Es bien conocido que el turismo es una industria volátil. El impacto de acontecimientos geopolíticos, del cambio climático, la variación de los precios de los combustibles, actos terroristas y el desarrollo tecnológico pueden desestabilizar los flujos de visitantes de cualquier destino. Por eso resulta arriesgado tratar de predecir con certeza el futuro de la industria. Cada destino tiene sus vulnerabilidades y es imposible controlar todas las variables para evitar los impactos dañinos. Nuestro país no es una excepción, a pesar de que estamos enclavados en una de las regiones más pacificas del mundo.
Hoy en día, el turismo representa el 10.3% de la economía mundial, igualando o superando el volumen de las exportaciones de petróleo, productos alimenticios o automóviles. De ahí que se haya convertido en uno de los principales actores del comercio internacional y, al mismo tiempo, una de las principales fuentes de ingresos para muchos países en desarrollo. Por otro lado, según la ONU la población mundial para el 2080 llegara a los 10,300 millones, por lo que las llegadas internacionales seguirán creciendo. ONU Turismo predice que para el 2025 las llegadas internacionales superaran las 1,400 millones –lo cual significa una recuperación total de los niveles prepandemia—y que estas seguirán creciendo entre un 3 y un 5% hasta el 2030. Con tal protagonismo es dable predecir que el turismo seguirá creciendo y que difícilmente habrá un colapso del flujo turístico a menos que confrontemos otra pandemia o una guerra nuclear.
En lo adelante, la velocidad del crecimiento será determinada por múltiples factores, pero los medios de transporte y sus costos serán cruciales. (Basta con saber que por ahí vienen los aviones comerciales supersónicos y los mega cruceros.) Además, ONU Turismo proyecta una fuerte presión para que el sector adopte prácticas más responsables con el medio ambiente, lo que implica una transición hacia modelos de turismo bajo en carbono, resiliente al clima y socialmente inclusivo. La innovación tecnológica —como la inteligencia artificial, el análisis de datos y la economía colaborativa— jugará un papel clave en la competitividad de los destinos, al igual que la necesidad de invertir en formación, regulación laboral justa y colaboración público-privada.” El futuro del turismo, según la organización, dependerá en gran medida de su capacidad para equilibrar crecimiento económico con protección ambiental y equidad social. Para ello ONU Turismo ofrece una serie de herramientas analíticas para adoptar los Objetivos del Desarrollo Sustentable (ODS. 8. 12, 14).
Este crecimiento va de la mano de una creciente diversificación y competencia entre destinos. Es por eso por lo que, más que a elucubrar sobre el futuro de nuestro turismo, por las razones citadas sobre la volatibilidad del fenómeno, es preferible identificar cuáles son las prioridades de desarrollo sectorial en el mediano plazo. (El Journal of Tourism Futures y el programa de Maestría en Estudios de Futuros Turisticos proveen material para la elucubración.) La definición de prioridades debe reflejar más las necesidades señaladas por los agentes del sector y los mismos turistas y menos una visión del futuro. De cualquier modo, al predecir la evolución sectorial para los próximos diez años será necesario bifurcar el análisis para que tome en cuenta el accionar del sector público versus del privado. Es el cumplimiento de las tareas de cada uno lo que al final puede dibujar la imagen completa de su competitividad futura. Obviamente, si esas tareas no se ejecutan adecuadamente el futuro no será halagüeño.
El análisis debe enfocarse en las áreas más neurálgicas y ofrecer estrategias que fortalezcan la competitividad del destino. El país no cuenta con un plan integral de desarrollo sectorial y, en consecuencia, no tenemos un marco de referencia para un análisis que permita elaborar una estrategia completa. Pero la IA nos ayuda a identificar cuales factores impulsan la competencia entre los destinos: 1) recursos naturales y culturales, incluyendo los atractivos, 2) infraestructura y servicios, 3) calidad de la experiencia turística, 4) marketing y promoción, 5) sostenibilidad, 6) diversificación de la oferta, y 7) precios. “Los destinos turísticos deben adaptarse continuamente a las cambiantes demandas de los turistas y a las nuevas tendencias del mercado. La clave para el éxito radica en la capacidad de ofrecer experiencias turísticas de alta calidad, diferenciadas y sostenibles, que generen valor tanto para los visitantes como para la comunidad local.”
Afortunadamente, con la asesoría de ONU Turismo el MITUR esta actualmente elaborando una Estrategia Nacional de Turismo Sostenible cuyas perspectivas futuras dependerán de la voluntad de ejecución. Mientras, para el sector público las autoridades han establecido sus prioridades en una nueva estrategia de branding anunciada en FITUR 2025 “en la que se pone el foco en destinos repletos de atractivos como Miches, Samaná, Santiago y Costa del Ámbar. Una apuesta que quiere mostrar la diversidad natural y cultural de República Dominicana, con lugares que proporcionan un amplio abanico de posibilidades al visitante.” Pero resulta obvio que esa estrategia se limita a la promoción y no brega con los más engorrosos desafíos listados por la IA, los cuales demandan una atención prioritaria al desarrollo del producto turístico.
Respecto a las prioridades que le tocan al sector privado la atención del sector público sería menor, concentrándose en asegurarse que sus operaciones sean apoyadas adecuadamente. El hecho de que el 95% de los hoteles del país es de inversión extranjera y que el turismo es una industria globalizada implica que para ser competitivos los agentes privados deberán mantener y desarrollar rasgos y estándares de sus productos que sean de clase mundial. Tareas como la innovación de sus productos, por ejemplo, compete mas a ellos que al sector público. Los hoteles deberán evolucionar de modo que sean “sostenibles” y con ello estarán compartiendo la corresponsabilidad por la competitividad del sector.
Lo anterior deja claro que el principal foco de la gestión publica del sector se centra en el mejoramiento de la parte nacional del producto turístico. La tarea debe abordarse con la conciencia de que el futuro del turismo dominicano esta mas en nuestras manos que en la de los inversores extranjeros. Es poniéndole atención a nuestras falencias que esa inversión siga fluyendo y complemente lo que permanezca como la mejor oferta turística de la region del Caribe. Si así lo hacemos no se requerirá tanta promoción internacional del producto turístico dominicano y nos convertiremos en un apetecible habitáculo de paz.
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