El mundo occidental y cristiano se ha visto conmovido por la muerte del papa Francisco. El Gobierno de la República Dominicana, mismo con quien el pontífice tuvo una estrecha relación a pesar de no haber visitado el país durante su papado, declaró 3 días de duelo oficial en su honor en reconocimiento a su liderazgo global, solidaridad y su vínculo y el de toda su Iglesia con el pueblo dominicano. En tiempo de congoja y duelo para todos los cristianos, corresponde desde esta tribuna poner atención al legado de su Santidad Francisco I desde la perspectiva de la educación.
Jorge Bergoglio ejerció un papado singular y polémico. Desde aquel recordado consejo a los jóvenes argentinos ¡Hagan lío!” pronunciado el 25 de julio de 2013, en la Catedral Metropolitana de San Sebastián, en Río de Janeiro, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ); hasta el "Un joven que no sueña es un jubilado de la vida” el 11 de septiembre de 2024 en Timor Oriental. Sus postulados polémicos sobre esta y otras materias no resultaron ajenos ni a propios ni a extraños. Hasta el entonces diputado Javier Milei, su compatriota argentino y hoy presidente, se refirió a él como “el representante del maligno en la tierra usurpando el trono de la casa de Dios” (sic).
Sin embargo, respecto de sus posiciones, conceptos y legados sobre educación Francisco reunió un amplio consenso. Al respecto, Fernando Reimers, Director de Educación Global de la Universidad de Harvard; Martha C. Nussbaum, Filósofa y Profesora en la Universidad de Chicago; y Manuel Castells, Sociólogo, exministro de Universidades de España y teórico de la sociedad de la información, han elogiado las orientaciones filosóficas del Pontífice extinto. En particular sobre el rescate de la educación como tarea colectiva y profundamente humanista.
En un tiempo donde la velocidad de los cambios y la fragilidad de los vínculos parecen oscurecer las certezas, el Papa Francisco ha ofrecido una palabra clara y una mirada profundamente humana sobre la educación. No como un tema más entre tantos, sino como el corazón de una nueva civilización que aún está por nacer. Su pontificado ha sido, entre muchas otras cosas, una invitación a revisar el rumbo de la escuela, a repensar el rol del educador y a recobrar la centralidad de lo humano en los procesos de aprendizaje.
En efecto Francisco no habló de educación en abstracto. Su propuesta sobre el rol de la educación no es meramente técnica, ni se reduce a una reforma curricular o a la incorporación de la tecnología. Francisco, convoca a un retorno de la filosofía de la educación en la cual se rescata que educar es en esencia un acto de amor, una siembra paciente, un gesto de esperanza y solidaridad, a través del cual las generaciones mayores transfieren sus memorias, experiencia y valores a los más jóvenes; y en consecuencia define al educar como un acto profundamente cristiano.
Desde su convocatoria al Pacto Educativo Global, en 2019, el Papa puso sobre la mesa la necesidad de un compromiso común y profundo para reimaginar la educación como un pacto entre generaciones, culturas y saberes. Un pacto que no deje a nadie atrás. Un pacto que entienda que formar personas no es acumular información, sino cultivar el espíritu, despertar la conciencia, acompañar y promover la libertad.
Para Francisco no hay verdadera educación si no hay encuentro. Y para encontrarnos, debemos mirar, escuchar, comprender, empatizar. No basta con trasponer contenidos; hay que enseñar a convivir, a construir juntos, a respetar la dignidad del otro. En esa clave, la educación se vuelve camino de fraternidad, especialmente para América Latina, donde las inequidades se reproducen y se hacen evidente también en las aulas.
La escuela, para el Papa, no puede ser nunca un lugar de reproducción de privilegios. Al contrario, debe ser un territorio de oportunidad para igualar en el punto de partida y de transformación, particularmente para los más vulnerables. Por eso insistía en que la educación deberá ser siempre inclusiva, integradora, abierta a todas las realidades. La pedagogía del Papa nace en las periferias y vuelve a ellas. Allí donde hay más abandono, más silencio, más dolor… allí debe estar la escuela como antídoto ante la desesperanza.
En su encíclica Laudato Si, Francisco recuerda que el cuidado de la Casa Común también es una tarea educativa. Formar a las nuevas generaciones en el respeto a la naturaleza, en la responsabilidad por el entorno, en la conciencia de que todo está conectado, es también una formar de crear ciudadanos cuidadores del presente y responsables del futuro. En este punto, la educación ambiental no es una asignatura adicional, sino un cambio cultural profundo, un nuevo estilo de vida que debe comenzar desde la infancia.
En este marco el Papa de los pobres como se lo ha conocido, reivindicó en voz alta la figura y rol del maestro, a quienes los llama como “artesanos de humanidad”. Así, recuerda que no hay transformación educativa sin docentes motivados, formados, respetados y reconocidos. El gesto de enseñar insiste, es uno de los más grandes actos de amor que un ser humano puede ofrecer a otro.
En su pedagogía implícita también hay un fuerte contenido político. Francisco denuncia los sistemas que excluyen, las lógicas económicas que convierten la educación únicamente en mercancía, los gobiernos que olvidan que invertir en educación es invertir en dignidad. Su voz es incómoda para muchos, pero profundamente necesaria para todos.
Para la República Dominicana, y para América Latina en su conjunto, este legado representa una hoja de ruta ética y pedagógica que no puede caer en el olvido. Insistió en que nuestra región no puede copiar modelos, y coincide con Simón Rodriguez, el gran maestro del libertador Simón Bolívar, quien sostenía que esta región del mundo está condenada a innovar o a errar.
Francisco haciendo gala de su capacidad de síntesis como una parábola de la sencillez que intentó predicar con palabras y ejemplo dijo una vez:
“Educar es un acto de amor, es dar vida. Y el amor es exigente. Exige dar lo mejor de nosotros, exige cultivar la memoria, exige transformar el presente y construir un futuro”.
Ese es su mejor legado.
Referencias:
- (2015). Laudato si’: Sobre el cuidado de la casa común [Encíclica]. Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana. Recuperado de https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
- Reimers, F. M. (2025, abril 21). Pope Francisco was a champion for the poor and marginalized, a tireless promoter of interfaith dialogue and peace, and an inspiration to care for the planet. [Publicación en LinkedIn]. Recuperado de https://www.linkedin.com/posts/fernando-reimers_pope-francisco-was-a-champion-for-the-poor-activity-7320040340814532608-jrFY
- Santa Sede. (2019). Mensaje del Santo Padre Francisco para el lanzamiento del Pacto Educativo Global. https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/pont-messages/2019/documents/papa-francesco_20190912_messaggio-patto-educativo.html
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