Partiendo del hecho de que la obra cinematográfica es un producto que requiere difusión dirigida entre los entes activos de la sociedad, resulta conveniente impulsar una alianza estratégica con este sector profesional de tanta importancia. Hasta el momento el sector cinematográfico nacional, incluida la clase que tiene la responsabilidad de dirigir y administrar todos los procesos burocráticos y administrativos en la Dirección General de Cine (DGCine) no ha entendido, asimilado y puesto en práctica estructural, la influencia de los comunicadores sociales, relacionistas públicos, periodistas y cronistas sociales para hacer del cine nacional la gran industria que persigue ser.

En estos tiempos signados por las nuevas tecnologías de información y comunicación, casi todos los profesionales de la comunicación pueden ejercer desde cualquier plataforma análoga o digital. Su labor es constante y abordan aspectos asociados a sus conocimientos principales, haciendo partícipes de los mismos a colegas, empresarios y amigos que a su vez conservan cierta relación profesional y comercial con estos. Contar con la influencia e incidencia de ellos en su estructura mediática, es un valor que se agrega convenientemente a la naciente industria cinematográfica nacional.

Por su naturaleza expresiva, el cine es un arte sumamente incluyente, o sea, se nutre constantemente de todos los procesos culturales, técnicos, artesanales, así como de, procesos científicos y educativos para impactar favorablemente las audiencias. Esa cleptomanía que el cine ha transformado en una exquisita metodología de sensaciones plásticas, lo convierte en una fabulosa infraestructura de convencimiento, deleite y proyección de símbolos y signos que impactan nuestros sentidos auditivos y visuales.

Hablar por y sobre la obra cinematográfica no es una posición que corresponde a los cineastas. Esa labor valorativa de la obra audiovisual y otros renglones corresponde a los expertos de la comunicación que de manera habitual hacen opinión pública, y tienen posibilidad de motivar en otros que también lo hagan, sobre determinados productos, servicios, eventos o personajes, entre los que perfectamente son incluidas las obras cinematográficas.

Como es de amplio conocimiento en el país, los periodistas que ejercían habitualmente en los medios impresos de comunicación, fueran estos nacionales o regionales, regularmente provenían de otras áreas profesionales. Esa tendencia se implementó desde la etapa colonial, se acentuó en la vida Republicana, y cobró mayor sentido en la primera mitad del siglo veinte. Luego de fundada la primera escuela de comunicación social del país en 1953, la clase periodística se fue perfilando en los medios y obtuvo su espacio profesional particular ante la sociedad.

El comunicador ya no es considerado un periodista que puede ejercer todas las funciones en los medios de comunicación. Después de los años setenta (70) la metodología cambió radicalmente y exigió la especialización de conocimientos. Cada uno asume su rol dentro de la escala de servicios profesionales que ha asumido como especialidad dentro de la profesión. Por eso abordamos en estas reflexiones de manera individual, la influencia e incidencia que cada grupo de especialistas puede tener en beneficio de la obra audiovisual y de la industria cinematográfica en sentido general.

Aunque parece lo contrario, el cine dominicano es quién necesita ahora del conocimiento científico, las relaciones y la incidencia en los medios de los comunicadores sociales, periodistas, relacionistas públicos y cronistas sociales. Independientemente de que la industria y una parte de la gente que hace las películas en el país reconozca o no la importancia de estos expertos de la comunicación, lo apropiado es que desarrollemos los esfuerzos de rigor para que los mismos miren hacia el cine y aporten sus saberes y experiencias en medios, para establecer el producto cine, el mercado cine, en el subconsciente de los grandes públicos nacionales e internacionales.

En este trayecto resulta conveniente preguntarnos:

¿Qué tanta es la incidencia de los comunicadores para proyectar comercialmente la industria y el producto que ella cada cierto tiempo presenta al mercado?

¿Conocen los cineastas del país, el rol que han jugado esos profesionales en naciones hermanas para hacer de su industria cinematográfica una sólida empresa?

Bajo esas dos inquietudes establecemos los siguientes criterios…

Es posible que un grupo reducido de cineastas nacionales conozca los aportes de estos profesionales de la información y valore su función en beneficio de la industria cinematográfica nuestra. Por eso hemos visto como un selecto conjunto de cineastas invierte en este renglón profesional para vender y proyectar sus películas. Otro tanto, y al parecer, mayor todavía, no contempla en su presupuesto de gastos una suma que les permita pagar los servicios que este sector lleva a cabo a través de los medios de comunicación. El productor, generalmente entiende y utiliza como argumento informativo ciertos contenidos visuales y creativos de la película. Otras veces la habilidad dramática y física de los talentos, y en última instancia, el director de la obra y uno que otro técnico de cierta importancia en su producción, forman parte de la ¨estrategia¨ mediática que ejecutivos de un determinado proyecto diseña e implementa para difundir el producto cine ante la sociedad. No todos los medios y comunicadores aceptan como noticia de interés la producción de una determinada película.

Independientemente de cualquier esfuerzo particular o combinado para hacer empática la obra ante sus posibles espectadores, si el productor no ha planificado y cuantificado sus costos de Relaciones Públicas, cronistas sociales y espectáculos en el presupuesto general de la película, difícilmente pueda alcanzar los niveles de audiencia que le facilitarían el reingreso de una parte significativa de su inversión económica, mediante la asistencia de público a las salas. De eso se trata en este y todo negocio donde se invierten capitales: recuperar la inversión realizada más una parte significativa de beneficios.

¿Cómo hacer cotidiana y estrecha la relación en estos dos grupos de profesionales que tanto se necesitan?

El comunicador social, el periodista, el relacionista público y los cronistas sociales son expertos de la comunicación que de manera independiente, o por encargo de los medios de comunicación donde laboran, persiguen los hechos y personajes que pueden ser de interés noticioso e informativo.

Aunque muchos cineastas nacionales e internacionales no lo creen todavía, ellos y la producción de una película bajo su responsabilidad, son información valiosa para medios y comunicadores. En ese orden, cineastas y comunicadores se necesitan y deben unir voluntades para hacer fluir las informaciones que sobre las obras deben conocerse desde la etapa de pre-producción. El público, que posteriormente se convertirá en un segmento importante del conglomerado humano que irá a las salas a ver el producto audiovisual que para su deleite estético se ha diseñado durante tres, cuatro, dos, cinco años o meses, agradecerá esa información tan valiosa para tener una idea previa y clara del argumento general de la película.

Si la relación entre estos dos grupos se desarrolla de manera armónica y sobre todo, con un bien orquestado carácter de la horizontalidad desde la preproducción de la película, quien resultará más beneficiado de esa fluidez profesional será el espectador, figura clave dentro de la valoración cualitativa y cuantitativa de la obra. Esa vinculación estrecha entre ellos necesita el cine dominicano siempre y todas las cinematografías del mundo.

¿La relación profesional de estos grupos se haría solo sobre la base del dinero por servicios prestados?

Como dije anteriormente, el comunicador en su íntima convicción profesional, procura hechos y personajes que en un momento dado pueden convertirse en información importante para los grandes públicos. El Cineasta, da a conocer su obra, sobre todo, la argumentación fundamental que le caracteriza, y los personajes que la representan dramáticamente. Ese alto nivel de especialización requiere un pago, pero no es el fin ulterior del comunicador, dada la horizontalidad de sus relaciones con quienes diseñan y actúan en la película.

Si ambos sectores han establecido desde la preproducción un constante flujo de información sobre la obra, es posible que la inversión económica se reduzca sustancialmente en Relaciones Públicas, Media Tours y Promoción Directa. También es muy seguro que el acceso a los medios por parte del cineasta, los talentos y los técnicos, se lleve a cabo con facilidad y abundancia. Los comunicadores sociales, periodistas, relacionistas públicos y cronistas sociales, son muy influyentes en la línea de difusión y determinantes para proyectar a la opinión pública cualquier detalle informativo en torno a un hecho que se presente de manera imprevista. Imaginemos la dimensión de su labor si ese hecho, fenómeno o personaje, han recibido el acercamiento constante de los comunicadores, desde su punto de partida hasta su máxima etapa de desarrollo. Es mayor el aporte gratuito que recibe el cineasta, que el pago que tendría bajo otros criterios metodológicos.

¿Han sido y pueden ser Periodistas, Relacionistas Públicos, Cronistas Sociales y sus especialidades profesionales, argumentos para obras cinematográficas?

El cine como otras artes expresivas ha valorado creativamente hechos, acciones y personajes que en estas especialidades del mundo de la comunicación han trascendido las fronteras nacionales e internacionales para convertirse en paradigmas nodales del ejercicio profesional. Jóvenes y adultos, a uno y otro lado del globo, los tienen como ejemplo a imitar. Su incidencia ha sido tan trascedente que han tocado la sensibilidad creativa de cineastas y artistas en sentido general.

En algunas obras cinematográficas que se han realizado en naciones hermanas del continente y el mundo, hemos podido apreciar la incidencia argumental de comunicadores sociales, periodistas, relacionistas públicos y cronistas sociales. Contrario a lo que superficialmente podríamos pensar sobre la temática, la pericia creativa y técnica de los guionistas y directores de las mismas, ha encontrado extraordinarias historias dentro del renglón que han favorecido la estabilidad económica y plástica del cine en el mundo.

De modo que estamos frente a una relación profesional que dentro o fuera de la pantalla, puede aportar favorables beneficios al desarrollo del cine nacional.

Agustín Cortés

Cineasta

Agustín Cortés Robles, nace en Santo Domingo, Capital de la República Dominicana el 23 de julio de 1957. Se graduó de Cineasta el 28 de octubre de 1983 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, formando parte de la primera promoción universitaria de cineastas del país. Posee una maestría y una especialidad en Educación Superior (2003-2005) de la misma Alma Mater. Es miembro fundador del Colectivo Cultural ¨Generación 80¨ del país. Ocupó la Dirección de la Escuela de Cine, Televisión y Fotografía de la Facultad de Artes (UASD), durante dos periodos: 2008-2011 y 2011-2014. En esa unidad docente, además de Director, fue coordinador de las cátedras Teoría e Investigación Cinematográfica y Técnica Cinematográfica. Actualmente es profesor jubilado de la indicada Institución de Educación Superior.

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