Este 17 de marzo se cumplen 50 años del asesinato de un ser humano excepcional, de esos que dejan huellas para la eternidad, me refiero a Orlando Martínez Howley, no escribo la palabra periodista, ya que no le conocí como tal, sino como amigo, maestro orientador y compañero de partido.
Mi primer contacto con Orlando fue indirecto, a través de quien era su esposa, la cual llegó a nuestra casa con una encomienda de nuestro padre (Manolo González González) en diciembre de 1969. La encomienda era traer la cámara fotográfica de mi papá. Era la señal de que el retorno de Manolo estaba próximo.
Nuestro padre retornó clandestinamente al país un viernes 13 de febrero de 1970, pocos días después conocí personalmente a Orlando (no recuerdo si fue “Miche” o “Capur” quien lo llevó). Papi prácticamente le doblaba la edad, sin embargo se trataban con una gran camaradería y respeto. Desde su llegada se volvió en un asiduo visitante de nuestro hogar, se convirtió en parte de la familia…
La mayoría de las veces Orlando llegaba a mi casa temprano en la mañana e iniciaba junto a mi padre interminables conversaciones de temas de envergadura (los que se vivían en aquella época). En el transcurso de la primavera y verano de 1970 durante sus visitas orientaba, revisaba y corregía una especie de “Manual de guerra irregular” que nuestro padre escribió, ayudaba en el estilo y con una que otra “cita” de los clásicos militares. Hasta lo considero coautor de ese “manual”….Orlando conocía a profundidad el tema militar.
Sus visitas eran frecuentes y productivas, ya que además de conversar y “teorizar” con mi padre, comenzó a instruirme en la doctrina Marxista, me puso a leer y a entender la razón de la lucha en ese momento. Las obras de Politzer, Nikitin y Konstantinov fueron sustituidos por Harnecker, Deutscher y otros.
Orlando tenía una concepción nueva de la lucha política y consideraba que existían diferentes vías para llegar al Poder (mas aún después del triunfo de Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile). Considero que Orlando jugó un papel importante (junto a Carlos Dore y José Israel Cuello) en el cambio de la política (táctica) del PCD ocurrido a inicios de 1971. Decimos “importante”, ya que a él le correspondió en esos días bajar (razonando) la “Termocefalia” de muchos compañeros, incluyendo a mi padre.
En enero de 1971, gran parte de la dirección del partido fue apresada. Tan pronto fue transmitida la detención Orlando llegó a reunirse con mi padre. Mi papel (como todos esos años) era el de mensajero de ellos con los demás miembros de la dirección, fui un “lleva y trae” comunicaciones verbales y por escrito. Esas horas fueron de mucha tensión, lo digo porque lo viví, hubo un momento en que Orlando transmitió una nota escrita al camarada “Pablo” y este no la acataba. Mi padre le mandó a preguntar si él (Pablo) quería que MANOLO fuera a buscarlo…todo quedo aclarado…los compañeros salieron en libertad…
En ese 1971 el cambio de táctica fue sumamente traumático, muchos compañeros no comprendían que las condiciones objetivas y subjetivas estaban cambiando frente a nuestros ojos, muchos optaron por su salida de la organización, quedando así reducidos a la mínima expresión en el Distrito Nacional….
Recuerdo aquellos cursos de formación política sabatinos que inició el partido en los terrenos de la Universidad, donde Orlando era el instructor principal. A pesar de ser un adolescente estudiante de secundaria, siempre asistí a todas sus clases. En esos cursos participaron compañeros militantes del CUJAM (Comité Universitario Julio Antonio Mella) del PCD como: Rubén Corona, Emma Tavárez Justo, Ramonina Brea, Danilo Pérez, Arsenio Rosario (asesinado por la banda), Margarita Jiménez, Julio Ravelo Astacio, Edilberto Cabral, Porfirio García (los tres últimos ex rectores de la UASD).
En los momentos de descanso de la sesiones de trabajo en mi hogar, le encantaba ver los peces y escuchar en silencio la música y letra de uno que otro de los discos que teníamos como “Agua-Viva”, Víctor Jara, Paco Ibáñez y la variedad de clásicos que teníamos. Antes de las doce del mediodía se marchaba, ya que (creo) le gustaba ir a comer a su casa.
A raíz del discurso del Doctor Balaguer el 27 de febrero de 1972 que trazó las pautas del denominado “Código Agrario”, Orlando asumió el reto de obligar al régimen a cumplir con la distribución de las tierras a los campesinos e iniciar una nueva forma de lucha para “provocar una fractura” en las fuerzas que daban sustento al gobierno. En esos días el escribía junto a mi padre en “EL POPULAR”, ambos intercambiaban ideas, hasta la ida hacia el Cibao de nuestro padre a fin de llevar a la práctica la nueva política partidaria.
La última vez que conversé con Orlando fue el lunes 30 de octubre de 1972. Esa noche me habló mucho acerca de la antigua Unión Soviética y de los contrastes que encontraría en esa sociedad, (ya estaba todo pautado para mi partida hacia ese país). Luego me dió un mensaje verbal para nuestro “Contacto en Francia”… Nos despedimos con un apretón de manos.
Ese fue el Orlando Martínez que yo traté y conocí, un gran ser humano que hace 40 años entregó su vida para que el árbol de la libertad y la democracia que hoy gozamos floreciera!
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