Esta misma pregunta se han hecho ciudadanos de diferentes países, si sus ciudades son las más congestionadas. Estos podrían asumir que el país donde residen es el peor. La subjetividad construida en cada país tiene justificación por la vivencia cotidiana, por las horas perdidas en congestionamiento, que son horas de vida. Horas que hacen que los ciudadanos sean menos productivos y por ende la sociedad y los mercados laborales. Cómo anda la zona metropolitana llamada Gran Santo Domingo será analizada más adelante y en comparación con otras ciudades latinoamericanas. Solicito al lector que asuma este análisis como un artículo de opinión y cuyo contenido podría profundizarse con otros tipos de documentación.

Inicio diciendo que existe una correspondencia proporcionalmente directa entre el nivel de congestionamiento vial y la expansión urbana en las principales ciudades de América latina, que es la expansión del capital como resultado del crecimiento económico. Las sociedades de antes de la década de los años 1960 caracterizada por una fuerte ruralidad evolucionaron hacia sociedades urbanas con fuertes presiones de movilidad y cargas vehiculares. El crecimiento de huellas urbanas no estuvo ajustado a demandas de servicios públicos y hoy el producto ha sido la existencia de ciudades con déficits no solo en movilidad; también en seguridad, viviendas, electricidad, infraestructuras escolares y de salud, agua potable, defectuosos sistemas de escorrentías de aguas residuales, Etc.

Hoy, tenemos países con asentamientos localizados en países con aglomeraciones urbanas superior al 85%. Las megaciudades y grandes ciudades de los países de Suramérica registran el mayor tráfico en las horas de desplazamientos laborales, ida y vuelta, a saber: Lima (Perú), Bogotá (Colombia), ciudad de México, Sao Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte (Brasil), Buenos Aires (Argentina), Quito (Ecuador), Santiago (Chile), Etc. En el caso de Centroamérica las ciudades con congestionamiento más alto que Santo Domingo son San José (Costa Rica) y Ciudad Guatemala. De un total de 20 ciudades de América Latina, la ciudad de Santo Domingo ocupa el lugar 16 del índice de Tráfico de Numbeo, una base datos en línea. Asumo estas cifras como datos referenciales que marcan tendencias.

En las ciudades anteriormente señaladas se pierden en algunos casos hasta 13 días en el año por efecto de la cogestión vial. Utilizando otras plataformas de inteligencia artificial, sin Numbeo, y considerando los datos capturados como referencia, no absolutamente demostrable porque hay que utilizar otras fuentes directas, se revelan datos que indican que, en Sao Paulo, Brasil, se pierden más de 400 horas por año en distancia de 10 kilómetros en las denominadas horas pico; en Lima se pierden más de 280 horas; en ciudad México un aproximado de 263 horas. En la ciudad de Santo Domingo se pierden más de 250 horas cada año.

Los números anteriores esconden realidades económicas vinculantes al bolsillo de los ciudadanos e impactos en el presupuesto público, en la eficiencia y eficacia de los mercados/la economía, en las alteraciones de los ecosistemas y en el cambio climático. El gasto de tiempo en circulación en la ciudad de Santo Domingo se convierte en 934 Kg en emisiones de CO2, para lo cual se necesitarían 93 árboles para absolverlos.

En el Gran Santo Domingo (Distrito Nacional y provincia de Santo Domingo), según los datos servidos por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), en el año 2023 hubo un registro con un total de 1 millón 491 mil 569 vehículos, sin incluir motocicletas, estas suman un total de 1 millón 194 mil 965. Significa que se encuentran en movimiento aproximadamente un total de 39 mil vehículos no motocicletas por cada 100 mil habitantes y 393 por cada 1 mil habitantes. El Distrito Nacional y los municipios de la provincia de Santo Domingo concentran el 46% de todo el parque vehicular de República Dominicana, el cual evolucionó del 4.5% en el 2020, año de la pandemia del Covid-19, para colocarse en 6% en apenas dos, en el año 2022.

La complejidad del congestionamiento se entiende a partir del análisis de múltiples variables y dimensiones comunes y particulares según la diversidad de caracteres de las ciudades. Además de la aceleración del crecimiento urbano sin directrices de ordenamiento territorial y uso de suelo y la ausencia de un sistema adecuado de planificación urbana, lo cual ha abierto el camino para la informalidad de la gestión de las ciudades, hay otros factores interdependientes como la concentración en zonas específicas de altos volúmenes de actividades de entidades públicas, privadas y comerciales que saturan las cargas de movilidad vial. Podría indicarse la desregulación de acceso a parque vehicular individual acompañado con sistema público y colectivo deficiente. Se puede añadir, que, aunque los países han estado impulsados mejoras en las infraestructuras viales, construcción de túneles, elevados, semaforización inteligente, nuevas legislaciones… los factores socioculturales poco atacado como causa del problema deben ser atendidos, a lo cual me referiré a continuación.

Para la ciudad de Santo Domingo, que, si bien no ocupa los primeros lugares en congestionamiento vial en América Latina, aunque no está lejos de alcanzarlo, hay que tomar en consideración que los comportamientos, las costumbres, creencias, tradiciones y el estado anómico visible y sufrible en calles y avenidas. La cultura del conductor de automóvil es una construcción social que amerita ser considerada al momento de definir políticas de movilidad urbana. El derecho a la ciudad, el derecho a la libertad de circular requiere inversiones que aporten a cambiar comportamiento e incluso inversión para una cultura de la cortesía.

La lógica de la reactividad como se opera no alcanza la carga vehicular, ni la va a alcanzar, porque hay un profundo desequilibrio. La capacidad de resiliencia con una tormenta o huracán es factible a corto o mediano plazo; no así el huracán del congestionamiento vial que es más letal para la economía social, para el medio ambiente, el presupuesto público y la salud emocional. La capacidad de resiliencia es de heroicidad y constancia. El automóvil circula con un mínimo de orden planificador. La planificación urbana de la circulación no alcanza la velocidad del movimiento con que se recibe la carga vehicular. Primero el automóvil y luego las decisiones para ordenar lo desordenado. Esa ha sido la lógica que ha primado en más de 30 años.

Por su lado, trenes, metros, Metrobús, teleféricos, elevados, túneles, tecnología inteligente… Son medios que deben continuarse desarrollándose. Es sorprendente como ha variado el paisaje urbano en el Gran Santo Domingo, Santiago y diversas ciudades intermedias con las inversiones públicas. Estos medios juegan en el imaginario social como si fueran fines. Son medios insertados en un territorio específico. Son medios dentro de un bosque que está compuesto por un entorno con dinámicas económicas, productivas, ambientales, sociodemográficas, espaciales, culturales, legales y políticas que son las determinantes a la hora de proyectar ese continuo que le da sostenibilidad a las políticas públicas de Movilidad Urbana que son acciones con arreglos afines. Las acciones racionales deben apuntar a objetivos de bienestar común sostenible.

Finalmente, el paisaje urbano ha cambiado, con conductas viejas que se resistieron. Los cambios han sido rápidos y de mucha intensidad. La rapidez y velocidad pueden superar la capacidad de recepción de los cambios y de adaptación. La no aceptación a los cambios y de medidas con alto grado de contundencia que deben implementarse pueden generar un estado de anomia en el cual las propias aspiraciones ciudadanas entren en disyuntivas de tolerancia, rechazo, malestar personal. El motociclista prefiere ir por el elevado, aunque le sequen el bolsillo con las multas.

Apostemos a la cultura de uso colectivo del transporte. Que la clase media sea consciente de este desafío.

Domingo Matías

Municipalista

Sociólogo con más de 25 años al análisis de la institucionalidad municipal y a la investigación socio-política. Experto en temas de desarrollo local y reforma de la Administración Pública. Se desempeña como consultor para organismos nacionales e internacionales. Ha escrito varios libros enfocados en la descentralización del Estado y la participación democrática. Es uno de los sociólogos dominicanos más dedicado a la cuestión municipal.

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