Tal parece que con este título es que muchos recordaremos a Francisco, y creo que con él será recordado dentro de la historia de la Iglesia, en la cual él ha tenido capital importancia siendo el gran papa del comienzo del siglo XXI, pues este fue su sello y su preocupación: que la Iglesia no fuese una gran organización, repetidora de ritos y de fórmulas del pasado, sino presencia viva del evangelio de Cristo a través del ejercicio de la misericordia para con todos, principalmente con los más pobres, marginados y excluidos de hoy, con los pecadores de nuestros tiempos necesitados de acogida y redención, tal como Jesús lo hizo en su momento.
Recuerdo que hace unos 6 años atrás, escribí un artículo, diciendo que anteriores pontificados a Francisco se habían preocupado por el asunto de la verdad, y que muchos le criticaban y no estaban a gusto con él, porque esa no era su preocupación sino la misericordia, su ejercicio testimonial en el mundo a través de ese acercamiento a los grandes conglomerados de pobres de hoy, esas periferias existenciales que el mismo Francisco denunciara en sus discursos y en su accionar como Obispo de Roma, sobre todo en esta parte; pues no hay una verdad mayor que actuar como Cristo, dispensador de misericordia para con todos, de ahí el gran llamado, que el pontífice nos hizo de ser "misericordiosos como el Padre".
Francisco deja toda una estela de sueños realizados para muchos en la Iglesia y caminos todavía por realizar. Logró materializar lo que muchos en la Iglesia soñamos y esperábamos, primeramente dar continuidad al Concilio Vaticano II, camino que se había estancado en la Iglesia, surgiendo deseos y acciones de querer volver atrás. Ya en su primera encíclica ´´Evangelium Gaudium´´ expresa su deseo de ´´primaverear´´ a la Iglesia, que nuevos aires soplaran en ella, con nuevos matices que den respuesta a las necesidades del mundo y de los hombres de hoy; que se quitará según en él ese cliche que lo impedía y lo impide todo de: ´´siempre se ha hecho así´´, y provocar benditos líos que hagan presente el reino de Dios.
Su preocupación por los pobres le llevó a hacernos consciente del empobrecimiento que estábamos haciendo del planeta, en su magno documento ´´Laudato si´´´, abogando por una ecología integral dentro de una gran preocupación por lo que él llamó: ´´la casa común´´ y abogó por esa fraternidad universal, basado en la conocida ´´parábola del buen samaritano´´, base bíblica de su otra gran Encíclica: ´´Fratelli tutti´´. Pues escribió y habló no de disquisiciones especulativa en el orden filosófico o teológico, sino desde una filosofía y teología del pueblo de Dios, desde una reflexión académica y vivencial nacida en su Iglesia madre de América Latina, desde la esperanza y el deseo de los creyentes comprometidos con la liberación de las excluidos y de las esclavitudes de siempre y de hoy.
El se ha ido a la casa del Padre donde un día esperamos estar todos los que creemos en el Dios misericordioso que nos reveló Jesucristo, y nos deja el gran eco de su llamado a ser: una ´´Iglesia en salida´´, llamados a ser: ´´pastores con olor a ovejas´´, no lobos rapaces que solo buscan aprovecharse del rebaño a través de actitudes clericalistas que la empobrecen. Ser una ´´Iglesia sinodal´´: que caminemos juntos esparciendo misericordia por todas partes, pues ese debe ser nuestro objetivo común, nuestro proyecto eclesial, despojado de ansias de poder e influencia y llenos de la misericordia de Dios.
Gracias papa Francisco, pues nos has dicho que el sueño de Jesús: el reino de Dios, su misericordia pueden ser posible todavía en este mundo y mediante esta Iglesia.
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