciones alineadas con lo que su propietario desea auspiciar, y que cada vez es más ostensible, pues con su controversial personalidad ha decidido dar rienda suelta a sus mensajes utilizando profusamente su cuenta en X.

Pero ese debate individual en la actual coyuntura adquiere otra dimensión, y ya no se trata de que cada uno decida lo que entienda conveniente, ni de si se simpatiza con Musk o no, o de si este en su megalomanía presume de controlar la plataforma de información más influyente del mundo para esparcir allí sus ideas a su antojo y promover o denostar a quienes representan los liderazgos hechos a su medida, sino de un llamado de atención de escala internacional, pues la información es poder, y la desinformación es un instrumento peligroso sobre todo si se hace malsanamente. Tener acceso a información confiable es en gran medida el trabajo de periodistas responsables quienes, como acertadamente señala Le Monde en su editorial, tienen como utilidad social establecer los hechos gracias a su “savoir-faire” profesional, “las técnicas de investigación, la verificación y la comparación de informaciones obtenidas, la precisión de las fuentes, la búsqueda del contradictorio, la separación de los hechos y de los comentarios”. Esto es precisamente lo que estamos perdiendo y lo que a toda costa debemos tratar de preservar.