En vísperas de la Restauración Nacional, fecha en la que la República se mira en su propio espejo histórico, surgen nuevamente propuestas de reorganización ministerial que, bajo el rótulo de fusión o de optimización de recursos, podrían transformar de raíz el sistema educativo. (Hay que ver si el monto a ahorrar, justifica esta cuestión). Y lo digo con propiedad, sin ser economista ni bruja, porque unir ambas carteras en un solo ministerio, no solo es un desafío administrativo: es, sobre todo, un dilema de política pública.
La especialización, la capacidad técnica y la atención diferenciada que cada una requiere, podrían diluirse en una macroestructura pesada, distante y difícil de gobernar. Peor aún, se corre el riesgo de que los recursos destinados por mandato constitucional al 4 % del PIB para la educación preuniversitaria, se mezclen, directa o indirectamente, con las demandas presupuestarias de la educación superior, reduciendo el impacto de una conquista que costó décadas de lucha.
Pero fusionar no siempre es integrar; a veces, es absorber. Y cuando el pez más grande se come al más pequeño, no siempre lo fortalece: a veces lo digiere, y en esa indigestión se pierden saberes, especialización y futuro.
Si el Ministerio de Educación absorbiera al Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, ¿qué pasaría con la investigación que alimenta la innovación? ¿Con la formación de docentes que requieren calidad universitaria y no solo urgencias escolares? ¿Con la ciencia, que no se exhibe en mítines de campaña, pero sostiene el desarrollo de un país?
Veamos por un momento, en retrospectiva y confesando que NO soy una amante de la historia, sino una obsesionada con predecir o prevenir lo que nos puede traer el futuro.
Consideremos dos momentos claves de la Guerra de la Restauración Dominicana (1863-1865), en la cual se combatió una reocupación española luego de la anexión en 1861. El curso de la lucha anticolonial demuestra que en la extinguida república existía una consciencia aguda del contexto regional. Específicamente, los dominicanos estaban muy conscientes de la amenaza de la esclavitud aún vigente en su entorno y de los ataques y reveses del periodo en general. La documentación existente revela también una memoria de la institución que perduraba en el territorio mismo.
Dice la historia y aquí lo busqué en Google, que “una noche de fines del otoño de 1864, una reunión de emergencia entre emisarios haitianos y rebeldes dominicanos adoptó, por un corto tiempo, un aire de júbilo y esparcimiento. Uno tras otro, los anfitriones dominicanos, miembros del Gobierno Provisional establecido en Santiago de los Caballeros, alzaron sus copas para brindar por el gobierno republicano de Haití, los héroes militares de las pasadas décadas, la historia heroica y compartida de los indios taínos en la isla y las luchas por la libertad que se libraban en otros escenarios, incluida la Guerra Civil de los Estados Unidos. “Brindo, pues, por la absoluta libertad del hombre en todo el universo”, concluyó uno de ellos. “Por la conservación y el progreso de todos los gobiernos democráticos”, le hizo eco otro.
Continúa la cita pero con ese párrafo termino la cita …“115 Vol. 43, No. 1 (January – June 2015), 113-144 Caribbean Studies.
En este momento tan crucial que vive la nación, preocupante para todos: blancos y negros, ricos y pobres, patronos y obreros…y también las familias que ven como en una película pareciendo ciencia-ficción, los padres están boquiabiertos pensando qué será la educación de sus hijos. ¿Qué es lo que dicen que van a hacer y no entienden? Buenoooo….No se trata repito, de hablar de pobres o de ricos, sino de personas con dinero y personas sin dinero, todas con la misma dignidad. La educación es el único puente capaz de cruzar esa brecha sin humillar a nadie. Pero un puente no se construye más rápido si se le quitan pilares; se derrumba.
Es cierto que el gasto público debe cuidarse, pero si hablamos de ahorros de $25,000 millones en un presupuesto nacional, la pregunta no es cuánto se ahorra, sino cuánto se pierde en talento humano y capital intelectual. Y si el ahorro superara los $100,000 millones, tal vez la conversación sería distinta; pero por tan poco, arriesgar tanto, es caminar al filo de la navaja.
Algunos dirán: ¿Y por qué no incluir también la formación técnico profesional? Ahí sí hay generación de empleo decente, productividad y desarrollo económico. Pero si ese tren corre, que lo haga con locomotora propia, no como último vagón de una estructura que apenas puede con su carga actual.
Este 16 de agosto, mientras el país escuche al presidente, recordemos lo esencial: la educación no se mide por el número de ministerios que la administran, sino por la calidad de los ciudadanos que forma. Y más aún, yo recuerdo haber aprendido en quizás la más prestigiosa universidad de los Estados Unidos y me lo remacharon años después en la otra universidad tan prestigiosa como la primera, que cuando de educación se trata, que cuando de educación se planifica, que cuando el pais se aboca a definir una Visión de País (que debe preceder como me dijo Juan Ariel a adoptar una ley de educación), los conceptos, que incluyen el qué, cómo, cuándo, por qué y con quién vienen mucho, pero mucho primero en la definición.
Y entonces le pones calculando cuánto necesitas en signos de pesos para construir el país, no de la visión actual, ¡NO! De la visión de los sueños (que se pueden interpretar como pesadillas) que los niños de 5, 12 y 17 años nos dijeron cuando se lo preguntó el Defensor del Pueblo y le dijeron el país que quieren, el país que sueñan porque no están conformes con el país que tienen. ¡Y tampoco nosotros!
Volviendo al momento actual, señores, a esta semana misma en que estoy publicando mis temores, si la unión fuera para fortalecer, bienvenida sea. Pero por favor entiendan, que de la forma que la han concebido y la han armado, siendo la idea posiblemente buena o muy buena, la mayoría del pais está confundida que este proyecto de ley es para confundir, absorber o debilitar, que no nos digan que es optimización de recursos; llamémoslo por su nombre: una factura que pagarán las próximas generaciones.
Cuando la tierra tiemble con anuncios y fanfarrias, que reverdezcan los narcisos, que los rosales se perfumen y que las orquídeas —mis favoritas— nos recuerden que hay fragancias que ni la política ni el tiempo pueden robar: la fragancia del conocimiento y del amor por nuestra patria, será lo que va a florecer si el gobierno escucha la voz del pueblo y se da cuenta que se acabaron las encerronas donde dos o tres decidían la suerte de los pueblos. ¡No! En inglés le llaman “Team Work”, y yo la llamo democracia paritaria en la que todos somos iguales, con los mismos derechos y los mismos deberes.
Cuando la vida te ha privilegiado y siembra en tu corazón la nobleza de la vocación de enseñar y de compartir saberes y experiencias, te da la fuerza, te da el coraje, te conviertes en una mujer aguerrida, en una anciana que no se deja excluir y que como dijo el Papa Francisco, nos mandó a hacer líos…. y somos la memoria histórica de los pueblos, les guste o no les guste a los aspirantes a la presidencia de un pais que puede que cojan no solo en quiebra, sino lleno de ignorantes, los que queden…
Por favor, entiendan que “La educación no se mide por la cantidad de ministerios, sino por la calidad de los ciudadanos que forma.”
Si el Ministerio de Educación absorbiera al Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, vuelvo y les repito: ¿qué pasaría con la investigación que alimenta la innovación? ¿Con la formación de docentes que requieren calidad universitaria y no solo urgencias escolares? ¿Con la ciencia, que no se exhibe en mítines de campañas, pero sostiene el desarrollo de un país?
“Por tan poco, arriesgar tanto, es caminar al filo de la navaja.”
No se trata de grandeza cuando de felicidad y bienestar y riqueza para todos es el tema que se trata. No me atrevería jamás a decir que sé tanto como los saberes de nuestros sabios y sus saberes, ni siquiera de sus expresiones sabias que nacen no de la artificialidad, sino de la naturalidad con que usan el conocimiento y labran el camino que nos conduce a la felicidad. ¡Procedan, amigos, engrandézcanse de nuevo, pospongan la introducción del proyecto y armémoslo como Dios manda, porque la idea puede no ser mala … ¡Adelante!, que la Patria nos espera y los vientos ahuyentan los trinos de los pajaritos y de mis queridas mariposas. Dejen ese proyecto para en unos meses recomponerlo, que creo es bueno, y armémoslo como Dios manda, siguiendo los pasos que nos dan la ciencia y el respeto, y se llenarán de gloria y será un gran legado.
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